Seguro que a lo largo de estos últimos años, tal vez a lo largo de la experiencia profesional bibliotecaria de los compañeros que nos leéis, hayáis tenido ocasión de recibir donaciones de usuarios, tanto habituales como esporádicos. En las bibliotecas públicas este tipo de movimientos de colecciones privadas es relativamente frecuente, pero he observado que en estos tiempos de crisis y falta de recursos económicos para renovar las colecciones es una tendencia cada vez más en alza. ¿Será sólo circunstancial o tal vez sea que nuestros lectores consideran a la biblioteca el mejor lugar para hacer llegar los libros que ellos ya no necesitan o que no pueden albergar en sus casas por falta de espacio? El refrán dice que es saber no ocupa lugar pero esto no es del todo cierto pues bien sabemos los profesionales de las bibliotecas y también todos aquellos que amamos los libros y disfrutamos conservándolos para su consulta o lectura tanto en casa como en los lugares de trabajo o espacios de ocio, que los libros ocupan mucho espacio. Ya trató este tema nustra compañera María Benítez, planteando el dilema de aceptar o no las donaciones . Por ello llegan momentos en los que se hace necesario sopesar si es conveniente buscar otros espacios para nuestros tesoros escritos y aprovechar que otros lectores puedan a su vez disfrutar de ellos. Es el momento de pensar en el tema que nos ocupa hoy: las donaciones de libros a las bibliotecas.
Factores importantes a la hora de gestionar donaciones
Se puede analizar el asunto tanto desde tres perspectivas: la de los donantes, la de los receptores y la de las condiciones específicas de gestión de las donaciones: lectores y bibliotecas y características y uso de las donaciones.
Primero, pensamos en los lectores y la tipología de éstos a la hora de hacer donaciones de material a las bibliotecas.
- Donaciones de lectores habituales: son usuarios asiduos de las bibliotecas, las disfrutan y visitan con frecuencia. Participan de las actividades que se desarrollan en ellas, forman parte de sus clubes de lectura, en definitiva, aprecian las bibliotecas como su segunda casa y por ello hacen donaciones sabiendo que la biblioteca, su biblioteca de toda la vida, albergará los fondos y los pondrá a disposición de otros lectores y así contribuirá a enriquecer su comunidad. Estos son los lectores ideales, que apoyan y hacen que las bibliotecas tengan su razón de ser, que no es otra que servir a su comunidad e implicarse con ella para hacer que los usuarios la consideren algo importante en sus vidas.
- Donaciones de lectores esporádicos: son usuarios que en muchos casos no tienen el carné de la biblioteca, no la visitan apenas y rara vez participan de las actividades ofrecidas por la biblioteca. Acuden puntualmente a buscar información o recursos para necesidades concretas pero no acaban de implicarse en la biblioteca. Estos son siempre bienvenidos y se les recuerda siempre todo lo que la biblioteca les puede aportar y por ello agradece que se acuerden de ella a la hora de ofrecer aquellos libros que ya no necesitan en casa y les ocupan un espacio que precisan para otras cosas, pero valoran los libros de algún modo para descartar tirarlos a los contenedores de reciclado de papel.
- Donaciones de lectores ni-ni: ni leen, ni frecuentan la biblioteca, pero sienten cierta culpabilidad por tirar al contenedor los libros que llenan sus estanterías y no les interesa conservar. En los momentos de deshacerse de numerosos libros que ni siquiera han leído, normalmente alguien les recuerde que en su pueblo/barrio/ciudad hay unos lugares desconocidos que recuerdan aburridos y sórdidos desde su infancia, llamados bibliotecas que a lo mejor los aceptan antes de siquiera pensar en tirarlos, pero no al contenedor de papel sino directamente al basurero. Son colecciones de hijos que volaron de casa, de esposos o esposas lectores, de herencias familiares, etc. Estos donantes entran con cierto reparo a la biblioteca pensando que se les reprochará su ausencia o desconocimiento pero se sorprenden al comprobar que el bibliotecario o bibliotecaria no es un ser venido del más allá con gafas y traje gris, sino un ser de este mundo, un profesional que lidera una institución abierta y moderna, que está al servicio de sus usuarios y que agradece siempre que sus potenciales usuarios se acerquen a la biblioteca para en este caso aportar algo muy valioso a su comunidad: sus propias colecciones de libros.
