Hace varios meses escribí sobre las bibliotecas y la libertad, una visión modesta y puede que pecaminosa por ignorante sobre ese nexo inseparable que tiene ambos conceptos, y la suma importancia de una biblioteca dentro del marco penitenciario como una herramienta necesaria para el aprendizaje, la reeducación y reinserción del preso.
Hoy quiero acercarme desde la distancia que marcan las latitudes geográficas a aquellas bibliotecas que forman especialmente parte de la libertad de muchos, cuyo presupuesto económico, cuyo fondo bibliográfico, cuyas tecnologías, cuyas instalaciones, cuyas políticas tal vez conformen una adversidad peor que la nuestra, en un quizá -inverosímil claramente- sean peor las circunstancias de las que cada biblioteca española pueda enfrentarse en el día a día; sin embargo, a pesar de esa desventura constante, en aquellas bibliotecas algo reluce, y puede que sea el ingenio, la perseverancia y la ilusión por el trabajo que se lleva a cabo en muchas bibliotecas de Latinoamérica.
Tal vez sea una batalla inútil girar en esa espiral absurda ya de manifestarnos como acomplejados o “víctimas”, de expresar una honra profesional que, a veces, no hace falta, e incluso es tonta y hasta patética cuando recurrimos a enunciar tópicos que dicen otros, cuando posiblemente no sea conveniente. ¡Pobres ignorantes, perdónalos porque no saben lo que dicen! Hablar de la imagen bibliotecaria es ya un cliché que se tiene que evitar; si no es así, la mala imagen la podemos dar nosotros. Esta vez de aburridos y cansinos de verdad. Es cuestión de actitud, como todo. Lo importante, pienso yo, está en la cuestión del asociacionismo, la falta de éste. la falta de exigencia que se ha mostrado a los políticos pertinentes. Con esto, no quiero decir que no se haya progresado, se ha hecho y mucho. Y creo que esto irá a más si hay cohesión y voluntad por nuestra parte.
Tal vez porque aquí algunos o la gran mayoría -nunca se sabe exacto cuántos son, pero más bien lo segundo que lo primero- se nos suba demasiado el ego, pues somos aficionados a las luchas de éste, el combate de yo es la marca genética española per se. Véase también, porque aquí emprender simplemente lo entendamos en prepararnos y aprobar unas oposiciones, obtener un trabajo vitalicio bien remunerado y alardear de poder tener el titulo noble (o nobiliario para algunos) de alto funcionario con el camarada del trueque que se preste. El yo y la circunstancia, que diría Ortega y Gasset. acentuado en la caricatura española.
Bien es sabido que esta idea se encuentra introducida casi a nivel neuronal para muchos o para la gran mayoría.Falta de ilusión, de motivación y de vocación quedan relegadas en un plano casi inexistente a ojos vista. Con esto lo que pretendo es que a veces falta ese “voluntariado” que ha conseguido tantos buenos resultados por medio de las Bibliotecas “populares” de Argentina o Chile y demás países de la zona. Que conste, que con esto no quiero decir que una biblioteca sea una ONG, pero a veces nos falta ese punto de entrega, ese “cuentacuentos” que se diría en el VIII encuentro de Biblioredes.
Tal vez debamos aprender más de nuestros vecinos, de Iberoamérica, que, parece que le hemos prestado el idioma solamente, y no queramos enriquecernos de su cultura y sus prácticas en nuestro campo de saber.
Un ejemplo es Biblioredes, programa de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos DIBAM de Chile nacida en 2002 con el objetivo de
transformar a las personas en agentes de desarrollo cultural y social desde las Bibliotecas Públicas y el ciberespacio, y así, superar el aislamiento gracias a Internet y las nuevas tecnologías digitales.
Representa, pues, la labor de luchar en contra del analfabetismo básico, digital e informacional, trabajar duro para reducir la brecha digital facilitando así, el desarrollo social y cultural a los más desfavorecidos. Por citar algunos ejemplos de proyectos (de los muchos que existen), destacaría su proyecto de alfabetización digital en las zonas rurales de Chile, que ha logrado la formación informacional de un cuarto de millón de chilenos que vivían en condiciones adversas, para poder acceder a las tecnologías de la información e integrarse en la sociedad de la información y del conocimiento, cuando antes el 32% de la población chilena sólo tenía acceso a Internet y no contaba con recursos indispensables para el desarrollo humano.
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El Encuentro comenzó con un cuento, y no podía ser de otra manera porque con BiblioRedes parece que estás en un cuento hasta que conoces a sus protagonistas, los ves de cerca, hablas con ellos, con una, diez, cien personas…parece que todos son cuentacuentos, hasta que terminas creyéndotelo.
Estas son palabras de la bibliotecaria y docente Nieves González, que escribió en su bitácora sobre el VIII Encuentro de Biblioredes realizado el pasado mes de Junio.
quizá el éxito de Biblioredes esté precisamente en eso, en saber pedir.
Pues eso, quizá, quizá debamos aprender más de cómo ser un “cuentacuentos” y dejarnos de otros cuentos… o ¿no?