Pandora, las Bibliotecas Nacionales y el patrimonio digital

El otro día, hablando con un colega de profesión, surgió el tema de “Ondarenet”, el archivo de patrimonio digital vasco. De ahí, la conversación derivó a los orígenes de este tipo de proyectos e, inevitablemente, llegamos a “Pandora”, una iniciativa que presenta diversos aspectos novedosos en relación a los objetivos y la manera de hacer las bibliotecas nacionales.

Las bibliotecas nacionales tienen como objetivo principal la adquisición y conservación de ejemplares de todas las publicaciones impresas en el país, y funcionan como bibliotecas de depósito legal. Normalmente también elaboran una bibliografía nacional, reúnen una colección amplia y representativa de obras extranjeras que comprenda libros relativos al propio país, compilan catálogos colectivos y publican la bibliografía nacional retrospectiva.

Pero en los últimos tiempos las tecnologías de la información y la comunicación han facilitado que el patrimonio cultural, científico y la información en general se presenten en un nuevo formato, el digital, que se suma a los formatos analógicos tradicionales. El problema que se le presenta a las bibliotecas nacionales es el de cómo conservar toda esa nueva documentación que se va generando en soporte virtual, máxime si tenemos en cuenta el carácter altamente fugaz e incontrolable de este tipo de publicaciones.

PandoraPara tratar de paliar este problema, durante la última han surgido diversos proyectos destinados a garantizar el acceso permanente a la producción digital (recopilación, almacenaje, tratamiento, preservación y difusión). Uno de estos depósitos digitales nacionales, pionero y quizá el más importante,  es Pandora (Preserving and Accessing Networked Documentary Resources of Australia – Preservación y Acceso a Recursos Documentales en Red de Australia), proyecto impulsado por la Biblioteca Nacional de Australia (National Library of Australia) con el objetivo de hacer que las páginas web sean siempre accesibles.

Subrayamos aquí como primera idea importante el hecho de que se trata de un proyecto con vocación selectiva y no exhaustiva, como tradicionalmente han venido trabajando las Bibliotecas Nacionales. Pandora es un archivo selectivo de recursos digitales (publicaciones en línea, sitios web, etc.) creados por entidades o autores australianos o que tratan sobre tema australiano (existe una guía publicada con los criterios de selección de las webs capturadas). Sus objetivos son recoger, preservar y difundir una información valiosa de la que ninguna otra institución de carácter público se ocupa. Su carácter selectivo está condicionado por el volumen inalcanzable de información que se edita en la red.

Para guiar en la selección de los recursos digitales se han establecido una serie de criterios que, además de priorizar la temática y la autoría australiana, tiene en cuenta su valor informativo, credibilidad y prestigio. Por esta razón gran parte de los recursos seleccionados son de carácter académico y gubernamental. El contenido documental archivado se somete a un control de calidad y posteriormente es catalogado. Se gestionan también, como veremos, los permisos con los responsables o editores de los recursos web seleccionados. En caso de que la sede web siga existiendo archivan sucesivas versiones a lo largo del tiempo. Por otra parte se archiva el software adecuado para su futura visualización en previsión de los cambios de los formatos que se puedan producir.

Y así, con el tiempo, ha establecido en forma exitosa un archivo de publicaciones australianas seleccionadas online (existe un comité de selección, el Selection Committee for Online Australian Publications: SCOAP), desarrollando varias políticas y procedimientos de preservación digital y redactando un modelo de datos lógico para los metadatos de preservación.

Podemos encontrar una parte negativa en Pandora y es que, al no almacenar toda la producción sino sólo una parte escogida de ella, el criterio de selección es subjetivo, pese a que exista transparencia en la política de selección. Por otra parte, los enlaces (links) que pueda contener el recurso quedan desligados del documento (y es que pueden no estar incluidos en la selección) con lo que el contexto se desvirtúa. Por último, apuntar que el coste de tratamiento (selección, captura periódica, catalogación, etc.) de cada website es muy elevado.

Pero, por supuesto, existe una parte positiva:

  • Podemos hablar de gran calidad en el tratamiento y la presentación del patrimonio.
  • El patrimonio, además, es accesible on-line de forma gratuita (gracias a los acuerdos subscritos con los productores) para todos los usuarios.
  • Los datos catalográficos están a disposición de la entidad que lo desee (australiana o internacional).
  • La colección crece temáticamente equilibrada.

