Laos es un país interior del sureste asiático, víctima por muchos años de guerras, invasiones, embargos y cambios traumáticos en su forma de gobierno. El resultado de todo ello es una nación con muchas deficiencias basada en una población eminentemente rural (80%) dependiente de una agricultura de subsistencia.
El territorio laosiano está dominado por las formaciones montañosas de densa forestación, donde vive la cuarta parte de sus habitantes. Su principal arteria de comunicación es el río Mekong, que recorre el país de norte a sur como frontera occidental, con Thailandia, y cuyas riberas albergan a los tres cuartos de la población restante.
Se comprenderá que en este contexto el acceso ciudadano a la educación y a la cultura esté muy mermado, y que el papel de la ayuda exterior y de organizaciones no gubernamentales sin ánimo de lucro sea fundamental.
En este línea la ONG Community Learning International (CLI) pretende paliar el extendido analfabetismo mediante diferentes programas, entre los que se encuentran los dedicados a conseguir servicios bibliotecarios móviles para los niños escolarizados. La falta de una infraestructura de comunicaciones aceptable, incluso su total ausencia en muchos casos, ha planteado la necesidad de utilizar medios como los elefantes y los barcos fluviales.
Laos, entre los siglos XIV al XVIII, formó parte del reino Lang Xang, que significa Tierra del Millón de Elefantes. La convivencia con este animal, pues, es algo natural en la vida cotidiana en Laos, e incluso para su actividad económica, especialmente en la explotación maderera.
Con la colaboración de la ONG ElephantAsia, dedicada a la protección, respeto y defensa del elefante asiático, se han dispuesto por las provincias del norte del país cuatro biblioelefantes que recorren las escuelas de la zona.
Se trata de elefantes ya retirados de sus tareas en la tala forestal y que aún pueden cargar hasta 150 kilos, con lo que garantizan un apreciable volumen de documentos y recursos en cada una de sus rutas, que vienen a durar en torno a los nueve días.
No sólo llevan un libro para cada niño, sino también material para que los profesores puedan trabajar con los alumnos en las escuelas entre visita y visita.
La acogida de la empresa es todo un éxito, tanto por la empatía que desprende el elefante, como por suponer, para muchos niños, su primer contacto con los libros, además de por constituir un gran instrumento para su aprendizaje en el largo camino hacia la igualdad de oportunidades para todos.
La llegada del biblioelefante constituye toda una fiesta, que rompe el ritmo ordinario de las escuelas, centrando toda su actividad en él, como iniciativa de toda la comunidad escolar en torno al libro.
La misma fiesta se repite con los bibliobarcos que CLI tiene dispuestos por el río Mekong, que recalan por tres días en las diferentes aldeas que lo jalonan. Como en el caso de los elefantes, la presencia de estos servicios posibilitan la consulta de los libros que ofrecen a los niños y un cúmulo de actividades de animación a la lectura. El presente vídeo es un perfecto exponente de todo ello.
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