Hace un par de meses visité la biblioteca del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, hasta entonces desconocida para mí. Tenía que resolver una investigación de un proyecto audiovisual en el que estaba inmersa, que implicaba consultar una publicación periódica especializada en agricultura y ganadería titulada Hermandad, que se publicó entre 1947 y 1978. Sólo sabía que tenía que centrarme en el año 1975.
Ahora diréis qué tiene que ver esta visita con BiblogTecarios. Más allá de que todo ocurre en una biblioteca, que, por cierto, merece una visita, aunque llegar a ella requiere perderse en el laberinto de pasillos del magnífico edificio que ocupa este Ministerio.
No sabía muy bien si iba a encontrar lo que buscaba, algo habitual en nuestro trabajo. Quería artículos firmados por una periodista en concreto y resulta que en este tipo de publicaciones y esas fechas, muchas colaboraciones en medios de comunicación escritos no iban firmadas. Desconozco si era algo motivado por el régimen dictatorial en el que vivían o por darle carácter de colectividad, que en cierto modo era un poco subversivo.
Paseando por las páginas de Hermandad del año 1975 me topé con un artículo, que ya por deformación profesional, llamó mi atención: Las bibliotecas rurales en los teleclubs. Por un lado, ya conocía la red de teleclubs y por otro aparecía el término biblioteca, así que le hice una fotografía con el móvil y me lo llevé para leer más tarde y de esa lectura sale el post de hoy.
¿Qué eran los teleclubs?
Empecemos por el principio: surgieron como parte de un programa de extensión agraria, entre 1964 a 1978. Siguiendo instrucciones del gobierno franquista, a través del Ministerio de Información y Turismo, los organismos de Extensión Agraria, Ordenación Rural, la colaboración de los sacerdotes y otros voluntarios, se desarrolló la Red Nacional de Teleclubs en las zonas rurales de España.
Entre sus objetivos estaba crear una nueva organización social de expansión y de desarrollo comunitario en las zonas rurales con la intención de proporcionar acceso a la cultura a los habitantes de aquellas zonas empobrecidas . ¿Y cuáles no lo eran? Aunque en los años 60s había cierta bonanza económica por el desarrollo industrial que se reflejaba en algunas zonas urbanas, más que en las rurales. En general, la falta de recursos económicos era una constante en la mayoría de núcleos de población.
El caso es que mediante la red de teleclubs, se quería acercar el campo y la ciudad rompiendo el aislamiento del campesinado, estimulando la solidaridad entre los habitantes y proporcionando el acceso a la televisión que permitiese el conocimiento de otros mundos, culturas, promoción de mejores modos de vida.
Es curioso, cuando a día de hoy, muchos valoramos especialmente la cultura rural que viene de esas zonas aisladas, que funcionan a un ritmo distinto al que practicamos en el día a día de las grandes ciudades.
Más allá del acceso a la televisión, no sabría decir si de forma planificada o por casualidad, los teleclubes se convirtieron en centros culturales, en escuelas y en lugares de encuentro, de convivencia y de diálogo, donde se ponían en común las necesidades y las mejoras del pueblo, después del intercambio de impresiones y se construyeron grupos de promoción cultural.
En los espacios dedicados a bibliotecas, con acceso a libros, revistas y a música, así como a otras actividades, se activaron grupos en los que los habitantes de la zona intercambiaban conocimiento mediante charlas relacionadas con las tareas de trabajos agrarios o ganaderos, las mujeres salían del entorno doméstico y de las labores del campo para convivir con el resto de habitantes, así como para disfrutar representaciones teatrales, actuaciones musicales, muestras folklóricas organizadas por la Junta Directiva de cada teleclub, así que se convirtieron en gestores culturales de las actividades celebradas en cada localidad.
¿Cómo eran las bibliotecas rurales de los teleclubes?
Fueron las primeras bibliotecas de muchos habitantes de las zonas rurales, que de otro modo no tenían acceso a libros, a revistas e incluso discos. Teniendo en cuenta la situación económica y social de esas zonas, no habrían conseguido tener acceso a esos materiales de ningún otro modo.
De manera generalizada, el Estado las dotaba con colecciones de entre 100 y 200 libros, que cubrían las necesidades de la población mediante la siguiente distribución:
- 25% literatura infantil
- 25% literatura juvenil
- 20% literatura clásica y actual
- 20% de literatura de iniciación y perfeccionamiento de temas religiosos, políticos y profesionales
- 10% restante dedicado al hogar y especialmente a la mujer.
Como ya suponíais todos los temas son aquellos que el Régimen quería difundir, pero el valor de dar acceso a la lectura, aunque éstas sean “ciertas lecturas”, ya es algo. Como decía, antes el contexto en el que se producía era de una falta de recursos extremos.
Este documental en color de No-Do me parece una joya que refleja como era “La vida en los teleclubs”, quizá una visión romanizada e idealizada, pero es que más allá de todo, funcionaron como centros de encuentro y de intercambios de conocimiento y de cultura en una España en dictadura, que se quedó retrasada en otros aspectos de la vida.
La desaparición de los teleclubs y las bibliotecas rurales
Con el fin de la dictadura, en muchos casos, el sistema de red de teleclubs se rompió. El desarrollo y los avances técnicos, económicos acabaron con él. Supongo que algunos resistieron o se transformaron en otro tipo de espacios.
Actualmente los locales que ocupaban esos teleclubs son lugares municipales que se han convertido en centros sociales, bares o tiendas de los pueblos en los que estaban. Las bibliotecas habrán desaparecido en la mayoría de los casos y en ocasiones se reducirán a recibir y proporcionar la prensa del día. Ya pocos irán a ver la tele, porque cada uno tiene una en su casa, pero sigue siendo el punto de reunión de una población, envejecida y mermada en número, para jugar una partida de dominó o de cartas.
En algunos casos se están rescatando, ahora que los que se fueron de los pueblos, vuelven o se asientan los nietos de los que tuvieron que abandonarlos en los 60s. Quizás alguno de los presentes pueda confirmar, desmentir, ampliar y mejorar todas las reflexiones que surgieron a partir de un artículo en la revista Hermandad.
Y por último, después de contar todo esto, quizás os esté matando la intriga, pero que sepáis que además, encontré lo que buscaba en la biblioteca del MAPA. Objetivo doblemente conseguido.
Fuentes:
Los teleclubs | 1969. [PDF] [Catálogo del MAPA]
Las bibliotecas rurales en los teleclubs (Hermandad, 27 de marzo de 1975)
Gracias por el texto, lástima que no coincidiera contigo en tu visita. Espero estar la próxima vez. Invito a todos los ciudadanos y ciudadanas a conocer la Biblioteca del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. https://www.mapa.gob.es/es/ministerio/publicaciones-archivo-biblioteca/biblioteca/
Un saludo.
Teresa
Gracias Teresa por tu comentario.
Por supuesto, es un lugar, además de muy bonito, muy interesante por los desconocidos fondos que custodia.
¡Ojalá otra visita pronto!
Un saludo,
Rebeca