Empecemos por el principio, con algunos (contundentes) datos
El panorama digital en España sigue evolucionando a un ritmo acelerado, y los últimos datos del informe Digital 2025 de We Are Social y Meltwater ofrecen una visión clara de cómo los españoles interactúan con internet, las redes sociales y las plataformas digitales.
En promedio, los españoles pasan 5 horas y 40 minutos al día conectados a internet, ya sea desde dispositivos móviles o computadoras. Este tiempo se distribuye de la siguiente manera:
- Redes sociales: 1 hora y 55 minutos
- TV y streaming: 3 horas y 11 minutos
- Música en streaming: 1 hora y 22 minutos
- Juegos online: 51 minutos
- Lectura de noticias online: 51 minutos
El contenido en vídeo sigue siendo el rey, con plataformas como YouTube y servicios de streaming en crecimiento. Sin embargo, el acceso a medios tradicionales como la televisión lineal continúa perdiendo terreno frente a las opciones digitales.
Y ahora con algunas definiciones, ¿qué es qué?
Podredumbre cerebral
En 2024, el término ‘podredumbre cerebral’ fue elegido palabra del año por el Diccionario de Oxford, un reflejo del impacto que las redes sociales y los algoritmos tienen sobre nuestra capacidad mental. El término “brain rot” (cuya traducción al castellano sería algo así como “cerebro frito” o “materia basura”) según el diccionario es «el supuesto deterioro del estado mental e intelectual de una persona, visto especialmente como resultado de un sobreconsumo de material en línea considerado trivial o no estimulante».

Como apunta Facundo Macchi, en su artículo “Podredumbre cerebral’ o lo que el abuso de contenido basura en internet puede hacerle a la mente”: “La podredumbre cerebral no es solo un capricho lingüístico. En los últimos 10 años, la ciencia ha sido capaz de demostrar que el consumo excesivo de contenidos basura en internet —sensacionalismo, conspiración, vacío— está modificando nuestros cerebros, hasta el punto de que la palabra “podrido” tal vez no sea tan exagerada. La evidencia muestra que las redes sociales están reduciendo la materia gris, acortando la capacidad de atención, debilitando la memoria y distorsionando procesos cognitivos fundamentales, según recoge el diario británico The Guardian con citas a un gran número de investigaciones académicas de instituciones como la facultad de medicina de Harvard, la Universidad de Oxford y el King’s College de Londres.”
Lo que comenzó como una expresión coloquial ha encontrado respaldo en la ciencia moderna. Investigaciones citadas por The Guardian indican que el uso excesivo de redes sociales y el consumo compulsivo de contenido de baja calidad —desde noticias sensacionalistas hasta teorías conspirativas y entretenimiento vacuo— puede literalmente reducir la materia gris, acortar la capacidad de atención y debilitar la memoria. Una combinación de efectos que, irónicamente, hace que el término «putrefacción» no parezca tan exagerado.
Scroll infinito
El concepto de ‘scrolling infinito’, es ese desplazamiento interminable de contenido diseñado para mantenernos atrapados en el flujo de novedades, y es solo una de las estrategias que los algoritmos utilizan para mantenernos pegados al móvil, a la pantalla del ordenador, o a la tablet.
‘Doomscrolling’
Doom significa condena, perdición. Mientras que scrolling es el acto de desplazarse hacia abajo en las redes sociales, ya sea el feed o las historias de Instagram, los vídeos de TikTok, las publicaciones de Facebook o X. Y estas dos palabras juntas hacen referencia a pasar horas y horas consultando información negativa en internet.
Macchi apunta las evidencias de Michoel Moshel, investigador de la Escuela de Ciencias Psicológicas de la Universidad de Macquarie (Australia), cuando explica que el consumo compulsivo de contenidos en redes sociales —el famoso doomscrolling— “aprovecha la tendencia natural de nuestro cerebro a buscar novedades, especialmente cuando se trata de información potencialmente dañina o alarmante, un rasgo que en su momento nos ayudó a sobrevivir”. Moshel destaca que con algunas funciones, como el ‘desplazamiento infinito’, diseñadas para mantenerte enganchado al móvil, las personas, más que nada jóvenes, pueden quedar atrapadas en un ciclo de consumo de contenido durante horas. “Esto puede afectar gravemente la atención y las funciones ejecutivas al saturar nuestro enfoque y alterar la forma en que percibimos y reaccionamos ante el mundo”. En definitiva, el ‘escroleo’ infinito en redes sociales aumenta el aburrimiento.
