La adolescencia es aquella etapa de la vida que, a diferencia de la infancia o la juventud, muchos no recuerdan con nostalgia ni anhelo. Esto se debe a que la persona no ha dejado de ser todavía un niño, pero cree ser un adulto, y la plena ebullición de hormonas, que sufre el cuerpo del adolescente, hace que la mente esté obnubilada y reaccione de las maneras más inesperadas y menos acertadas.
Los amigos se convierten en la nueva familia y la familia no reconoce al, hasta no hace tanto tiempo, tierno niño, quien ahora les rehuye como si fueran extraños. Los gustos y aficiones generan pasiones y odios a partes iguales, ya que el adolescente no conoce términos medios.
La personalidad se va definiendo y cobra mucha importancia “el qué dirán” y la aprobación social. Es por estos últimos motivos, por los que, al llegar a la adolescencia, se ve un dramático descenso de visitas a bibliotecas entre el público juvenil.
Para justificar la ausencia a este recinto de cultura, los adolescentes suelen citar que las bibliotecas son “aburridas”, “viejas”, “un rollo” e, incluso, que “están llenas de polvo”. Bajo todos estos estereotipos, no sólo se demuestra una desconexión total entre los adolescentes y las bibliotecas, sino que, además, se ve que éstas les generan rechazo por el temor a ser vistos en un sitio que es considerado por su entorno social como “un rollo”.
Esto crea una dinámica viciosa: los adolescentes no visitan las bibliotecas por considerarlas arcaicas y éstas no los atraen con estrategias innovadoras, al caer en la trampa de que los jóvenes no las irán a visitar. Sin embargo, las bibliotecas no tienen que ser espacios lúgubres donde los bibliotecarios mandan hablar en susurros y sólo se pueden encontrar libros antiguos.
Hoy en día, cada vez más países adoptan la práctica de convertir las bibliotecas en centros comunitarios (community hubs) que juegan un papel muy importante en la sociedad. En países como Reino Unido, Canadá o Estados Unidos, este modo de enfocar las bibliotecas como un lugar de reunión para la comunidad, lleva practicándose varios años con bastante éxito. Las bibliotecas de estos países han sabido adaptarse a los tiempos modernos, y a los constantes cambios de la sociedad, para conservar su importancia y hegemonía entre el público.
El éxito de estas propuestas, radica en que se llevaron a cabo encuestas donde han preguntado a los adolescentes qué es lo que les animaría a visitar la biblioteca. Tras obtener esta información, actuaron en consecuencia y ofrecieron los servicios que la comunidad necesitaba. Esto proporcionó un doble beneficio: por un lado, las bibliotecas registraron un mayor número de visitas de un público que normalmente no las frecuentaba y, por otra parte, los jóvenes se sintieron inmensamente satisfechos al ver que sus propuestas fueron escuchadas y puestas en marcha.
Podemos destacar que los países anteriormente mencionados han sabido entender las necesidades del público joven y han sabido ofrecer con acierto actividades destinadas a este público. Así, nos encontramos con que las bibliotecas ofrecen actividades tan variopintas como clubs de rol, talleres de escritura creativa, agrupaciones de aficionados al manga, etc.
Estos son unos cuantos ejemplos de cómo se pueden aprovechar los espacios que ofrecen las bibliotecas para atraer a un público que va a ser reticente en visitarlas. Al ofrecer actividades enfocadas a sus gustos e intereses, se refuerza la imagen de que la biblioteca cumple la función de actuar como lugar de cultura y entretenimiento y que, a su vez, entiende las necesidades de sus usuarios.
Algunas bibliotecas han ido un paso más allá y han facilitado un espacio para los jóvenes, donde pueden encontrar un mobiliario más moderno, máquina de refrescos y una zona donde estar tranquilos y cómodos para relajarse. Esto es muy importante, ya que los adolescentes buscan tener su propio espacio e independencia, alejados del bullicio y los colores de la sección infantil, pero sin estar en contacto directo con la sección de adultos.
Al poner a su alcance una zona donde poder estar con sus amigos en un entorno seguro y tranquilo, el número de visitas a estas bibliotecas aumentaron exponencialmente y la reacción del público fue muy positiva. En esos espacios se pueden encontrar una zona de lectura con libros adaptados a los gustos de los adolescentes actuales, siguiendo los intereses de los mismos: bienestar emocional, medio ambiente, comida vegetariana, robótica, etc.
Además, las bibliotecas no sólo ofrecen libros, también ofrecen contenido digital (acceso a revistas online, posibilidad de conectarse a Internet…) y están activas en redes sociales para lograr una comunicación más eficaz con este público, pues se han dado cuenta que, para estar acorde con los tiempos, a las bibliotecas también les toca actualizarse.
Con estos ejemplos, podemos responder a la pregunta que planteaba al principio del artículo: sí se puede atraer a los adolescentes a las bibliotecas. Si queremos que los adolescentes dejen de considerar las bibliotecas como algo del pasado y desterrar los estereotipos que les impiden visitarlas, debemos ofrecerles las actividades y contenidos adaptados a sus intereses, que harán que visiten nuestras bibliotecas. Tenemos las herramientas a nuestro alcance para hacer que la lectura sea una afición más entre el público adolescente y las bibliotecas, su lugar de reunión favorito.
Lucía Vázquez Bonome (A Coruña, 1986) es una profesional de los medios de comunicación con más de nueve años de experiencia en medios digitales del Reino Unido. Lucía ha colaborado como columnista para diversas páginas de contenido cultural en Reino Unido escribiendo artículos y entrevistas. Actualmente, trabaja como diseñadora de contenido educativo para el Sistema de Salud Nacional (NHS) del Reino Unido.
Lucía ha trabajado durante dos años como auxiliar de biblioteca y gestora de redes sociales en diversas bibliotecas del Condado de Hampshire, donde ha podido observar cómo las bibliotecas inglesas han evolucionado hasta convertirse en centros comunitarios que tienen un lugar muy importante en la sociedad. Lucía desarrolló un plan de marketing y redes sociales en el año 2018 para la biblioteca de Winchester (The Arc), una de las más grandes del condado y que alberga un teatro y una galería de arte.
Lucía es licenciada en Producción Audiovisual por la Universidad de Solent, en Reino Unido, tiene un Máster en Marketing por la Universidad de Solent y un Máster en Traducción Multimedia por la Universidad de Vigo.
Entre los logros profesionales de Lucía cabe destacar: la Beca Excelencia Xuventude Exterior (2019) para estudiar un Máster durante un año en una Universidad de Galicia, el premio a Mejor Campaña Creativa (2018) por la Universidad de Solent, ser finalista en el 39 Certamen Aarhus de Escritura Creativa (2016) y ser finalista en el I Certamen de Becas YoDona en la categoría de Marketing y Comunicación para la empresa Helena Rubinstein (2008).