La gran mayoría de la memoria de la humanidad se conserva en diferentes soportes que en su día aportaron un gran avance pero se quedaron con el paso del tiempo obsoletos dejando la información que acumulaban inaccesible o invisible.
En el día a día no somos muy conscientes de las implicaciones de la obsolescencia de los dispositivos o de los formatos hasta que nos cruzamos con una caja de VHS en un altillo, un floppy usado como marcapáginas en un viejo libro de la biblioteca o un artículo de periódico que explica cómo la NASA recuperó unas fotografías de la Luna realizadas por uno de los primeros satélites lanzados al espacio y éstas tenían mejor resolución que las tomadas por medios más modernos.
La rapidez de los cambios impide ser consciente de la cantidad de tecnologías que quedan en desuso. La Universidad de Cornell ha creado una página web que denomina «Cámara de los Horrores» en la que las agrupa.
Otros de los aspectos que también solemos obviar son la preservación del contenido y el desarrollo de políticas que garanticen su acceso, eviten la pérdida de calidad en las migraciones y faciliten su divulgación.
La Carta sobre la preservación del patrimonio digital de la UNESCO de 2003 aconseja encontrar un formato universal pero los intereses de los distintos países dificultan su puesta en marcha.
Las decisiones para la conservación no son fáciles. La Biblioteca de Alejandría escaneó sus manuscritos para garantizar su conservación. Sin embargo, expertos en la materia consideran que pueden ser mucho más duraderos los manuscritos que su copia digital.
En 1986 la BBC invirtió tiempo y dinero en la recopilación de mapas, fotos y películas que retratasen la vida cotidiana británica; un par de décadas después tuvo que contratar un equipo de expertos para poder acceder a esa información pues utilizó un sistema de almacenamiento que no se extendió.
Hoy en día se está hablando del surgimiento de una nueva profesión: la de arqueólogo digital. Sí, el próximo Indiana Jones será un programador. Su tarea fundamental consistirá no sólo en rastrear la localización de equipos para leer formatos olvidados (como la realizada para resolver la anomalía Pioneer) sino también en recuperar información de Internet, como ejemplifica esta entrada en Microsiervos.
Actualmente se está generando una ingente cantidad de información que no está siendo almacenada ni por su propios creadores. Distintas instituciones se están preocupando por conservar esos contenidos como la Library of Congress y su proyecto Internet Archive.
Muy interesante este post. Gracias!