En la biblioteca nadie sobra y nadie debería faltar

El sentido de pertenencia. Tómate un momento para pensar cómo de arraigada está en ti esa emoción: en tu familia, en tu trabajo, en tu comunidad… Sentirse cómodo, aceptado, apoyado y valorado en un grupo permite que las personas trabajen juntas por un bien común, por un propósito compartido.

Puede que cuando hablamos de inclusión, estemos en verdad hablando de cómo las personas manifiestan ese sentimiento de pertenencia y arraigo, de si se sienten importantes dentro de la comunidad.

Gracias a BAMAD Galicia (Asociación de Profesionales de los Archivos, Bibliotecas, Museos y Centros de Documentación de Galicia), el 12 y 13 de noviembre tuve la oportunidad de participar en el evento International Peer Learning Cycle 2025: Diversity & Inclusion Edition, del programa ELAN (Red Europea de trabajo de Asociaciones Bibliotecarias) organizado por EBLIDA (Oficina Europea de Asociaciones de Bibliotecas, Información y Documentación) en La Haya, Holanda. Allí disertamos y compartimos experiencias sobre estos conceptos en el ámbito bibliotecario.

Comprender las necesidades bibliotecarias en Europa es uno de los principales objetivos de este programa de colaboración entre los países participantes, y con esta finalidad busca fortalecer y empoderar a las asociaciones bibliotecarias abordando desafíos clave y fomentando la innovación, la inclusión y la resiliencia.

En este encuentro entre profesionales de muy diversos gentilicios e idiosincrasias, se destacó la figura del personal de bibliotecas como individuos, como personas que, desde su empatía y actitud, pueden marcar la diferencia por encima de cualquier pauta, ley o reglamento normalizado. Desde Bélgica, Hungría, Alemania, Francia, Rumanía, Finlandia, Polonia, Suiza, Irlanda, España… Todos los profesionales que nos reunimos allí, nos encontramos en lo humano y en la concordancia de lo importante que es tener una legislación que nos dé cobertura y nos empuje, pero que sin un personal de bibliotecas que funcione como benefactor y facilitador, estas normativas se pueden quedar en negro sobre blanco. Lo que realmente importa es la empatía y la figura de la bibliotecaria o bibliotecario como individuo. ¿Qué es lo que nosotros podemos hacer en nuestro día a día para ser inclusivos y diversos, para arraigar ese sentido de pertenencia?

Antes de continuar, creo que es importante aclarar que no es lo mismo referirse a inclusión que a integración. Para ayudarnos en la diferenciación de estas palabras tan similares comparto una cita de la página web del Grupo Social ONCE…si nos imaginamos a toda la sociedad metida en una habitación, la integración tendría a todas las personas en la misma sala, pero las que tienen una discapacidad o necesidad especial tendrían un espacio acotado o limitado para ellas dentro de esa habitación, sin que pudieran salir de él. En cambio, la inclusión no pone ese tipo de límites y se preocupa de que todas las personas puedan participar de igual manera en cualquier actividad en la que estén involucrados.

No sé si conocéis la Recomendación CM/Rec(2023)3 del Comité de Ministros sobre legislación y política bibliotecaria en Europa. Pues bien, el documento subraya que las bibliotecas deben garantizar acceso gratuito y no discriminatorio para todas las personas, ser espacios seguros e inclusivos, y disponer de colecciones que reflejen la diversidad lingüística, cultural y social de sus comunidades. Promueve la pluralidad de voces, la participación democrática y la reducción de desigualdades, así como la inclusión digital, especialmente para personas con discapacidad o en situación de desventaja.

En él, la diversidad es un eje transversal presente en el acceso, los servicios y las colecciones de los entornos bibliotecarios. Pero, respecto al personal bibliotecario, ¿qué dice? Podría resumirse en estos puntos:

  • Reconoce su independencia profesional.
  • Subraya la necesidad de formación continua.
  • Promueve su participación en la gestión.
  • Fomenta programas de intercambio.

Al leer este brevísimo resumen, probablemente estaréis pensando: Nada nuevo. Pero cómo trasladar todo esto a algo práctico en mi día a día: a mi presupuesto, a mi comunidad en particular, a mis instalaciones, con mi personal (¡que tantas veces es una sola persona!), etc.? Ante la complejidad y amplitud de dar respuesta a estas preguntas, una de las compañeras reclamaba unas orientaciones específicas y precisas para nuestro día a día, gestos que estén fuera de la normativa, quizás algo tan humano como saludar con una sonrisa a quienquiera que atendamos.

