En otra ocasión me he referido al empleo de escenarios bibliotecarios en la publicidad televisiva, pero hasta ahora no me había planteado la promoción publicitaria de las bibliotecas mismas. El post publicado ayer por nuestro amigo Julián Marquina nos descubría una arriesgada campaña para evitar el deterioro del servicio de una biblioteca pública, publicidad que al parecer surtió su debido efecto (claro motivo de satisfacción, superada la estupefacción inicial). Pero, ya algo más sereno, me pregunto: ¿debe la publicidad bibliotecaria limitarse a despertar conciencias en casos de emergencia como el planteado? ¿No es posible “normalizar” la “vida publicitaria” de nuestras bibliotecas, aun cuando seamos conscientes de que la mejor campaña de promoción es el perfeccionamiento continuo de la calidad de los servicios que ofrecemos?
Coincidiendo con el fin de año, encontré en un periódico de difusión nacional (en su edición para Madrid) un anuncio que —¿por qué negarlo?— me impactó. A todo color y sangrado sobre toda una página impar se incluía una imagen playera para promocionar la Red de Bibliotecas Públicas Municipales de Valencia con el lema “Un mar de llibres… molt prop de tu” [“Un mar de libros… muy cerca de ti”]. Comentado el caso con algunos colegas de profesión, lo cierto es que las reacciones fueron de lo más dispares. La crítica más común se basaba en calificar tal publicación como un despilfarro, señalando que habría sido más acertado destinar el importe de tal inserción publicitaria en mejorar la dotación misma de las bibliotecas municipales de la ciudad de Valencia.
No seré yo quien niegue que las bibliotecas valencianas necesiten una mayor dotación económica; en primer lugar, porque desconozco cuál es su exacta situación real, y en segundo lugar porque en todo caso cualquier dotación (debidamente gestionada) siempre redundará en un servicio de mayor calidad y, por ende, beneficiará a todos los usuarios y ciudadanos en general.
Pero lo cierto es que su publicación me sorprendió gratamente, porque implica un reconocimiento desde instancias administrativas de la importancia del servicio bibliotecario. Es verdad que no parece el mejor momento para que una administración destine partidas presupuestarias a sufragar los gastos en publicidad institucional. Mas, aceptada esta premisa y con el convencimiento de que el gasto se produciría en cualquier caso —fuera para publicitar una vez más las playas o difundir otros recursos turísticos ya manidos—, ¿por qué no agradecer que este dispendio se realice para promocionar las bibliotecas? ¿No estamos los bibliotecarios empeñados en aumentar la visibilidad de los servicios bibliotecarios? ¿Qué hay de malo en ofertar estos recursos de la ciudad? Por sí misma, la promoción publicitaria de las bibliotecas de una localidad no sólo no es un derroche, sino una inversión necesaria, como puede ser la de eventos deportivos o la oferta gastronómica. Bien distinto es que la publicidad oculte una infraestructura deficiente, con medios parcos y servicios defectuosos, que eso serán los compañeros valencianos quienes mejor lo podrán valorar. Ya quisiéramos muchos bibliotecarios municipales que nuestros consistorios valorasen así la relevancia de los servicios de nuestras bibliotecas.
Más claro parecen tenerlo otros. Lo digo porque algunos días después se difundió por las redes sociales en Internet la imagen de un cartel de la casa editorial Springer que recoge una muy afortunada frase de Miguel Correia, bibliotecario en el Instituto Superior de Contabilidade e Administração de Lisboa – ISCAL: “Librarians: Working for you since 2600 B.C.” [“Bibliotecarios: trabajando para usted desde el año 2600 a.C”]. No hallé en esta ocasión —y en buena hora— reticencias a tal publicidad, que por otro lado se sustenta en la necesaria confraternización entre agentes del mundo del libro como son editores y bibliotecarios y juega con una hermosa imagen que sugiere la permanencia de lo esencial frente a la evidente evolución.
Aunque, para sugerente, una tercera imagen que igualmente circuló por las redes en esas mismas fechas navideñas, en una suerte de promoción bibliotecaria indirecta y anónima. Sobre una fotografía muy difundida con anterioridad en la que ve a una joven pareja besándose discretamente en una biblioteca, alguien desconocido escribió este deseo secreto: “All I want from 2013… is a kiss from my favorite librarian” [“Todo cuanto deseo para 2013… es un beso de mi bibliotecario favorito”]. No se trata de que los bibliotecarios seamos más o menos sexys, que esa no es ahora la cuestión, sino de la capacidad de despertar el deseo, que al fin y al cabo es lo que busca la publicidad. Y aunque el deseo de ser besado por nuestra bibliotecaria favorita haya provocado cierta desazón entre nuestros colegas más románticos o enamoradizos, como Tomissa, ¿cabe mejor publicidad? Bueno, quizá sí; pero en todo caso es muy agradable sentir que le interesamos a alguien.