África y sus nacientes bibliotecas

Hagamos un experimento: si te digo la palabra «África», ¿qué es lo primero que piensas?

Probablemente, tu cerebro haya procesado una serie de imágenes, aflorando algunos de los siguientes términos, que se habrán pegado entre sí para ser los primeros en expresar aspectos relativos a ese continente:

guerras, Estado Islámico, pirámides de Egipto, Nelson Mandela, hambre, diamantes de sangre, «We are the World», Sahara, Sudáfrica, sequía, colonialismo, cayuco, imperialismo, virus, matanzas, etnias, tribu masai, Kilimanjaro, ISIS (es lo mismo que Estado Islámico), Saïd Aouita, Nefertiti, machismo, leones, racismo (asociado a Sudáfrica y Nelson Mandela), esclavitud, epidemias, familias numerosas, enfermedades, arena del desierto (asociado al Sahara), atraso, apartheid (asociado de nuevo a Sudáfrica y Mandela, y es lo mismo que racismo), patera (relacionado con cayuco), tercer mundo, Daesh (es lo mismo que ISIS y Estado Islámico), beduinos, serpientes, dictadores, ablación genital, Australopithecus afarensis, tormentas de arena (más arena), Indiana Jones (otro imperialismo), rally París-Dakar, río Nilo, atletismo, machetes, Unprofor, niños soldado, …

Bandereas de África
Banderas de los países de África (imagen reproducida del libro Perdidos en el espacio, editado por V&R Editoras)

¿Te das cuenta? Tendemos a asociar ese continente con muchos términos negativos, algunos con un significado igual o parecido, y otros centrados en aspectos conocidos de un solo país. En esta forma de ver las cosas ha influido decisivamente nuestra sociedad capitalista, la misma que ha explotado ese territorio y la que difunde imágenes cargadas de esa negatividad para alimentar los distintos medios de comunicación, las cuales absorbemos con rapidez, almacenándolas en nuestro particular «banco de memoria de lo malo».

Por eso, como el cerebro trabaja sobre esa negatividad, nos nubla de tal manera que no somos capaces de aportar otros término complementarios a aquellos, teniendo en cuenta que África también es sinónimo de cultura, archivos, escritores, libertad y bibliotecas. Sí, porque aunque no lo creas, hay bibliotecas en el continente de la luz y su historia va más allá de la mítica de Alejandría, aunque condicionadas por los conflictos bélicos que se desarrollan en muchos de sus países, a pesar de sus altas tasas de analfabetismo y de la necesaria ayuda exterior para paliar este déficit en aras de su desarrollo cultural.

La otra realidad es la que trato de acercarte a través de lo que sucede en tres países sometidos a esa negatividad histórica, que ha condicionado el desarrollo de una política bibliotecaria efectiva y que se encuentra con numerosos obstáculos internos y externos para cumplir su verdadero cometido.

Angola

Animación a la lectura en Ángola
Animación a la lectura en Ángola (imagen reproducida de la web de la Biblioteca Nacional de ese país)

Angola estuvo sometida a una guerra de Independencia (1961-1974) tras el colonialismo portugués, a la que siguió otra de carácter civil (1975-2002). Esto ha frenado cualquier idea de crear bibliotecas porque la política cultural era imposible de desarrollar en medio de este caos, hasta el punto que su Biblioteca Nacional tenía en 2002 un fondo formado por 84000 volúmenes, la Biblioteca de la Universidad de Luanda (1963) unos 75000 volúmenes, la Biblioteca Municipal de Luanda sobre 30000 volúmenes, la Biblioteca de Dirección de Servicios Geológica y Minera (1914) en Luanda unos 40000 volúmenes y la Biblioteca de Centro Nacional Histórica (1982) con 12000 volúmenes. Más allá de Luanda, no existe nada.

Sumido en el atraso y en infinidad de guerras civiles, en 2010 el gobierno angoleño comenzó a construir la Red de Bibliotecas de Medios de Comunicación Angoleña, que se presentaba como un conjunto de infraestructuras distribuidas por diversas provincias del país para facilitar el acceso a la información y el conocimiento a todas las personas. Esas bibliotecas se dotarían de los correspondientes libros -a saber cuáles-, recursos multimedia y ordenadores con acceso a Internet, así como con las correspondientes áreas para la lectura y todo el dinamismo propio de estos centros de la cultura.

