El Bibliobús, una oportunidad para no perder (28 de enero, Día del Bibliobús)

Mercedes Sandoval, vecina de la localidad leonesa de El Burgo Ranero, donde puntualmente acude a cada cita con su Bibliobús, en una entrevista reciente[1], consideraba que este servicio es «una bendición cuando el medio rural se ha acostumbrado a perder oportunidades».

Mercedes da con la clave con una reflexión sencilla pero de una gran profundidad, pues, efectivamente, el Bibliobús es una oportunidad magnífica de progreso… para todo, oportunidad mayoritariamente destinada a un medio donde tanto se ha perdido que muchas opciones de avance chocan con el desánimo, el conformismo y la interiorización de las carencias, del abandono sistemático y continuado, del olvido que sufren desde hace demasiados años ya muchos de los territorios, comunidades y personas de nuestro entorno, especialmente del rural.

Sí, el Bibliobús es una oportunidad indiscutible contra la fatalidad y en favor de la vida, y no, no hay que renunciar a ella por la inercia de una situación que nos viene impuesta, que aparentemente nos supera, pero contra la que hay que luchar, y para ello el Bibliobús cuenta con la mejor arma posible, la palabra, pero no cualquiera, sino la emanada de las mentes más brillantes que en la Humanidad son y han sido.

Hacienda y todos aquellos que reclaman lo suyo, los pagos que todos les debemos, cuentan con la organización y los medios precisos para llegar a cada uno de nosotros, allá donde estemos, seamos muchos o pocos, cercanos o alejados. De pagar nadie se escapa, es un empeño en el que no se escatiman recursos. Sin embargo, la cultura, que tanto enriquece a la población, que la iguala en derechos, que la cohesiona y cuyo acceso es un derecho fundamental, no tiene el mismo trato. En nuestro sistema de justicia social tiene más peso pedir que dar, pero el Bibliobús sólo da, y sin condiciones.

Asimismo, si no podemos concebir una comunidad, por pequeña que sea, sin atención sanitaria ni servicios educativos, por qué la cultura no goza de esa universalidad ni en el ideario colectivo ni en los programas políticos, donde apenas suele aparecer. Todavía nos queda mucho trabajo por delante. Las bibliotecas públicas constituyen la red cultural más numerosa de nuestro país, la de mayor proximidad, universal e inclusiva por su gratuidad y amplitud de miras, y, sin embargo, no es suficiente para atender al aún más de millón y medio de personas excluidas de su derecho legítimo, apartadas de toda opción a su disfrute, aunque contribuyendo con sus impuestos, como los demás.

Mercedes Sandoval (Fotografía de César Fernández)

Los que trabajamos en bibliotecas móviles muchas veces hemos tenido la ocasión de escuchar a nuestros usuarios expresiones literales de cómo «la llegada del Bibliobús es una fiesta, es un arco iris de colores, es la luz, cuando el Bibliobús llega pasan cosas…» Aparte de la belleza de estas expresiones, hay que buscar la gran contundencia de su significado en el contexto en que son pronunciadas, dominado por la monotonía de los días idénticos, la escasa vida social, la soledad no deseada, la falta de servicios, la ausencia de estímulos, el sentimiento de abandono por los poderes públicos y por el resto de la sociedad, …

El Bibliobús se detiene, abre sus puertas, y todas esas comunidades abandonadas por la baja rentabilidad de los servicios, desahuciadas del futuro que les ha sido truncado, cuentan de golpe con una biblioteca pública a su servicio íntegro, cuentan con su propia biblioteca, con una ventana maravillosa al infinito universo del conocimiento,  del entretenimiento, de la inclusión, de los recursos, de los derechos, del sentirse pensado, querido, tenido en cuenta por los poderes públicos, del reconocerse parte de algo mayor, y esto recupera el brillo  en las miradas, el cosquilleo de la impaciencia, borra el gris de las calles de persianas echadas, y acaba con el silencio sempiterno de unas comunidades pequeñas y alejadas que, por unos instantes, reviven las relaciones de sus miembros, liberan su mirada hacia horizontes ilimitados y recuperan la esperanza que debe existir en todas las vidas.

Para celebrar el Día del Bibliobús podría haber escrito sobre criterios legales, sobre términos bibliotecarios, sociológicos o educativos, pero no he querido, he preferido dedicar este post sólo del gran tesoro con el que trabajamos a diario, a nuestros usuarios, a sus existencias, a sus sentimientos y percepciones, porque hoy nuestro punto de partida era la sabiduría de Mercedes Sandoval, que, desde la arena nos da la gran lección, con tan pocas palabras, de que el Bibliobús es la gran Oportunidad que garantiza los derechos de las personas allí donde libremente decidan vivir, sin que ello tenga que suponer una merma en el acceso a los servicios socioculturales, y advirtiéndonos de nunca caer en el desánimo conformista de dejar perder esta Oportunidad tan valiosa como legítima.

En este 28 de enero, ¡Feliz Día del Bibliobús 2025!

[1] César Fernández. «Cincuenta años de los Bibliobuses de León: un viaje por los pueblos con la cultura a bordo que va sobre ruedas». En: ileon (26 de diciembre de 2024)

 

Roberto Soto

Colaborador en Biblogtecarios. Jefe de Bibliotecas en la Diputación de León y Presidente de la Asociación de Profesionales de Bibliotecas Móviles de España (ACLEBIM). Convencido de la Biblioteca Pública e incondicional de los Bibliobuses.

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