En esta obra se analiza la represión del libro y de su entorno desarrollada por el franquismo desde los primeros días de la guerra civil. La destrucción de publicaciones se convirtió en un objetivo prioritario de las autoridades militares y de los falangistas para desterrar las ideas de la Anti-España. Asimismo se depuraron los fondos de bibliotecas, editoriales y librerías para eliminar el veneno escrito que habían pervertido el alma y la mente de los españoles. En paralelo al proceso de purga y destrucción de las obras existentes se estableció la censura previa para restringir la futura oferta en la producción bibliográfica nacional y en la importación de títulos extranjeros. La persecución al libro se completó con los diferentes castigos y penas impuestas a sus protagonistas.
Una de sus principales aportaciones reside, precisamente, en abordar todos los aspectos de la relación del franquismo con la letra impresa, incluyendo bibliotecas, fondos editoriales, editores, libreros, bibliotecarios, prisiones… e incluso los Infiernos a los que alude el título y que son mucho más prosaicos de lo que parece: zonas semiocultas de acceso restringido donde algunas bibliotecas públicas guardaban obras prohibidas, reservadas para la consulta de usuari@s autorizados con permisos especiales. Así, pervirtiendo y descomponiendo de raíz la misión misma de la biblioteca pública como lugar de acceso universal, el franquismo inició y mantuvo una cruzada también contra la cultura.
Crítica personal
La política bibliotecaria y editorial del franquismo es bien conocida, especialmente en lo que se refiere a depuración y censura. Pero pocos libros han estudiado estos aspectos globalmente, incluyendo también aspectos como las sanciones a bibliotecarios y editores, las actividades de las editoriales fundadas por el Régimen o las bibliotecas de las prisiones. Todo ello puede leerse en esta obra bien documentada, que utiliza fundamentalmente fuentes de la sección de Cultura del Archivo General de la Administración (AGA).
Estructurado en 8 capítulos más conclusiones, este libro no rehúye ningún aspecto conflictivo, como por ejemplo las contradicciones en que a veces incurría la política bibliotecaria franquista. Los “malos libros” eran un veneno que había inculcado en los enemigos ideas que habían contribuido a la Guerra Civil y por tanto era necesario eliminarlos. Por otro lado, el libro fue visto también muy pronto como un potente instrumento de adoctrinamiento y propaganda. Y el celo censor no solo se cebaba en los oponentes, sino también en los partidarios disidentes: la censura a una novela del falangista Rafael García Serrano, galardonada con el Premio Nacional de Literatura José Antonio (rebautizado así por los vencedores), es tal vez el ejemplo más llamativo. Actitudes como esta demuestran que la política de lo que la autora denomina “bibliocausto” era algo pensado, planificado y ejecutado con la misma frialdad y animado por la misma ideología que llevó a muchos vencid@s a morir en las cunetas. Ni personas ni libros indeseados tenían cabida en el Nuevo Estado franquista.
Se trata, en definitiva, de una obra de lectura obligada para historiadores o estudiantes universitarios, pero también muy recomendable para todos aquellos que tengan curiosidad por el pasado. La destrucción de libros, practicada desde los albores de la civilización y llevada al paroxismo por el régimen nazi, pone de relieve la importancia del libro como valor educativo y emancipador, en el que los sistemas totalitarios vieron un enemigo tanto o más peligroso que las armas.
Conociendo al autor
Ana M. Rus es Profesora Titular de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid. Se ha especializado en historia de la edición y de la lectura en la España del siglo XX, siendo una de las historiadoras en activo con más proyección en este ámbito de estudio. Entre sus trabajos destacan La política del libro durante la Segunda República: socialización de la lectura (Trea, 2003, resultado de su Tesis Doctoral) y San León Librero: las empresas culturales de Sánchez Cuesta (Trea, 2007). Es investigadora del Seminario Interdisciplinar de Estudios sobre Cultura Escrita (SIECE) de la Universidad de Alcalá de Henares, y del Seminario Complutense Historia, Cultura y Memoria.
Referencia bibliográfica
MARTÍNEZ RUS, Ana: La persecución del libro. Hogueras, infiernos y buenas lecturas (1936-1951). Gijón: Trea, 2014, 224 pp. ISBN 978-84-9704-814-9. Más información
Por aportar una anécdota, tan absurda fue aquella maquinaria de censura franquista…que no se libró ni el propio Franco, cuando publicó unos artículos con seudónimo en «Arriba»