Las proyecciones futuras basadas en ese plan de trabajo prevén el establecimiento de una biblioteca de medios de comunicación en cada provincia hacia 2017, acercando además este tipo de bibliotecas a otras poblaciones más aisladas del país. En principio, y según los datos aportados por dicho centro, las bibliotecas de medios de comunicación móviles ya funcionan en las provincias de Luanda, Malanje, Uíge, Cabinda y Sur Lunda.

Namibia

La población de Namibia sufrió el apartheid de manos de Sudáfrica, que lo ocupó de manera temporal en forma de mandato tras la primera guerra mundial, acompañada de una larga guerra hasta que dicho país lo abandonó, siendo en 1989 cuando eligió su primer presidente tras su independencia.

La Biblioteca Nacional de Namibia, convertida en sede del depósito legal y en biblioteca de derecho de autor, se creó oficialmente el 1 de abril de 1994, inserta dentro de un proceso lento de renovación nacional tras lograr esa independencia política. Inicialmente, se trataba de otra biblioteca sin un proyecto claro de pervivencia en el tiempo, hasta el punto que compartía sede con el Ministerio de la Educación, pero la defensa férrea del patrimonio nacional determinó el impulso necesario para reubicarla en un nuevo edificio en Windhoek, su capital, justo entre la sede de Kenia House y la de Trustco Holding, inaugurándose en marzo de 2000.

Este centro hunde sus raíces en el período de ocupación alemana a través de la Bibliothek des Kaiserlichen Gouvernements, y perteneciente al gobierno alemán de África Sudoccidental. La biblioteca fue fundada en 1926 como la Biblioteca de la Asamblea Legislativa, con una colección núcleo de la biblioteca establecida por los alemanes, si bien en 1960 el Departamento de Educación se hizo cargo de su gestión.

En relación a sus fondos, destacan la denominada «Colección de Namibia», integrada por unos 15000 volúmenes relacionados con el país, junto a 78 títulos de periódicos, y la «Colección Africana», por unos 10000 volúmenes y publicaciones periódicas de la época colonial alemana.

Guinea Ecuatorial

Vestíbulo de la Biblioteca Nacional de Guinea Ecuatorial
Vestíbulo de la Biblioteca Nacional de Guinea Ecuatorial

La excolonia española logró su independencia en 1968 y desde hace más de tres décadas está gobernada por Teodoro Obiang bajo una férrea dictadura.

Este país sigue sumergido en problemas de índole político y los aspectos culturales están fuera de las preferencias de ese gobierno, tanto que hubo que esperar a 2009 para que se inaugurase la primera Biblioteca Nacional de Guinea Ecuatorial en Malabo, actuando además como cabecera del sistema bibliotecario guineano. En este caso, también se siguió el mismo parámetro de reutilizar otras infraestructuras existentes al ubicarse en el antiguo edificio propiedad del escultor Leandro Mbomio Nsue (1938-2012), inmueble que fue rehabilitado entre 2007 y 2008.

No podemos precisar a cuánto asciende actualmente su fondo bibliográfico ni su origen ni materias, pero en 2009 se anunciaba a bombo y platillo que contaría con 60.000 volúmenes, si bien se trataría de una cifra propagandística del Gobierno para ensalzar esta nueva propuesta, que oculta la realidad de un país desolado por el analfabetismo. Tampoco es de extrañar que se anunciase a bombo y platillo su página web, pero a día de hoy no está más que muerta.

Al frente de la misma estuvo la actual ministra de Cultura y Turismo, Guillermina-Mekuy Mba Obono, licenciada en Derecho y en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Madrid y «escritora», colocada a dedo por el régimen dictatorial, destacando por malgastar dinero público para uso personal, entre otras acusaciones. Se trata de la primera persona que se hizo cargo de esa biblioteca entre 2008-2010, lo que vino derivado de sus atribuciones como Directora de Bibliotecas y Museos de Guinea Ecuatorial.

