Si en el anterior post exploramos algunas de las posibilidades que YouTube ofrece al libro, éstas no acaban simplemente en los booktrailers y las video reseñas bibliográficas. La sencillez de publicación y su facilidad de distribución hacen de esta plataforma una herramienta sensacional —aunque aún no suficientemente explotada— para la edición de contenidos literarios, aquellos que parecen intrínsecamente vinculados al formato librario.
En su amplísimo y exponencialmente creciente catálogo es posible encontrar no pocos ejemplos. Sorprendentemente, es el género lírico —la poesía— el que mejor encaja en el formato videográfico, acaso porque la fuerza de la palabra no depende tanto de la imagen para captar nuestra atención. Así, aquellos ya antiguos “archivos de la palabra” que encandilaron a nuestra generación precedente resurgen a través de YouTube, renovándose para disfrute de los más jóvenes, remisos acaso a la lectura de negro sobre blanco pero no insensibles a la belleza de la palabra. Y así, recuperaremos el mítico “Poema 1968” con la peculiar dicción de Julio Cortázar o las “Soledades” de Mario Benedetti; caeremos en “La trampa” de Nicanor Parra y Gonzalo Rojas nos leerá “La carta del suicida”, Jaime Gil de Biedma describirá “Las noches del mes de junio”, Vicente Aleixandre recitará su “Canción a una muchacha muerta” o Luis Alberto de Cuenca nos invitará a “El desayuno” mientras descubrimos a Alejandra Pizarnik, que tan joven abandonó este mundo que no era el suyo. Con fortuna, algunos vídeos recopilan varios poemas con la voz de un mismo autor, como estos magistrales versos de J. L. Borges:
[youtube WaEAOCTAu9c 420 350]
Lógicamente, no solo de los poetas cointemporáneos encontraremos versos recitados —con mejor o peor fortuna— en Youtube, aunque ya sin el valor añadido de su propia voz. Navegando por esta plataforma resulta sencillo recorrer la historia de la poesía española —por poner un caso—, viviendo la entrada del Cid en Burgos camino del destierro al ritmo de los versos del juglar o de Antonio Machado, llorando serenamente la muerte del padre de Jorge Manrique, asistiendo a la transformación de Dafne en compañía de Garcilaso de la Vega, cantando a la vida retirada de la mano de fray Luis de León o la azarosa y aventurera del pirata como lo hiciera Espronceda, denunciando igual que Quevedo el poder de Don Dinero o —en fin— recordando con Bécquer qué es poesía.
Pero lo que en este momento deseo transmitir es la capacidad de YouTube para utilizarse como herramienta de edición literaria. Casos existen de poemarios elaborados con varios recitadores que ponen voz a diferentes versos de un mismo autor, como éste que recupera un antiguo disco con poemas de Gabriela Mistral; o perfiles como Poetas Andaluces, auténtica antología de la lírica meridional española. Encontraremos video revistas de poesía como La Otra y libros traducidos íntegramente al lenguaje videográfico, como esta versión de los “20 poemas de amor y una canción desesperada” de Pablo Neruda:
[youtube K2E5c81f1pM 420 350]
Y es que el aforismo de la imagen que vale más que mil palabras alcanza su plenitud en la recreación audiovisual, hasta el punto de haberse experimentado en la gran pantalla el empleo del verso como elemento fundamental del guión cinematográfico en la cinta surrealista El lado oscuro del corazón, plagada de versos de Benedetti, Gelman o Girondo:
[youtube pzrBbWyVqlY 420 350]
No es de extrañar, por lo tanto, que algunos creadores opten por integrar diferentes lenguajes para elaborar video poemas en los que imagen, sonido y palabra forman un conjunto indivisible.
Acaso con no tanta complejidad, al tiempo que YouTube se expande e integra en nuestra normalidad diaria como una vía más de información y entretenimiento, surgen los jóvenes poetas que optan por aprovechar su potencial para difundir sus creaciones. Con algo más de 14.000 suscripciones y millón y medio de visualizaciones, Loreto Sesma encabeza una nómina de poetubers españoles que no alcanza las astronómicas cifras de otros jóvenes fenómenos de YouTube, pero que suponen una novísima generación de creadores: Pablo Benavente, Sara Bueno, Nerea Delgado, Alejandra Saiz, Tesa González… Suben en ocasiones sus propios poemas, mientras en otras recogen lecturas de poemas ajenos, recitales poéticos en que participan y aún conciertos en pequeñas e íntimas salas con amigos que ponen música a sus versos. Otros, como Irene X, han abierto la ventana de YouTube cuando sus versos se han vertido definitivamente al papel impreso.
Son —es verdad— una versión moderna de la pasión lírica adolescente —rebelde, ardiente, provocadora, lasciva incluso— que sólo en ocasiones fructificará en poetas consistentes; pero ¿no merecen acaso que les prestemos atención? Al tiempo que juegan con las palabras, experimentan con lo que la tecnología ha puesto en sus manos, rompiendo así el vicioso círculo de la edición impresa tradicional, tan poco provechosa para la poesía. Y no por eso en las bibliotecas debe desdeñarse su esfuerzo. Antes, al contrario, deberíamos brindar oportunidades a estos jóvenes creadores adoptando aquellas fórmulas que a ellos les resultan más atractivas; no sólo ofreciendo nuestros canales en YouTube para difundir sus trabajos —quizá para eso se las pinten mejor solos— sino programando eventos alternativos. Si desde hace años escenarios como el afamado Roundhouse London organizan sus justas poéticas —poetry slam es el término anglófono ahora empleado—, e incluso por nuestra geografía surgen eventos de este tipo, una biblioteca tan alejada como la Mill Valley Public Library organizó ya en 2012 su particular High School Poetry Slam, iniciativa reiterada el pasado año, siguiendo la estela de otras muchas bibliotecas, incluidas las estatales australianas, directamente implicadas en el Australian Poetry Slam.
Vídeo, poesía, YouTube… Un complejo maridaje al que la biblioteca no puede resultar ajeno:
[youtube Ms2Gy_ePmsE 420 350]