La verdad es que no tenía un tema fijo y claro en la mente para poder escribir la entrada de hoy. Siendo sincero creo que el tema que en último momento se apoderó de mi inquietud, puede merecer la pena desentrañarlo o esclarecer por poco que sea algunas ideas claves que sustraigan la reflexión, debate y justifiquen por qué este título y no otro. Quizá lo de bastarda resulte grotesco e incluso puedan pensar que es un descalificativo hacia tal disciplina, y en consecuencia a la profesión de Archivero, pero mi intención simplemente es la de aludir, de forma atrayente y, por qué no, caricaturesca- lo que otros ya han manifestado en torno a este asunto.
El asunto en cuestión versa sobre la enseñanza de la Archivística en las Universidades españolas, así como su reflejo en los planes de estudio y formación en titulaciones como Biblioteconomía y Documentación y derivadas de ésta. (Licenciatura en Documentación, Grado de Información y Documentación, etc.). Todos sabemos que nuestra carrera es una carrera joven por muchas cuestiones. Una de ellas, por la consecuencia diáfana y evidente de que la ciencia de la Documentación es un área del saber que todavía posee el encanto como el inconveniente de presentar juventud (académica y científica). Pues no hay que olvidar que hace poco más de 30 años que la Documentación vislumbró las puertas de la Universidad, y se halló en tal panorama contrayendo matrimonio con su pariente la Biblioteconomía. Ante tales acontecimientos de tanto calado social y académico, las expectativas no se colmaron por igual para todos los profesionales. Ya en el Manual de Archivística (1995) en la presentación del libro, el catedrático de Documentación de la Universidad Complutense de Madrid, José López Yepes escribió y dejo entrever, a modo de sutil ráfaga, la discordancia que había […]” Sin duda, el carácter integrador de la nueva Archivística ha favorecido que la formación de los archiveros no se deba hacer de modo absolutamente independiente, como algunas voces han proclamado, sino que se lleve efecto conjuntamente con la formación de bibliotecarios, documentalistas, museólogos […]».
Hay que reconocer que la Archivística logró la mayor representación y protagonismo que se había dado hasta entonces por el advenimiento ya mencionado. Pues dispersas, ineficaces enseñanzas que se habían ofrecido y experimentado en menor medida, en España antes de los 80´s. Aun así y, a pesar de que la titulación de Biblioteconomía y Documentación homogeneizase Ésta y otras disciplinas afines, muchos tomaron y siguen tomando posturas discordantes puesto que el reparto competencial de materias relacionadas con la disciplina archivística en los planes de estudios es escaso y por tanto, influye irremediablemente de forma negativa en la formación archivística de los estudiantes como futuros profesionales.
José Antonio Martín Fuertes, en el primer Congreso Universitario de Ciencias de la Documentación, así lo dice: «[…] la Archivística se concentra en una materia de diez créditos, lo cual ha llevado a afirmar a algunos que a la enseñanza de nuestra disciplina solamente se le atribuyó en el plan de estudios poco más de diez por ciento de la troncalidad de la Diplomatura; solo una de las ocho materias troncales y una carga lectiva de diez de los noventa y un créditos troncales de la titulación. […]» «Además del mal reparto o la mala gestión en la coordinación de acuerdo a las asignaturas, dice lo siguiente: “[…] no obstante, se aprecian grandes diferencias entre universidades” […] “es la Universidad de Salamanca la que se lleva la palma en cuanto a asignaturas dedicadas a nuestra ciencia. Hubiera sido deseable una coordinación entre los profesores responsables de impartir la disciplina y, en muchos casos, contar con la buena disposición de las direcciones de los centros […]».
Incluso la falta de presencia en la Licenciatura de Documentación “[…] introducen alguna asignatura de teoría, historia, métodos, organización y otras relacionadas con la archivística o los archivos, si bien no pasan de constituir una presencia testimonial que ostentan, en general, una o dos asignaturas optativas” , y va más allá… “Al no existir un título de licenciado en Archivística y, en especial, ningún departamento universitario con esta denominación, no puede impartirse ningún programa de doctorado específico de esta disciplina en las universidades españolas […]».
José Ramón Cruz Mundet, ya lo anunció en la Enseñanza de la Archivística en la Universidad Española (1991)» […] El papel conjunto deberían desempeñar instituciones archivísticas y universidad estaría orientado, a corto plazo a: lograr que la Archivística obtenga el estatuto de área de conocimiento; reformar los planes de estudio para ampliar el papel desempeñado…[…]» Por tanto, ¿nos forman en la Universidad en igualdad de condiciones para poder ser bibliotecario, documentalista o archivero, ¿o estamos ante un compendio misceláneo de asignaturas que no delimitan ningún perfil? ¿O uno más que otro?
En El Archivo como construcción social (2010) en el capítulo El valor de la formación, dice: “[…] En España hemos tenido el infortunio, por añadidura, de que tras años desaparecida del panorama universitario, la archivística regresó a las aulas envuelta en un modelo de estudios misceláneo que ha supuesto un lastre más a su desarrollo […]” «[…] El modelo elegido fue el propugnado por la Unesco para los países en vías de desarrollo y el tercer mundo, donde al parecer solo era viable el modelo mixto” «En nuestro país, lógicamente, el modelo no ha funcionado porque el espacio que la archivística ocupa en estos estudios no alcanza el diez por ciento […]»
He aquí, hasta este punto, donde salen demasiados interrogantes… pues ¿existe un plan coordinado y equitativo de las asignaturas que se enseñan en las aulas de la universidad?¿Por qué un alumno de Biblioteconomía y Documentación tiene que estudiar solo 4 asignaturas relacionadas propiamente con los archivos durante el primer ciclo? Dos de ellas troncales, una optativa y la otra relacionada desde el punto de vista técnico historiográfico (Paleografía y Diplomática). Por tanto…
¿Salen los estudiantes de las facultades con competencias y habilidades notables y relativamente completas en dicha disciplina para satisfacer la demanda social y las necesidades del puesto de trabajo que desempeñarán?¿Se reconoce el papel de archivero o se ve eclipsado por otro profesional de la misma rama?
¿Se debería, por tanto, reformar los planes de estudio para fomentar más la archivística en titulaciones como Grado de Información y Documentación, Grado en Gestión y Administración pública o Historia? ¿Debe seguir la Archivística como disciplina instrumental, complementaria y auxiliadora de las Ciencias de la Documentación o, por el contrario debería avanzar al camino de la independencia?
Me temo que son demasiadas preguntas para tan pocas respuestas.