Este centro nació como un organismo estatal y sus empleados fueron contratados como funcionarios de diferentes niveles, si bien la idea era que a finales de 2009 se convirtiese en una institución pública e independiente, lo cual daría pie a generar sus propios estatutos, con la correspondiente autonomía financiera, que dependería orgánicamente del Ministerio de Cultura.

En 2014 Guillermina apuntaba que la propia Biblioteca Nacional estaba creando la Editora Nacional, así como que se estaba desarrollando un plan de fomento a la lectura y la creatividad literaria, sobre todo en relación a las mujeres, un plan que enfatizaba más el carácter competitivo y publicitario que atender a los desequilibrios internos del país en materia de analfabetismo y dotación de infraestructuras bibliotecarias y culturales:

La Biblioteca Nacional, está creando ya la Editorial Nacional para fomentar lo que es la cultura, para que las niñas escriban. Hay un concurso literario que ha hecho la Biblioteca Nacional; un premio, que va a llevar el nombre del Jefe de Estado, donde se va a dar una beca de estudios en los Estados Unidos para el primer premio. Todos los estudios estarán pagados y estará costeada la residencia. Vamos a hacer un seguimiento de la gente que gane. Desde el mismo momento que gane, se va a publicar su libro. Y estamos creando un programa de kioscos de prensa que va a haber en el país; porque estamos apostando por la cultura y realmente nos interesa leer libros de los mismos guineanos.

No hay datos fiables de la composición de esa biblioteca y las diversas noticias se centran en ensalzar la labor de Guillermina en aspectos tan banales como la decoración y la supervisión la contratación de los empleados, todos afines al régimen. No obstante, se detecta una especie de reconstrucción literaria nacional en el sentido de que se desarrollaría una política desde la propia Biblioteca Nacional para recopilar todos los títulos escritos por «autores nativos», así como aquellos reconocidos internacionalmente que hiciesen mención a Guinea, a lo que se suma otro proceso de reconstrucción de la historia del país mediante todo tipo de documentos.

Mientras tanto, las relaciones entre España y la excolonia de Guinea Ecuatorial han servido para que distintas instituciones (Ministerio de Cultura, Presidencia del Gobierno, Ministerio de Exteriores y Cortes Españolas) aporten fondos a dicha biblioteca en forma de una colección de facsímiles como base a partir de la cual ir llenando sus estanterías; otro efecto propagandístico para cubrir ese vacío patrimonial con aportaciones externas y publicitarlo como ejemplo de las relaciones existentes entre ambos países, que en realidad es otra cortina de humo para garantizar la continuidad de las inversiones españolas en el país, de las cuales se beneficia Obiang para mantenerse en epoder.

La línea directriz a seguir se centraba en reunir las obras manuscritas de autores antiguos y modernos, así como la totalidad de impresos publicados por autores guineanos, lo que da idea del desconocimiento de la propia historia del libro en ese país. Para ello, se diseñó un amplio programa con numerosos proyectos, pero en esencia era demasiado pretencioso y teórico, sin atender a la realidad del analfabetismo del país y con un fuerte corte propagandístico, basándose en algunos de los siguientes puntos:

  • Finalizar la construcción del antiguo Centro Cultural Hispanoaguineano para albergar los numerosos fondos de la antigua Biblioteca de Santa Isabel.
  • Culminar la restauración de La Casa Verde y ponerla en funcionamiento como museo, en el que se reuniría toda la obra cultural guineana relacionada con pintura, escultura y fotografía.
  • Gestionar la adquisición de bibliobuses para difundir la lectura por todos los rincones del país.
  • Construir y distribuir quioscos de prensa y libros en todo el país.

Por último, debemos incidir en que la política bibliotecaria gestada desde la Biblioteca Nacional está aún en pañales, con un excesivo y suntuoso marco teórico que tiene como fin ensalzar la ciudad de Malabo, pero que se aleja de una realidad nacional que le sigue siendo ajena. Esperemos que no se cumplan las propias palabras de Guillermina cuando afirmaba que «a veces se habla pero se queda en el olvido».

