Hace unas semanas leía en el número de diciembre de 2013 de Harvard Business Review un artículo sobre Analytics 3.0 que desde el primer momento consiguió captar mi atención. En él se hablaba de cómo estábamos entrando en una nueva era (otra más) en lo que a “big data” se refería y de cómo se iba a reflejar este cambio en las empresas y sobre todo en sus productos y servicios, además de por supuesto en nosotros los usuarios/consumidores.
Al igual que hablamos con total normalidad de Web 1.0, Web 2.0, etc., Thomas H. Davenport, autor del artículo que ha inspirado este post, afirmaba que por el momento la evolución de las Analytics se ha concretado en 3 fases:
- Analytics 1.0: sería la era de “business intelligence”. Las empresas empiezan a recopilar y a analizar todos los datos sobre procesos de producción, ventas, interacciones con los clientes, etc. Esos datos permiten realizar análisis avanzados y facilitan la redacción de informes, los cuales tendrán un uso principalmente interno y por tanto restringido.
¿Qué implicarían estos avances? Pues obviamente nuevo software capaz de recopilar y analizar la información y por supuesto nuevas competencias y habilidades por parte de los profesionales.
- Analytics 2.0: se considera la era de “big data”. Se deja de hablar de datos para transacciones internas y se empieza a incluir aquí información externa: datos públicos, información obtenida a través de internet, etc. Podríamos considerar empresas pioneras a aquellas relacionadas con Internet y las redes sociales: Google, eBay, etc. Dada la cantidad de datos que empiezan a manejarse, su doble procedencia (interna y externa) y las múltiples fuentes de origen, nos encontramos ante una gran masa de datos sin estructura, lo que requiere, una vez más, de profesionales capaces de organizar y gestionar de forma correcta todos esos datos y convertirlos en información útil. Ya no son suficientes meros analistas, sino que aparecen otros profesionales denominados “científicos de datos”, poseedores no sólo de habilidades analíticas sino también computacionales. Todo ello, por supuesto, acompañado de software apropiado para tales efectos.
- Analytics 3.0: la era de “data-enriched offerings”. Las empresas empiezan a invertir en estudios analíticos con el fin de proporcionar productos y servicios de cara al cliente. ¿Cómo lo llevan a cabo? Mediante la aparición en sus páginas web de recomendaciones de amigos, sugerencias de compra, etc. Esto lo vemos habitualmente en algunas páginas en Internet cuando nos dicen “los usuarios que vieron este producto también visitaron…”, “este producto suele comprarse combinado con…”, “personas que también puedes conocer…”. Obtienen información a través de nuestras visitas y transacciones en sus páginas web y mediante el análisis de esos datos, son capaces de “orientar” nuestros siguientes pasos. Por un lado nos “facilitan” las compras, selecciones de productos, localización de personas con intereses comunes, etc., y por otro se aseguran de obtener unos mayores beneficios en sus empresas, puesto que los análisis de datos les permiten optimizar recursos y conocer mejor a su público o audiencia objetivo.
Pero, ¿están todas las compañías preparadas para el reto que representa esta nueva era de las analíticas? Es obvio que sin contar con profesionales adecuados, software, nuevas formas de trabajar y sin establecer nuevas prioridades, el cambio a esta nueva fase no puede realizarse de forma exitosa, por lo que habrá empresas que no serán capaces de adaptarse a los nuevos tiempos o que irán siempre «a la cola» de los avances.
Ya son muchas las empresas que están empleando los “data”, por ejemplo en el sector del comercio electrónico, con fines tales como: aumentar el compromiso de los clientes/usuarios, ofrecer mejores recomendaciones sobre sus productos, etc., pero es obvio que con la nueva era “Analytics 3.0” podrán darse más pasos adelante en esas y otras estrategias.
Davenport habla de diversos requisitos para que las compañías puedan sacar provecho de Analytics 3.0, entre ellos:
- Diversas tipologías de datos, a menudo combinadas. Serán necesarios pequeños y grandes volúmenes de datos, internos y externos, con y sin estructura, que deberán ser tratados por los profesionales adecuados.
- Un nuevo conjunto de opciones de gestión de datos. Se necesitarán bases y almacenes de datos, etc.
- Tecnologías más rápidas y métodos de análisis.
- Descubrimiento de datos. Si las compañías quieren obtener datos, tendrán que disponer de las plataformas adecuadas que permitan explorar esos datos.
- Equipos de datos transversales y nuevos perfiles profesionales. Como comenté previamente, se pasa de necesitar meros analistas a científicos de datos, a los que se sumarán otros roles como los hackers de datos.
- Cambios en la toma de decisiones y en la gestión.
Sin embargo, no debemos pensar que «big data» es algo que afecta solo a empresas o compañías con fines comerciales. Bien al contrario, las bibliotecas, especialmente las académicas se ven involucradas: mediante el uso de herramientas para analizar grandes conjuntos de datos, por su uso en investigaciones académicas llevadas a cabo por los usuarios, etc. Al mismo tiempo, las bibliotecas deben plantearse si están preparadas para almacenar los datos resultantes de esas investigaciones y ponerlos a disposición de otros usuarios.
Desde mi punto de vista, los profesionales de la información podemos desempeñar esos nuevos roles que requiere esta nueva etapa, que, como viene sucediendo con todos los avances, no supondrá el paso definitivo, sino que seguirá avanzando. Tenemos habilidades y capacidades para recopilar, gestionar y estructurar los datos, convirtiéndolos en información de valor para las empresas y enriqueciendo el conocimiento corporativo, y podemos adaptarnos a un entorno cambiante que requiera cada vez más nuevas aptitudes y actitudes profesionales.
Y es aquí donde podríamos continuar hablando, entre otros asuntos relacionados, de «curación de contenidos», tema ya tratado por otros compañeros y en el que no entraremos en este post por no alargarlo en exceso, aunque a buen seguro lo trataremos de nuevo en el futuro. Mientras tanto, aprovecho para recordaros el post de mi compañera Irene Blanco sobre este tema: «Los «content curators» son los padres«.