Y es que, cuando la ciudadanía utiliza nuestros servicios y acude a la biblioteca se encuentra con una persona, no con unas tablas de la ley tras el mostrador. Por eso, tal y como recalcó el bibliotecario irlandés Robin Stewart en el evento mencionado anteriormente del programa ELAN, nuestro código deontológico debería tener objetivos transversales como:

  • Diseñar para estimular el sentido de pertenencia.
  • Fomentar una cultura de bienvenida.
  • Celebrar la identidad local.
  • Activar la participación comunitaria.
  • Abrazar la vida cotidiana.

Estos puntos tampoco son pautas específicas ni concretas, pero sí que parecen más cercanos a lo emocional, a lo que nos hace humanos. En el XII Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas (CNBP) celebrado en Granada a principios de mes, al que también pude asistir, una de las ponentes, Sara Martínez Cardama, trajo a colación la palabra ibasho. Ibasho es un término japonés que significa un lugar donde uno se siente seguro, aceptado y puede ser uno mismo. ¿Crees que se reconoce todo el mundo en nuestras colecciones y servicios?

En una de las mesas redondas de dicho congreso, se proyectó un fragmento de la película “En el ojo del huracán” (1956) que hizo asomar en mí ciertas inquietudes. La película estaba protagonizada por Bette Davis, que interpretaba a una veterana bibliotecaria de un pueblo de Nueva Inglaterra, que es despedida (siento el spoiler) cuando decide no retirar de la sala un libro que alaba el comunismo. Además, ella misma es acusada veladamente de haber sido comunista y condenada al ostracismo por sus vecinos. Estoy segura de que más de una persona se verá identificada en esta posición de cuestionamiento constante al que se nos somete, no sólo políticamente, sino también por las personas usuarias, y también en cualquier dirección.

No viene mal recordar que las bibliotecas tienen un impacto significativo en la participación cultural de la sociedad y en la transformación de la misma:

  • Apoyan el aprendizaje a lo largo de la vida así como la participación cultural.
  • Tratan de minimizar la brecha digital y abordan cambios tecnológicos.
  • Abogan por la acción climática y la sostenibilidad.
  • Y cada vez más, promueven valores democráticos y la libertad de expresión.

Y llegados hasta aquí, comparto mis inquietudes: ¿deben las bibliotecas tener un perfil ideológico para ser neutrales?, ¿y si por el hecho de tenerlo han dejado de ser realmente neutrales?, ¿menospreciamos la capacidad intelectual de la ciudadanía cuando los privamos de ciertos contenidos para “protegerlos” o “educarlos” ?, ¿es que estamos el personal de bibliotecas por encima del bien y del mal?, ¿deben las bibliotecas ofender a todo el mundo para que se manifieste el equilibrio ideológico?, ¿tienen cabida todas las opiniones y orientaciones ideológicas, caben todas las libertades en las bibliotecas?… ¿Qué barreras encontramos para ser verdaderamente instituciones inclusivas y diversas?

Las reflexiones a estas preguntas podemos dejarlas para otro post, ya que creo que puede dar mucho de sí, no sin antes proponeros la lectura (o relectura) de una estupenda publicación de nuestra Felicidad Campal, que también guarda relación con lo que planteo aquí.

Para concluir, me gustaría mencionar a Luis García Montero, uno de mis poetas preferidos y actual director del Instituto Cervantes, que además inauguró el XII CNBP con una ponencia emocionante en la que literalmente expresó que: Las bibliotecas configuran un nosotros. Las bibliotecas son algo más allá de lo individual, cobran sentido en el colectivo social. Memoria y esperanza unidas gracias a la cultura, eso son las bibliotecas.

Las bibliotecas son un lugar al que pertenecer. Y es que en las bibliotecas nadie sobra y nadie debería faltar.

Fátima Canosa

Colaboradora en BiblogTecarios. Diplomada en Biblioteconomía y Licenciada en Documentación por la Universidade da Coruña (UDC). Desde el año 2016 coordino el servicio de bibliotecas municipales de Narón. He trabajado en bibliotecas públicas y de centros educativos desde hace casi 20 años. También en bibliotecas especializadas de museos y como digitalizadora.

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