Homenaje a los guardianes del saber

En el post de hoy queremos rendir un merecido reconocimiento a los guardianes del saber. Bibliotecarios, archiveros y personajes históricos que se esforzaron en proteger bibliotecas, colecciones bibliográficas y archivos que corrían el riesgo de desaparecer.
Este es mi particular homenaje con motivo del Día de las Bibliotecas, que se celebrará el próximo 24 de octubre.

A lo largo de esta entrada desempolvaremos las valientes hazañas de quienes protegieron la cultura en momentos históricos dentro del panorama nacional e internacional. Nombres que, con el paso del tiempo, han ido cayendo en el olvido, como: María Moliner, Aurora Díaz-Plaja o la familia Pidal, entre otros, que merecen que desempolvemos su gesta.
Este post se escribe desde el máximo respeto y admiración hacia todas las personas que, en mitad de guerras, crisis políticas, etc., tuvieron el valor de defender el patrimonio bibliográfico y que merecen ser recordados por nuestro sector bibliotecario.

Para las gestas internacionales, destacar que desde BiblogTecarios se han publicado diferentes entradas. Por ejemplo, el comentado en 2014 por Rafael Ibáñez bajo el título: «Venturas y desventuras de la Biblioteca Andalusí de Tombuctú«. Esta entrada narra la historia del Fondo Kati, la biblioteca andalusí en la ciudad Tombuctú, cuyos más de 12.714 manuscritos se encuentran dispersos baúles bajo llave en lugares secretos para su protección. Su actual protector, Ismael Diadé Haidara está llevando a cabo una labor encomiable desde España mediante convenios con universidades, denunciando las amenazas de grupos radicales mientras prepara su digitalización como medida de protección. Aquí tenéis la última noticia que encontré publicada en El País.  

Inma Herrero nos dio a conocer dos historias increíbles. Primero, «La biblioteca secreta de Siria«; un año después, nos transportó a «La biblioteca secreta del Monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí«. 

Incluso, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, Felicidad Campal nos dio a conocer la historia de Joan Tarragó, con la creación de una biblioteca clandestina en el barracón número 13 de un campo de concentración. Que, tras su muerte, relevó tal acción Juanco Sánchez junto con el bibliotecario Picot, que se encargaba de restaurar los libros dañados. Si todavía no habéis leído la entrada, os invitamos a su lectura: «Bibliotecas, libros y lectura contra la guerra«.

Pero, ¿y a nivel nacional? Tenemos muchos ejemplos «recientes» durante la guerra civil:

Un ejemplo de ello fue María Moliner, más conocida por su «Diccionario del uso del español». Pero, ¿sabíais que en 1937 redactó las «Instrucciones para el servicio de pequeñas bibliotecas», dirigidas a bibliotecarios rurales para garantizar la alfabetización de la población incluso durante la guerra?

[…] “porque piensa que la locura colectiva que asola a su querida España es fruto de la ignorancia y de la injusticia —también cultural— que discrimina secularmente a gran parte del pueblo. El entusiasmo de su palabra nace del ayuntamiento moral entre la ciencia posible de médico rural que María Moliner aprendió de su padre y la fe en «la capacidad de mejoramiento espiritual de la gente» […].”

Un linaje muy conocido en España es el de los Pidal. Durante generaciones protegieron el manuscrito del Cantar de Mío Cid, que, antes de que estallara la guerra, fue depositado en una caja fuerte de un banco de Madrid para alejarlo de un trágico final. Durante la guerra, el gobierno de la II República lo trasladó a Ginebra. Si queréis saber más, os recomiendo la siguiente lectura: «El singular periplo del «códice único del Cantar de Mío Cid durante la Guerra Civil».

Una bibliotecaria digna de mención fue Aurora Díaz-Plaja Contestí, encargada de llevar el servicio de bibliobús al bando republicano, en el frente. Si queréis más información, tenéis esta publicación en catalán: «La bibliotecària del Front«. 

Y, para finalizar, es inevitable mencionar la tragedia que comporta la pérdida del patrimonio cultural y documental. En el blog disponéis de diversas entradas que tratan el tema, por ejemplo el que publiqué hace unos años «Destrucción de archivos y bibliotecas«.

Sin embargo, la temática de hoy se centra en la parte más positiva, la de la resistencia y protección. Pese a la gran tragedia que supone perder bibliotecas o piezas únicas de civilizaciones anteriores a la nuestra por guerras o convicciones religiosas, es es la labor y el coraje de estos guardianes lo que homenajeamos hoy. Su gesta es la prueba de que cuando el saber se protege, éste sobrevive ante cualquier adversidad. 

Gracias por leernos y hasta la próxima entrada.

Ester Angulo

Colaboradora en BiblogTecarios Bibliotecaria con ganas de descubrir más sobre la biblioteconomía y documentación. Apasionada de las redes sociales e Internet. Esperando ver una revolución.

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