El otro día acudí a un curso impartido por el maestro Jordi Serrano (@jserranom) sobre “ebooks” y “ereaders”. En nuestra biblioteca hemos adquirido recientemente varios lectores electrónicos y un ipad e iba con la intención de coger ideas para un posible préstamo de dichos aparatos.
En el curso se trataron muchos aspectos interesantes de estas nuevas tecnologías (modelos de aparatos, formatos y programas de edición de los libros electrónicos, etc), pero lo que más interesante me resultó, por desconocido, fue el apartado de “posibles aplicaciones prácticas”, es decir, ¿cómo los prestamos al usuario?
Alguno de los compañeros allí asistentes explicó su experiencia: en su centro han recibido unos 50 lectores y los van a prestar cargados de obras (libres de derechos de autor) a sus usuarios. El trámite previo e indispensable es la firma de un documento por parte de éstos en los que se responsabilizan del aparato y de su cuidado. El ereader dispondrá de una ficha bibliográfica en el catálogo, con un documento adjunto en el que se detallan las obras que contiene.
Experimentos similares se están llevando a cabo ya a lo largo de todo el país. No me parece mal, pero le veo más contras que pros a la experiencia:
- Es muy probable que tras pasar por 4 ó 5 manos, el lector electrónico acabe bastante deteriorado.
- Cada vez que se devuelva el aparato, el bibliotecario debe revisar concienzudamente su firmware y tarjeta de memoria para comprobar que el usuario no haya instalado contenidos propios o modificado algún parámetro de la configuración.
- Y lo más obvio, ¿tiene sentido prestar 15 días un ereader cargado con nada menos que 150 obras? Primero, al lector no le va a dar tiempo material de leerlas. Segundo, esa cantidad ingente de obras quedan bloquedas.
Creo que la opción verdaderamente interesante y en la que debemos, como profesionales, centrar nuestra atención, es en el préstamo de contenidos, y más teniendo en cuenta que en breve (según los analistas) gran parte de la población dispondrá de su propio aparato electrónico para la lectura de ebooks.
En este sentido se están llevando ya a cabo algunas experiencias que yo desconocía y que me parece de interés resaltar aquí:
- A nivel nacional, destaca como proyecto la plataforma tecnológica para el préstamo de libros electrónicos en bibliotecas públicas puesta en marcha merced a la colaboración entre la Comunidad de Madrid y la Generalitat de Catalunya. Lo malo: aun no se ha puesto en marcha.
- La que si funciona es la web de Galicia eBooks, un servicio de préstamo de libro electrónico de la Consellería de Cultura y Turismo de la Xunta de Galicia que utiliza la plataforma XeBook. El usuario puede descargar libros electrónicos, con la salvedad de que solo puede leerlos en aparatos prestados también en la propia biblioteca. Como experiencia inicial, promete muchísimo.
- A nivel internacional, nos presentó Jordi Serrano la New Hampshire State Library y el proyecto me fascinó. Aprovecha otra de las plataformas creadas ex profeso para el préstamo de contenidos digitales, en este caso, Overdrive. El funcionamiento es simple: cada usuario se descarga la obra que desee y gracias a la protección DRM, ésta obra caduca a los X días. En ese momento se libera para que pueda pasar a otro lector. El préstamo puede realizarse directamente desde casa, el téléfono móvil, etc. La parte negativa, su alto coste y el hecho de que las colecciones las proporciona el propietario de la plataforma, con lo que la labor del bibliotecario se diluye en gran medida.
Se están llevando a cabo más experiencias, pero sirvan como muestra las citadas arriba. Lo que me gustaría resaltar es que estamos en un momento de cambios en los hábitos de lectura y, por ende, en lo que al préstamo de libros se refiere. El formato digital está ya aquí y hemos de ser conscientes de que debemos de adaptarnos a esta nueva realidad para proporcionar a nuestro usuario el mayor disfrute con la mayor comodidad posible. ¿Estamos preparados?