En otro orden de cosas, no debemos olvidar que, una vez encauzado el problema de la conservación, se nos presenta otro, el que hace referencia a las cuestiones del depósito legal y propiedad intelectual y es que mientras que se reconoce la necesidad de preservar los datos digitales, es difícil la definición de una estructura legal para estos depósitos (extensión del D.L. de modo que cubra cualquier tipo de publicación no impresa) y tampoco está absolutamente claro si la preservación permanente de estos textos e imágenes digitales debe ser una tarea de las bibliotecas nacionales o de otras instituciones.

Recordemos una vez más que la misión primordial de toda BN es la de garantizar la preservación del patrimonio bibliográfico del país y elaborar una bibliografía nacional. Pero el término ‘bibliográfico’ es todavía deudor de una tradición cultural dominada por el impreso (libro y publicaciones periódicas especialmente). Analizando la legislación sobre el depósito legal vemos rápidamente el olvido o la desatención (con matices geográficos) que ha imperado respecto a un patrimonio informativo no estrictamente bibliográfico en el sentido etimológico del término.

Por eso progresivamente se ha contemplado la necesidad de ampliar el concepto de ‘patrimonio bibliográfico’ por integrar una gama cada vez más amplia, difundida y utilizada de soportes documentales y de formatos que secularmente no formaban parte de las colecciones de las BN. Internet y su repercusión en el mundo de la edición en línea nos han traído un problema difícil de solucionar a partir de las instituciones bibliográficas heredadas de la cultura ‘analógica’. Efectuar un control de la producción documental en la Red rebasa los límites de las actividades habituales de las BN. Esto no equivale a decir que este control, digamos bibliográfico, no entre de lleno en las funciones básicas de las BN, al contrario. En cualquier caso, es muy difícil dar una respuesta a un problema de estas dimensiones.

En la National Library of Australia las páginas de entrada de cada publicación almacenada en los archivos de Pandora proporcionan una normativa de copyright que advierte a los usuarios respecto a sus responsabilidades y ofrece un link a las normas de copyright del editor de la más reciente versión de la publicación recogida en los archivos de Pandora. Así mismo, Pandora está desarrollando una escritura voluntaria de depósito para uso de aquellos editores que deseen imponer algunas restricciones al acceso de copias archivadas de sus publicaciones; dicha escritura de acuerdo entre la Biblioteca y los editores de publicaciones digitales se basa en las que actualmente se usan para publicaciones en formato físico. Es decir, a falta de una ley que regule el depósito legal digital, la política de la biblioteca es llegar a acuerdos con las entidades editoras de los documentos susceptibles de ser capturados.

Por lo tanto, ofrece respuesta a un vacío legal sobre el control ‘bibliográfico’ de una producción tan volátil como numerosa, como es la información electrónica y a la vez implica en este proyecto actores tan importantes como los editores.

Así pues, podemos concluir que en los países donde existe una biblioteca nacional, prácticamente nadie pone en duda que son éstas las encargadas de recoger, almacenar, conservar y facilitar el acceso a estos nuevos materiales. Pero eso sí, debe de quedar claro que Pandora no suple a la Biblioteca Nacional Australiana, no es una biblioteca nacional, sino que permite ampliar y complementar sus funciones tradicionales. Es sólo un proyecto concebido desde una biblioteca nacional y desde esta perspectiva hay que valorarlo.

Para finalizar, simplemente mencionar que la dimensión del proyecto y las características formales de la información han obligado a diseñar una solución tecnológica adecuada para el desarrollo del proyecto, el software Pandas, cuyas posibilidades de búsqueda son muy avanzadas, pero que no desarrollaremos en este texto.

En definitiva, nos arriesgamos a afirmar que, en un futuro no demasiado lejano, la mayoría de las bibliotecas nacionales habrán de contar con un depósito digital. Y es que el entorno de Internet no para de crecer y cada vez es más la información que se produce en la red, de forma virtual, en detrimento del papel u otros formatos que se han venido utilizando hasta el momento.

Ruben Lamas

Como profesional inquieto que soy, no me gustaría centrar este blog en ninguna temática concreta. Abarcaremos todos los ámbitos de la Biblioteconomía y Documentación que surjan y puedan considerarse de interés porque, como decía uno de mis mentores, “en esta profesión nuestra hay que tocar todos los palos...”. Eso sí, siempre tendremos muy presente la relación entre la gestión documental y las Tecnologías de la Información y la Comunicación, tan de boga hoy en día.

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