Sabiendo que el mercado laboral actual en España acumula en su haber un número superior a 4 millones de parados, resulta evidente el tremendo impacto que esta cifra puede tener dentro de un sector que en épocas de bonanza ya contaba con una situación bastante precaria.
A pesar del tremendo desarrollo de las TIC, la profesión de documentalista, lejos de haber experimentado un avance considerable y una expansión en oportunidades de empleo, ha quedado parcialmente colapsada. Hay pocas ofertas de trabajo, generalmente mal pagadas y poco valoradas. Todo esto en sí no destacaría si no fuera porque el problema no se encuentra en la crisis económica actual, resulta un problema casi endémico de la profesión, algo que se ha evidenciado por los malos momentos económicos que experimentamos.
Mientras las cifras de paro juvenil se disparan y suenan las alarmas, se hace cada día más evidente una brecha laboral entre alumnos de formación en ciencias y alumnos de formación humanística, condenando a estos últimos a la desidia más absoluta. Sin embargo, los titulados en ciencias (más concretamente en carreras de orden tecnológico) parecen tener menos problemas a la hora de encontrar trabajo. Incluso aquellos titulados mediante cursos de formación profesional de grado superior tienen muchas más facilidades en su inserción laboral que licenciados en carreras de letras. Pero, ¿realmente están peor preparados los estudiantes de humanidades que los de ciencias?
Hace unos años, quizá en la época de expansión económica y menor incidencia de paro, se podía pensar que la preparación universitaria se encargaba de proporcionar un método de trabajo, un bagaje técnico y formativo que formaba personas para que estas, después, aplicasen esos métodos en su vida laboral. Las empresas exigían titulados universitarios, muchas de ellas sin especificar la especialidad, porque lo que buscaban eran personas con capacidad de aprendizaje y un método de trabajo bien definido. Hoy, el mercado ha cambiado y el avance espectacular de las TIC ha revolucionado el panorama laboral español. Las empresas exigen trabajadores con preparación más técnica y formación tecnológica, valorando muy positivamente los planes de estudios de carreras científicas basados en resolución de problemas y menospreciando la preparación humanística, y por consiguiente, los recién titulados de las carreras menos valoradas por las empresas se ven abocados a engrosar las listas del paro.
Hace unos días comencé a leer el especial de El País “Preparados”, que no es sino un compendio de pequeñas publicaciones y entrevistas de jóvenes desalentados ante la fatiga que supone verse contra la espada y la pared habiendo sacado sus estudios y dispuestos a iniciar su vida laboral. Pero las empresas no saben de vidas, saben de dividendos, de ganancias o pérdidas y de rentabilidad. La “rentabilidad” que supuestamente se consigue contratando un ingeniero frente a un historiador, un matemático frente a un filólogo, o un informático frente a un documentalista, por poner un ejemplo.
Ya antes de la crisis, los estudios de biblioteconomía y documentación soportaban una serie de circunstancias que marcaban la inserción al mercado laboral de los titulados en estas disciplinas. El total desconocimiento por parte de las empresas de la titulación, la excesiva (a veces exclusiva) especialización de los planes de estudio enfocada a los centros de información y a las bibliotecas, la falta de reformas en los planes de estudio o la falta de preparación tecnológica, hacían poco interesante esta titulación para las empresas. Ya se señalaba en estudios, como el publicado por el profesor Carlos Tejada en el 2002 “Nuevo Plan de estudios de la Escuela Universitaria de Biblioteconomía y Documentación de la Universidad Complutense de Madrid”, la falta de flexibilidad y adecuación de los planes de estudio al mundo laboral, y ya entonces percibían los recién titulados las dificultades de encontrar un empleo sin haber potenciado previamente asignaturas de corte tecnológico. Los planes de estudio (y me refiero particularmente a los de la UCM, aunque imagino que será más o menos extensible a otras universidades españolas) fueron ideados para dar una salida profesional muy estrecha, enfocada principalmente a trabajar en archivos, bibliotecas y centros de documentación, y precisamente esto ha marcado el futuro de la titulación y de sus estudiantes todos estos años. La presumible falta de flexibilidad para la modificación de los planes de estudio y para su actualización, o la ausencia de un feedback con titulados/empresas que orientara de alguna manera sus posibles modificaciones, ha provocado una sobresaturación en las instituciones documentales (generalmente agravada por la competencia con otras titulaciones de corte humanístico a la hora de realizar oposiciones y concursos) que ha llegado a colapsar estas salidas, de tal manera que la demanda en estos puestos específicos sobrepasa de largo a la oferta.