- Donaciones de entidades, duplicados, publicaciones editadas por organismos oficiales: este tipo de donaciones son relativamente frecuentes y responden por una parte a la legislación propia de cada comunidad autónoma u organismo oficial de publicar libros de interés para la región o la entidad pública en cuestión, y también por el apoyo a la edición nacional, regional o local y en el caso de donaciones de duplicados de otras bibliotecas supone una solución a los problemas de espacio de almacenamiento que siempre están presentes en las bibliotecas. El problema de espacio afecta tanto al donante como al receptor, pero en muchas ocasiones las donaciones de grandes bibliotecas con más posibilidades y recursos suponen una inyección de recursos formativos e informativos para aquellas bibliotecas más pequeñas que pasan por dificultades para renovar colecciones o para completar sus fondos con obras de validez atemporal.
Segundo aspecto a tratar: las bibliotecas y sus propios métodos de gestión.
- Libertad a la hora de aceptar las donaciones: hay una condición ineludible a la hora de aceptar las donaciones de libros y material por parte de donantes particulares y es que hay que dar libertad al criterio del personal bibliotecario que dirige la biblioteca receptora. En algunas ocasiones las donaciones no presentan las mínimas condiciones de usabilidad y por ello los bibliotecarios advertirán al donante que antes de disponer de la donación para aumentar la colección de la biblioteca se revisará minuciosamente el material donado y se dispondrá del mismo según su pertinencia, es decir, decidirá si su estado de conservación es aceptable y su contenido pertinente para uso en la biblioteca. En caso de no engrosar con las donaciones los fondos de la biblioteca, el responsable de la misma se deshará de los ejemplares que no cumplan las condiciones requeridas.
- Aceptación, revisión y utilización de las donaciones: punto relacionado con el anterior. El profesional bibliotecario decidirá qué uso se da al material que recibe en donación, una vez revisado su estado y contenido y hará constar en los ejemplares que finalmente ponga en uso que proceden de una donación particular, incluso hará constar el nombre del donante si a petición del mismo éste quiere que se haga referencia a su identidad en los ejemplares donados o estas donaciones tienen condiciones de uso por parte de los donantes, lo que debe respetarse escrupulosamente siempre que el responsable bibliotecario lo considere aceptable y no perjudique los intereses y servicios inherentes a la biblioteca.
- Justificación de las donaciones: en el caso de recepción de donación de material por parte de instituciones o entidades oficiales, se hará un registro de la donación con copia que se entregará a la entidad donante. En el caso de donaciones particulares, se hará un certificado de donación para entregar al donante si este lo solicita y si no lo solicita se hará constar en la catalogación y en el material donado su procedencia.
- Gestión del material recibido en donación: el bibliotecario receptor se encargará de decidir el destino final del material recibido en donación, valorando su contenido por lo que lo preparará bien para consulta bien para su uso en préstamo.
- El problema del espacio: el espacio de almacenamiento es siempre un problema latente en las bibliotecas, pues hay que debatirse entre la necesaria conservación de materiales de validez atemporal y la necesidad de renovar las colecciones constantemente. Por ello, a la hora de aceptar donaciones y de ponerlas a disposición de los usuarios siempre habrá que tener en cuenta las disponibilidades espaciales y habrá que optimizar el espacio y concienciar a los últimos responsables de las bibliotecas de la constante ampliación de espacios en las mismas, para mejorar en colecciones y servicios.
- Política reglamentaria para las donaciones: en el reglamento de cada biblioteca deberá constar un apartado específico en el que se aborde y reglamente el tema de las donaciones, y una vez aprobado se deberá respetar y a su vez se diferenciará según sea la tipología de la biblioteca receptora.
El tercer aspecto a analizar es la tipología de las colecciones donadas:
- Colecciones eclécticas: hay donaciones que albergan títulos de todos los temas e infinidad de autores.
- Colecciones de especial valor bibliográfico: estas donaciones requieren un especial tratamiento tanto técnico como de conservación y uso.
- Colecciones de temáticas concretas: responden a colecciones particulares de profesionales que se han ocupado de atesorar ejemplares centrados en su ámbito profesional o gustos concretos.
- Colecciones obsoletas: las menos aprovechables pues tanto por su obsolescencia como su estado de conservación la mayoría de las ocasiones no se pueden aceptar para aumentar las colecciones de la biblioteca receptora.
Toda esta tipología de material de donaciones puede diversificarse y debe en primer lugar, como se ha dicho antes, analizarse y revisarse con detenimiento para comprobar si son pertinentes como futuros nuevos fondos de las bibliotecas receptoras. Pero en el caso de ser colecciones de especial valor bibliográfico será preciso dar cuenta del mismo a la entidad encargada de valorar si deben incluirse dentro del Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico, y en el último caso, en que el material sea obsoleto, se seguirá la política establecida en el reglamento de la biblioteca receptora y si finalmente se decide prescindir de este material se destruirá del modo más adecuado o se llevará a contenedores de reciclado.
