El que las bibliotecas en general, y los bibliobuses en particular, sean una cosa muy seria justifica todavía más la aplicación de procedimientos lúdicos para atraer nuevos usuarios y afianzar su presencia en la sociedad. El uso de la gamificación no es un tema nuevo en este Blog gracias a contribuciones como las de Ana Ordás en otras.
Los Bibliobuses de León cuentan con una nueva herramienta pensando en la consecución de esos objetivos, un juego de mesa que convierte el tablero donde se mueven las fichas en la ruta ficticia de un bibliobús, en el que los jugadores han de pugnar por ver quién llega el primero al pueblo en el que se realizará el servicio bibliotecario. Hablamos del Juego del Bibliobús.
Con 63 casillas por andar, cada participante, cuyas fichas tienen la forma en relieve del logo de los Bibliobuses de León, tendrá que atender a los caprichos del dado para ir avanzando o retrocediendo, según los casos, e internarse en una aventura-competición formada por cuantos factores y fundamentos intervienen en el desarrollo cotidiano de este servicio bibliotecario.
El punto de salida simula la Central de los Bibliobuses, desde donde cada mañana renuevan colecciones, desideratas, reservas y cuanto el bibliotecario estime oportuno para conseguir una jornada eficiente. Después se abren opciones tan ventajosas como los múltiples bibliobuses repartidos por todo el tablero, que permiten adelantarse hasta el más próximo y volver a jugar entonando el feliz estribillo “De este bibliobús al siguiente y tiro para llegar a más gente”, dejando claro su espíritu de servicio.
Pero no todo es un campo de rosas, puesto que no cuidar los libros, retrasarse en su devolución o la propia e imprevisible avería del bibliobús pueden hacer retroceder al concursante o inmovilizarle por una o varias jugadas.
La tecnología también se ve representada, tanto con las posibilidades del bibliobús para mitigar la brecha digital, como utilidades como la app “Bibliobuses de León”, a la que se adelanta directamente tras la suerte de caer en la casilla del código QR.
Aparece asimismo el carné único del Sistema de Bibliotecas de Castilla y León, de forma que, si el azar nos empuja a la casilla del carné infantil y tenemos más de 14 años, avanzamos automáticamente a la casilla del carné adulto.
Símbolos cinematográficos y revistas recuerdan a los jugadores que dentro de los bibliobuses no sólo encontrará monografías. Lo mismo ocurre con el robot de la casilla 37 y los talleres de iniciación a la robótica que los Bibliobuses de León organizan en su programación anual de animación a la lectura; o las magdalenas de la casilla 7 y los concursos de cocina, que ya llevan cinco ediciones.
Se ha pretendido también que aquellos elementos habituales del medio rural leonés estén presentes para conseguir una mayor veracidad y acrecentar la identificación del jugador con el juego en sí; de esta manera aparecen representados los distintos tipos de paisaje, o elementos urbanos tan significativos como las fuentes y los pilones.
Un plato fuerte del Juego del Bibliobús lo constituye la presencia de aquellos personajes fuera de nómina que contribuyen decisivamente al buen puerto de su labor diaria, tales como los empleados de Correos, padres y abuelos, el profesorado e incluso alcaldes y presidentes de junta vecinal. Con ello se ha pretendido rendir un pequeño homenaje a una contribución callada pero decisiva, subrayando la importancia de su colaboración y cómo ésta ayuda considerablemente a la integración del bibliobús en la vida cotidiana de las comunidades a las que sirve.
Al ser el bibliobús la aplicación local de una visión universal, también se han pretendido realzar los aspectos culturalmente propios entre los que se mueve cada día, como por ejemplo los elementos más significativos de la cultura inmaterial de la provincia de León (la lucha leonesa, los pendones, la alfarería de Jiménez de Jamuz, los bolos …), los monumentos provinciales más relevantes (San Miguel de Escalada, la Cruz de Ferro de Foncebadón, las pallozas…), o los paisajes históricos más conocidos (Las Médulas, El Camino de Santiago…)
Todo ello salpicado con unas pizcas de hábito en favor del medio ambiente, va decidiendo, paso a paso, el destino final de los jugadores, al que tarde o temprano acaban llegando para que, como buenos bibliobuses, abran sus puertas y se conviertan así en la biblioteca pública de esa localidad, “… mi pueblo!” GAME OVER