Además, empresas de comunicación, periódicos y televisiones ven caer sus dividendos mientras recortan o congelan personal. El trabajo en los medios de comunicación tiende a integrar diferentes disciplinas (redacción y documentación) en un mismo profesional, perjudicando nuestra entrada en un sector que siempre había visto con buenos ojos a los documentalistas.
Pero no está todo perdido. El desarrollo de la Web 2.0, las redes sociales o el comercio electrónico pueden abrir (y de hecho abren) oportunidades a estas titulaciones si aprovechamos el momento. Sin embargo, la brecha digital abierta entre profesionales con altos conocimientos tecnológicos y los que no los tienen, va a seguir marcando las diferencias. La entrada de las empresas el la Web social y el desarrollo del nuevo e-marketing puede convertirse en “El Dorado” para profesionales del ámbito de la información/documentación, que junto con la digitalización masiva de documentos, la optimización de flujos de información, la edición digital, la gestión documental digital, el desarrollo de archivos, repositorios y bases de datos o la preservación digital pueden convertirnos en protagonistas de un mercado laboral muy complejo. El problema de estos facultativos será competir con otras titulaciones y tratar de ofrecer algún tipo de valor añadido al trabajo realizado, para tratar de evitar que, en un futuro próximo, tras una oferta de Community Manager no se escondan requisitos como una titulación en informática, o tras una oferta para gestor documental haya que tener una diplomatura en ADE, por poner otro ejemplo.
Lo curioso de todo lo que expongo y la conclusión que saco es que la única forma que hay de mejorar la situación de estas titulaciones frente al mercado laboral es preparándonos más y mejor, aplicando nuestros conocimientos mejor que todos nuestros competidores y, por supuesto, siendo más rentables que ellos. No sé si a vosotros se os ocurrirán otras formas de conseguirlo. De momento, y hasta que las universidades se den cuenta de que la ciencia documental avanza a un ritmo frenético, y de que algo innovador ayer hoy está anticuado, los futuros titulados seguirán necesitando, lejos de obsoletos conocimientos teóricos y teorías bibliotecarias “satura-estanterías”, la posibilidad (al menos) de una formación tecnológicamente más completa y competitiva, y poder lograr salidas profesionales menos precarias y más dignas.
Para poder empezar a cambiar todos estos aspectos, se ha planteado una buena iniciativa por parte de la Universidad Complutense de Madrid: Dentro del desarrollo de las jornadas “Entidad e Identidad” organizadas con motivo del 20º Aniversario de la Facultad de Ciencias de la Documentación de la Universidad Complutense de Madrid, se incluirán diferentes sesiones que tratarán de dar cabida a opiniones de docentes, estudiantes, titulados y empresas, logrando información útil para conformar los planes de estudio del presente y del mañana, y poder obtener una mínima idea general del estado de la cuestión.
Para despedirme hasta la próxima publicación, me gustaría que participaseis con vuestras opiniones o comentarios. ¿Consideráis que ha incidido la crisis en la profesión? ¿Creéis que los planes de estudios que cursasteis se adecuaban a las exigencias del mercado laboral en aquel momento? ¿Era necesaria esa adecuación o por el contrario la simple titulación ya os ofrecía la posibilidad de acceder a un mercado laboral suficientemente amplio? ¿Hacia dónde creéis que debería encaminarse nuestra profesión?
Ya sabes lo que toca a emigrar!! Las cosas siguen mal y en esta profesión ni te cuento. Con suerte encontrarás algo fuera.
Estoy muy de acuerdo con todo lo que dices. Yo acabe mi diplomatura en Biblioteconomía y Documentación en el Año 1995 por la Universidad de Salamanca y sabe Dios que intenté buscarme la vida con mi título a base de presentarme a oposiciones en distintas provincias …y que no logre superar… A los dos años encontre un trabajo de Documentalista en la unidad de cine de Donostia Kultura… Al mando del actual director del Festival de cine José Luis Rebordinos…
Pues seis meses duro mi alegría… Se acabo el contrato y me mandaron a estudiar el euskera …Si quería continuar trabajando para el ayuntamiento… Hasta hoy 2016 que vuelvo a mis andadas para poder trabajar de aquello que estudié y para lo que me preparé con toda la ilusión… Bosé si conseguir e algún día trabajar..
Yo seguiré intentando lo.. pero es muy triste que se anteponga un idioma a unos conocimientos … Así nos va..