Francisco Javier León Álvarez

Colaborador en BiblogTecarios Rodeado de libros en la B. P. M. de La Orotava (Tenerife). Gestiono Ediciones La Gárgola Despierta y me interesan los aspectos sociales y culturales relacionados con los países del tercer mundo.

8 respuestas a «África y sus nacientes bibliotecas»

  1. Hay una página consagrada a cambiar esa imagen de África que mencionas al principio, literafrica, que tiene su apartado de bibliotecas para acercarnos a la realidad de esos centros. A mí me sorprendió el caso de Eritrea, por añadir otro, un país que parece bastante «tocado» pero que aún así tiene sus bibliotecas, como la de Keren o Asmara

    1. Efectivamente, tenemos una imagen de África como un continente maligno donde solo impera la destrucción y eso es producto de esta sociedad de consumo donde la información que nos llega es muy sesgada y manipulada.
      Por otro lado, no conocía dicha página, así que tomo nota para replantear una ampliación de este post o utilizarla con un nuevo enfoque para divulgar aspectos culturales y literarios de ese inmenso paraíso.
      Gracias Félix por leer el post y, sobre todo, por tu comentario. Un abrazo!!

    2. Me ha gustado mucho el artículo.
      Hace tiempo que empecé a escribir sobre las bibliotecas africanas creando, como ha señalado Félix (muchas gracias por tus palabras y tu interés), un apartado para ellas (esos templos…). En el último artículo que escribí hice un intento de aglutinar y resumir para dar una imagen más actualizada de las mismas ya que oscilan entre tener que utilizar el ingenio para llegar a la gente hasta la implantación de tecnología digital.
      Junto a las Bibliotecas Nacionales que mencionas en tu texto, hay gran cantidad de pequeñas iniciativas llenas de pasión por la literatura y el conocimiento. En Guinea Ecuatorial, en la isla de Annobón, unos jóvenes levantaron ellos mismos con los recursos que pudieron una para paliar la carencia de un sitio así, tan necesario.
      Sin duda, las bibliotecas públicas se convierten en puntos de acceso a la información y a la comunicación para las personas en sus comunidades.
      Prometo seguir investigando.
      Un abrazo. Sonia

      1. Ante todo, gracias Sonia por haberte leído el post y por tu amplio comentario.
        Vivimos en una sociedad inmersa en las nuevas tecnologías de la información, el individualismo y el consumismo. Evidentemente, no todo lo que nos rodea es negativo, pero sí olvidamos otras realidades donde un simple libro se convierte en el tesoro más apreciado y, dentro de ese espectro, están las bibliotecas y archivos, muchas desconocidas para el mundo occidental, pero que cumplen su cometido gracias al esfuerzo y tesón de gente anónima para llevar la cultura a su respectiva sociedad.
        Las bibliotecas en África están ahí, sobreviviendo, malviviendo y desarrollándose, y ejemplos como el que tú indicas nos abren los ojos para demostrar que el poder para transformar el mundo radica en las propias personas, en su solidaridad y empuje, pero también necesitan un apoyo externo.
        Te tomo la palabra a ver con qué nos sorprendes sobre este apasionante viaje por el viejo continente y, si quieres, incluso podríamos escribir algo a medias.
        Un abrazo africano desde el sur.
        Francisco

  2. Buenas tardes,
    ¿Tienes algún listado de bibliotecas de habla francesa?
    Nos gustaría enviarles un dossier monográfico sobre convivencia y educación que les podría ser útil.
    Les enviaríamos sin coste alguno y tampoco sin pedir nada a cambio.
    Somos una asociación sin ánimo de lucro.
    Gracias,
    Carme

    1. Buenas tardes Carme.
      Gracias por leer y comentar el post sobre las bibliotecas en África.
      Respecto a dicho dossier, estaría encantado de recibirlo. Si no te importa, te puedes poner en contacto conmigo por correo electrónico y te facilito una dirección.

      Saludos,
      Francisco Javier León

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