En resumen
Las donaciones en las bibliotecas se han convertido en práctica habitual a la hora de completar fondos bibliográficos pero siempre hay que valorar tanto el material, la validez del mismo, las disponibilidades de espacio, las características de la propia biblioteca como la pertinencia de añadir estos fondos a las colecciones. Es un modo más de aumentar la cantidad y la calidad del valor de los fondos de las bibliotecas. Pero por supuesto no significa que no se deba invertir en novedades, nuevas tecnologías y todo tipo de soportes. Es un aspecto más de la profesión bibliotecaria.
Muy buen artículo sobre un tema que todos los días nos pasa. La mayoría de las personas no pueden decir este libro lo tiro, nos duele desprendernos de ellos y pensamos que el mejor lugar para archivarlos sería una biblioteca, debemos de pensar que nos gustaría encontrar en las bibliotecas cuando las visitamos, libros viejos y que nadie quiere o el libro que me gustaría leer??
Gracias por tu comentario Celia. La verdad es que a la gente le cuesta, afortunadamente, tirar libros. Y lo ideal es acudir a la biblioteca más cercana a donarlos. Lo malo es que siempre tenemos problema de espacio y hay que valorar muy bien las condiciones de las donaciones y la calidad e interés de las obras recibidas. En todo caso, en principio hay que aceptar las donaciones y respetar las condiciones de los donantes, siempre que enriquezcan las propias colecciones de las bibliotecas.
Saludos, Mercedes
Muy interesante la entrada, que contempla un problema actual. Me da muchísima pena cuando veo libros junto a los contenedores, pero comprendo
(ay, salió el comentario antes de terminar. Sigo…) comprendo que las bibliotecas no tienen espacio para todo ni todo interesa. ¿Tienen algún servicio de información con alternativas para dar libros? (entidades benéficas, hospitales, etc.) Eso creo que serviría a muchas personas. ¿Qué hacen las bibliotecas con los libros de esas donaciones que no interesan?
Hola Eva:
La verdad es que el problema de espacio está siempre presente en las bibliotecas. Pero en el caso de las donaciones. ha de establecerse una política adecuada para admisión y disposición de las donaciones recibidas, es decir: tener libertad para ver si es pertinente poner al uso los ejemplares recibidos. En el caso de que no interesen, se advierte al donante que se ofrecerán esos libros a entidades que puedan usarlos (ONG, recogida de libros de segunda mano obsoletos por parte de librerías, mercadillos de libros, etc). En cuanto al problema del espacio, hay que hacer periódicamente expurgo de ejemplares en la biblioteca y disponer también de depósitos fuera del espacio de acceso libre o de préstamo para retirar de circulación los ejemplares menos utilizados o prestados. Espero haber respondido a las cuestiones que planteas. Y gracias por tu comentario.
Uno de los aspectos que no sé si es a tener en cuenta, pero que a mi personalmente me interesa, es el tratamiento fiscal de esas donaciones. Hablando de mi caso, la biblioteca personal con más de 3.000 volúmenes, valorada ahora mismo en unos 28.000 euros, al precio actual de determinados libros. ¿Tiene tratamiento fiscal, en el sentido de desgravación, ese montante económico donado a una Biblioteca pública?
Hola Toñy:
Gracias por tu comentario. Y sobre la cuestión que planteas, he estado informándome y en principio, a pesar del valor económico que indicas que tienen los libros, no se contempla la desgravación fiscal de esas donaciones. Sí habría desgravaciones en el caso de hacer aportaciones económicas justificadas debidamente, y que se declaren a hacienda, pero se trata de aportaciones económicas que se invierten en realización de actividades, adquisiciones y proyectos culturales. De todos modos, seguiré indagando y te informaré al respecto.
Gracias por leernos, saludos cordiales,
Mercedes
Hay donaciones que son bienvenidas, por ejemplo, las efectuadas por profesores e investigadores que dejan libros recientemente escritos por ellos o escritores locales.
Pero, por desgracia, hay mucha morralla (por decirlo claro) en las donaciones que reciben las bibliotecas universitarias o públicas. Muchas veces, los donantes son los típicos que hacen mudanzas y encasquetan decenas de libros porque les da pena tirarlos, aunque muchos de ellos probablemente no tengan interés para las bibliotecas receptoras.
También está la cuestión del espacio: las bibliotecas de nueva creación reciben con los brazos abiertos casi cualquier tipo de donaciones, mientras hay otras que están muy saturadas y sólo las permiten de forma excepcional, incluso aunque se trate de libros interesantes para su fondo.