Con olor a libro

Hoja libro de antiguo

Reconócelo. Seguro que más de una vez, antes de empezar un libro, te has parado a disfrutar de su olor. No te preocupes, es una de las prácticas más habituales entre los amantes de los libros aunque nos solemos esconder para evitar las miradas de rareza de la gente. Probablemente, esta manía la repitas tanto con los libros nuevos como con los que ya tienen unos cuantos años, aunque no sepas que hay diferencias entre unos y otros.

Este olor característico viene motivado la tinta, el pegamento usado en la encuadernación y el papel, y los elementos por los que están formados. El principal componente que determina el ‘olor a libro’ es la cantidad de lignina, una sustancia procedente del papel presente en los vegetales, y le da al papel la firmeza y la resistencia. Con el paso del tiempo, la lignina tiende a oxidarse lo que hace que el papel se torne a ese color amarillento tan característico del libro antiguo. Otra consecuencia de la oxidación es que desprende más olor, de ahí ese aroma tan intenso que percibimos al entrar en cualquier librería de viejo o biblioteca histórica.

Sin embargo, los procesos presentes de fabricación del papel nada que tienen que ver con los que se hacían hace siglos. Actualmente se utilizan papeles libres de ácidos con pH neutro, ideal para su conservación, pero con escasas cantidades de lignina. Por esta razón, hoy en día las hojas de los libros permanecen blancas más tiempo, pero su olor característico se diluye.

Pero según algunos psicólogos, cabe la posibilidad que nos guste tanto el olor a libro porque lo hemos asociado a un hábito satisfactorio de manera que ya no es solo el aroma sino lo que representa, trasladándonos a un recuerdo placentero. Tal es este sentimiento que, según un estudio estadounidense del que hablaba Julián Marquina, el 11% de las personas que compran un libro lo hacen por su olor.

Con la llegada del ebook, se está empezando a perder ese aspecto físico de los libros y, por tanto, su olor. Muchos lectores empedernidos se niegan a pasar a formato digital por estas características físicas y hasta los que ya alternamos ambos formatos, tenemos que reconocer que la vuelta al libro en papel es un placer para los sentidos, especialmente, el olfato. Esta lucha de poderes la refleja perfectamente Jorge Pinto en esta viñeta titulado El olor de la tinta:

El olor de la tinta de Jorge Pinto

Aunque todo tiene solución. Si eres de los que lees siempre en un formato electrónico y echas de menos el olor a libro o de los que no soportan el olor de la descomposición de la lignina (aunque haya gente que asegura que es similar a la vainilla) tienes una gran cantidad de remedios a tu alcance, como nos muestra Rafael Ibáñez en su post Algo huele. Desde sencillas técnicas caseras como introducir en los libros hojas perfumadas para eliminar el olor o airearlos al uso de ozonzadores para eliminar olores indeseados. Pero si por el contrario, añoras ese olor a libro antiguo en tu nuevo ebook existen fragancias creadas para reproducir ese olor como Paper Passion, el perfume creado por Karl Lagerfeld en 2012 con la colaboración de la revista Wallpaper, o In the library, del también diseñador Christopher Brosius, creada en 2005 en formato agua de colonia o como un aerosol ambientador.

 

 

Sandra Clemente

Colaboradora en BiblogTecarios A veces bibliotecaria, a veces documentalista, siempre con ganas de seguir aprendiendo y conociendo las novedades del sector. Amante de la lectura, la música y las redes sociales.

9 respuestas a «Con olor a libro»

    1. Totalmente de acuerdo, el olor a libro nuevo es uno de los mejores que
      existen, pero también reconozco que el de un libro antiguo es mucho más
      intenso y más especial, no sabría elegir cuál es mejor. Además, hay
      ediciones actuales con papeles o tintas de mala calidad que estropean el
      instante de felicidad de olor un libro nuevo.

  1. Creo que le voy a regalar «Paper Passion» a mi e-book por nuestro aniversario. Y le pediré que se lo ponga siempre que salgamos juntos de lecturas.
    Gracias por el post, Sandra.

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