La puesta en marcha de un servicio de bibliobús no siempre es una tarea fácil, pues previamente a la consecución de un presupuesto que lo sostenga, es preciso convencer de su conveniencia y utilidad, y más concretamente dentro del sistema o plan vigente de prestaciones bibliotecarias. Si esto ya de por sí podría plantearse como una empresa ardua, cómo hubiera podido ser hace cuarenta años.
Si el primer bibliobús de la antigua Dirección General de Archivos y Bibliotecas echaba a andar en noviembre de 1953, ya desde agosto de ese año diferentes directores del Centro Provincial Coordinador de Bibliotecas de León defienden uno para su provincia, atendiendo a sus cualidades de flexibilidad y dinamización de los servicios bibliotecarios en un territorio muy extensa y con un alto porcentaje de población rural.
A pesar de que el sistema provincial se había concebido como tal en 1948, nacimiento del Centro Provincial de Bibliotecas de León, el avance del mismo no había sido el esperado al llegar a los años 70, contrariamente a la profusa labor de los bibliotecarios que se sucedieron en la Dirección del Centro, demasiado ocupados en derribar obstáculos que poco o nada tenían que ver con su labor profesional diaria.
Esta situación fue determinante para que, entre otras cosas, no existiera un Reglamento hasta 1960 que posibilitase paulatinamente el alejamiento del Centro de la asfixia potítico-institucional que venía sufriendo de años atrás en su día a día.
Los servicios bibliotecarios destinados a las poblaciones sin biblioteca se centraban en el envío de maletas viajeras y en la creación de agencias de lectura (puntos de préstamo gestionados por un voluntario local).
En 1970 se repartían por toda la provincia de León noventa agencias de lectura, sin embargo su funcionamiento y sus resultados eran muy deficientes, pues la mayoría estaban abandonadas, apenas asistían a la renovación de sus fondos, se concentraban masivamente sólo en dos comarcas (Páramo y Tierra de Campos), los ayuntamientos omitían las partidas presupuestarias a las que estaban obligados para su mantenimiento, el régimen de voluntariado hacía aguas enseguida y no libraban las estadísticas de su labor.
La llegada de José María Fernández Catón, en 1970, como nuevo director del Centro Provincial Coordinador de Bibliotecas supuso un punto y aparte, pues se propuso modificar la situación mediante la implantación de sucesivos planes de bibliotecas, en el primero de los cuales ya se defendía el fomento en la construcción de nuevas bibliotecas, la reducción del número de agencias de lectura y la creación de un servicio de bibliobuses.
José María Fernández Catón, persona de una valía profesional e intelectual fuera de lo común, ideó una estrategia sencilla pero efectiva para sacar adelante su propósito de conseguir “una trasformación del servicio bibliotecario de la provincia con mayor efectividad, aprovechamiento y agilidad por medio del servicio de bibliobuses”. Dichas estrategia se basó en dos pilares principalemente: reunir a las máximas autoridades de las administraciones implicadas para que conocieran sus planteamientos al mismo tiempo y convertir una debilidad, las agencias de lectura, en una fortaleza, el aprovechamiento de sus recursos para dotar un bibliobús.
Efectivamente, el 14 de diciembre de 1971, Fernández Catón expone su Plan Bibliotecario en sesión del Patronato del Centro Coordinador ante el Director General de Archivos y Bibliotecas, Sánchez Belda, y el Presidente de la Diputación de León, Antonio del Valle Menéndez, solicitando “al menos un bibliobús” como la mejor opción en la provincia para agilizar y dinamizar unas prestaciones bibliotecarias mortecinas que languidecían de mano de las agencias de lectura, sistema que además garantizaba la gestión directa de las mismas contrariamente al sistema utilizado hasta ese momento.
La respuesta afirmativa del Ministerio tardó en llegar año y medio en favor de un vehículo (abril de 1973). La agencias de lectura se suprimieron en 1972 (excepto cuatro), medida que sólo sería efectiva con la puesta en marcha del nuevo bibliobús, el 28 de enero de 1974. De todo ello se cumplen ahora cuarenta años.