Desplazamiento continuo
Para Jose Luis Bustos, el scroll infinito, también llamado desplazamiento continuo, es una función que le da la posibilidad al usuario de obtener contenido e información de forma automática a través de este desplazamiento. Este tipo de presentación es más común en dispositivos móviles, puesto que en una pantalla táctil la experiencia de usuario es diferente.
Al presentar el contenido de esta forma, permitimos que el usuario no tenga que realizar demasiado esfuerzo al navegar por el sitio web, es decir, que no tenga pasar por las diferentes páginas de resultados, sino que obtenga grandes cantidades de información realizando una única acción. Implementando el Scroll infinito (o scrolling te ) le ofrecemos al usuario una interfaz donde la jerarquía de los elementos puede considerarse plana.
Burbujas de información
Contenidos, cuidadosamente seleccionados y personalizados para reforzar nuestras creencias y preferencias, crea lo que se ha denominado burbujas de información. Estas burbujas no solo nos aíslan de otras perspectivas, sino que refuerzan las divisiones sociales y políticas, lo que aumenta la polarización a nivel mundial.
Los algoritmos te ponen en el filtro burbuja, un término concebido por el activista Eli Pariser. Estar en un filtro burbuja, significa que los algoritmos te han aislado de la información y las perspectivas por las cuales aún no has expresado interés, lo que significa que puedes perderte información importante.
Desinformación, noticias falsas o bulos.
Se trata de noticias falsas o bulos que se propagan por Internet con el objetivo de desinformar, engañar y manipular a los usuarios. También puede ser usadas para desprestigiar o enaltecer a determinadas personas o instituciones con el fin de obtener un beneficio económico. Es importante tener en cuenta que no siempre son informaciones completamente falsas, a veces pueden contener elementos reales, pero se presentan de manera engañosa o se les da un giro para manipular la percepción pública.
Estos contenidos se propagan más rápido que la verdad, generando una espiral de desconfianza que afecta la estabilidad social. Los algoritmos no solo son responsables de la creación de las burbujas informativas del punto anterior, sino que también alimentan estos bulos, que son esparcidos más rápidamente que las propias evidencias verificadas.
Este bombardeo de información vacía y falsa está afectando nuestra memoria y nuestra capacidad de análisis. Nuestros cerebros están siendo empobrecidos. La rapidez con la que consumimos contenido, sin tiempo para reflexionar, está reduciendo nuestra materia gris, afectando la memoria a corto y largo plazo. La sobrecarga cognitiva está, literalmente, destruyendo nuestra capacidad de tomar decisiones informadas y de mantener un pensamiento claro.
¿Y entonces, qué? : ¡People have the power!
Si bien el panorama digital parece abrumador, hay algunas maneras de recuperar el control sobre nuestros hábitos informacionales y digitales para intentar escapar al control de los adictivos y manipuladores algoritmos. Algunas, de las que ya hemos dado cuenta en otros post, son a gran escala y complejas de poner en marcha, y otras, como la que proponía en el título de este post, es más sencilla, que no más fácil, y es apelar a la responsabilidad invidual y creernos esta frase de Eduardo Galeano “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo” y lo que canta Patti Smith, ¡que la gente tiene el poder!.
¿Qué tal, por tanto, recordar la idea de que cada persona tiene control sobre su tiempo y su acceso a la información?. ¿Qué tal recordar la idea de que frente al consumo pasivo de información, existe la posibilidad individual de aplicar el pensamiento crítico?.
Este no sucede de forma mágica ni inmediata, como he repetido en infinidad de ocasiones, se necesita responsabilidad, paciencia y una alfabetización mediática para educarnos en el pensamiento crítico. Con conciencia y acción, es posible recuperar el bienestar en un mundo cada vez más digitalizado.
Estamos en verano, buen momento para limitar el uso de dispositivos, desactivar notificaciones innecesarias, considerar descansos digitales o días sin tecnología y dedicar tiempo a actividades fuera de línea como pasear o socializar con el fin de reducir el impacto del consumo excesivo de tecnología e información en nuestras mentes.
También, obviamente, se puede y se debe leer, y/o participar en una de las fiestas de lectura, que últimamente se están poniendo de moda, quizá sin saber que los clubes de lectura son uno de los servicios estrella de cualquier biblioteca pública, pero esto ya, si eso, lo dejamos para otro post, para el otoño cuando las bibliotecas recuperen sus ritmos y actividades habituales…
Hasta entonces, desconecten sus móviles y disfruten del descanso, y de no tenerlo, disfruten del verano, que es para todo el mundo y vayan a su biblioteca más cercana…porque aún con horarios y actividades más reducidas, las bibliotecas, como las bicicletas, también son para el verano.
