Supongo que a estas alturas nuestros apreciad@s lectores ya tienen edad para concertar citas por su cuenta. Pero he querido captar vuestra atención para ocuparme de una de las dificultades que más hacen sufrir a estudiantes e investigadores noveles. Hacer citas bibliográficas correctas y elaborar adecuadamente una lista de referencias finales es una de las tareas que aporta calidad a cualquier trabajo de investigación, pero no siempre se le presta la atención debida. Tiende a considerarse una tarea menor, en la que nadie va a fijarse. Error. Los detalles importan, y mucho, cuando nos referimos a información académica. En otro post ya hemos hablado de cómo buscar información científica. Hoy lo complementaremos hablando de unas citas menos románticas: las bibliográficas, que no deben faltar en un trabajo académico.
Una cita es la idea que se extrae de un documento ajeno de manera textual o parafraseada, que sirve de fundamento a otro trabajo de investigación. Al realizar un trabajo académico debemos identificar claramente qué ideas e información han sido tomadas de otras fuentes o autores y cuáles son propiamente producto del autor /-a del mismo. Usar las palabras o ideas de otr@s sin dejar constancia de ello, implica incurrir en delito de plagio. Citar es importante para ampliar un texto, reforzar o aclarar una idea, dar una definición, iniciar una discusión o remitir a otras secciones del texto. Pero además de estas funciones, la cita cumple una misión ética: pone a disposición del lector la fuente original, para que confronte o amplíe información por su cuenta. No es ningún capricho o maniobra para eruditos: es una parte fundamental de toda investigación, ya que de la fortaleza de las fuentes dependerán también la fiabilidad de los resultados.
Vamos a analizar los errores más comunes al citar bibliografía y cómo evitarlos:
1. ¡Me aburro!. No es una tarea grata, admitámoslo. Irse de copas con los amig@s es mucho más placentero. Pero hay que hacerlo. Incluir citas y referencias bibliográficas en un trabajo académico no es una opción, sino una obligación ética y científica. Un trabajo sin fuentes siempre va a despertar sospechas, por muy innovador y sugerente que sea el tema. El riesgo de obviar esta tarea es alto: suspender el trabajo y no obtener nuestra titulación. No tiene sentido evitarlo o dejarlo para el último momento. Tarde o temprano nos pasará factura.
2. ¿Qué más da el orden? Si mantienes los cajones de tu armario ordenados para no mezclar suéteres con calcetines, también debes seguir un orden para asegurar que no falte ningún dato en tus citas bibliográficas. Existen multitud de estilos de citación bibliográfica: Turabian, Chicago (con dos versiones, Chicago Humanities para Humanidades y autor-fecha para Ciencias Sociales), Vancouver (para Ciencias Biomédicas) y muchos otros. Pero tal vez el más extendido sea el estilo APA, de la American Psychological Association y que suele recomendarse para la elaboración de Trabajos Fin de Grado o Fin de Máster en universidades. Cada estilo codifica de un modo concreto el orden de los elementos que deben identificar cada recurso. Seguir un determinado estilo de citación permite asociar claramente el tema del trabajo como parte de una disciplina, facilita el intercambio de información entre comunidades científicas y mejora las habilidades de redacción en general.
3. ¿Quieres caldo? Varias tazas. Otro error muy común es el contrario al explicado en el punto uno. Citar sin parar, citarlo todo, citar obviedades… por si acaso. Debemos tener especial cuidado con esto. Los extremos no son aconsejables. Si citamos demasiado, no dejaremos espacio para lo fundamental: dar nuestros argumentos, hacer nuestras aportaciones y criticar con base científica aquellas ideas ajenas que nos parezcan erróneas, desfasadas o incompletas. Una afirmación de conocimiento general tampoco necesita el apoyo de una cita (Portugal, capital Lisboa). Para ir sobre seguro, hay que tener claro lo que sí debemos citar siempre:
- La fuente original de frases copiadas literalmente.
- La fuente original de ideas o textos de otros autores que se parafraseen (o se reproduzcan con otras palabras).
- Las ideas, opiniones o teorías de otra persona.
- La fuente de los datos estadísticos, o fuentes de cualquier tipo (orales, históricas, demográficas…).
- En general, cualquier información (dato, hecho, imagen) que no sea de conocimiento público.
4. Plagio inconsciente. No basta con citar bien, hay que citar todo lo que hayamos usado. Si eliminamos o acortamos referencias de nuestra lista final, estaremos incurriendo en plagio oculto. Puede suceder que encontremos con informaciones que el autor no ha consultado directamente. En estos casos debemos recurrir a lo que se denomina una cita de cita, incluyendo la fuente utilizada por nosotr@s y la utilizada por el autor citado (aunque eso sí, sin abusar, porque siempre es preferible la consulta directa). Este tipo de citas debe reservarse para fuentes de difícil acceso, o para revisiones bibliográficas de un concepto o tema. Por ejemplo:
La enciclopedia se puede definir como «aquella obra de referencia que reúne el saber y la experiencia de una determinada clase de sociedad y relaciona los nombres que esa sociedad conoce por artículos o entradas en un orden, comúnmente alfabético o sistemático, abarcando bien áreas generales o particulares del conocimiento y da, al menos, una explicación básica de cada uno de los términos empleados». (Martín, 1995:95-96, citado por Escalona, 2001).
Citar bien no solo hace que tus trabajos académicos ganen calidad, sino que es un deber de honestidad y ética científica. Al final, ganamos tod@s.
PARA SABER MÁS: Cómo citar fuentes procedentes de la web social en tus trabajos [Magnífico artículo de Julián Marquina, 29/01/2015]