Si uno va a Washington D.C. y está interesado en nuestro campo es probable que sienta curiosidad por visitar, entre otros lugares, los Archivos Nacionales de Estados Unidos. Los Archivos Nacionales están abiertos a visitas toda la semana y «la experiencia», como ellos lo llaman, es gratuita.
Lo primero que nos recomiendan al llegar es ir al Teatro William G. McGowan a ver una pequeña introducción sobre el papel de los Archivos Nacionales con un nombre muy atractivo: «La democracia empieza aquí».
[youtube http://www.youtube.com/watch?v=7n3ZZ-UpiR4&w=420&h=315]
En él nos explican todas las funciones del archivo con ejemplos prácticos fáciles de entender para cualquiera.
Los Archivos Nacionales…
- Cuentan la historia de todos.
- Ayudan a entender el pasado.
- Recuerdan la identidad tanto nacional como individual.
- Permiten hacer rendir cuentas al gobierno y a los gobernantes por sus acciones.
- Hacen soñar. (Informándose sobre patentes para crear algo nuevo, por ejemplo.)
- Aseguran derechos, permiten perseguir la verdad y obtener justicia.
A continuación, nos invitan a dirigirnos al piso superior en el que podemos visitar las salas públicas (Public Vaults) con una exposición permanente en la que nos dejan acceder a través de unas pantallas a unos 1100 archivos que forman parte de la historia de Estados Unidos. Desde documentos sobre el caso Watergate hasta documentos sobre avistamientos de OVNIs, pasando por el documento para pedir la ciudadanía que presentó Albert Einstein.
También hay información básica pero interesante sobre la actividad del archivo y la Archivística en general. Desde un mural con dibujos a modo cómic sobre el ciclo que siguen los documentos hasta videos sobre cómo se preparan para afrontar el reto que presenta la documentación digital.
La siguiente sala a visitar es la sala que llaman Rotunda donde podemos ver los documentos originales que configuraron la nación: la Declaración de Independencia, la Constitución y la Carta de Derechos.
La última sala de este piso es la Sala de Aprendizaje Boeing, que sólo abre de lunes a viernes, donde se pueden solicitar copias de los documentos expuestos y hacer pequeñas búsquedas. En ella se organizan actividades para escuelas que visiten el archivo.
Finalmente podemos visitar alguna de las exposiciones temporales en la Galería Lawrence F. O’Brien y salir por la tienda del archivo en la que se escucha de fondo música de los años 20, como In The Mood de Glenn Miller.
¿Qué me ha parecido a mí «la experiencia»? La verdad es que salí encantada de allí. La visita no resulta pesada porque las explicaciones que ofrecen sobre la actividad de los Archivos Nacionales y sus colecciones son muy sencillas pero dejan más que clara su importancia. Lo que verdaderamente me fascina es la habilidad que han tenido para promocionarse convirtiendo algo que a priori podría sonarle muy aburrido a alguien que no tenga interés en este campo en una experiencia que fomenta el interés de los visitantes en saber más sobre su historia y hacer uso del archivo, al tiempo que les descubre el valor del mismo.
Definitivamente es una visita recomendable, que además hará a salir a más de uno con un cierto orgullo, como diciendo «Sí, yo soy (o voy a ser) archivero/a ¿Qué pasa?». 😉