Del 18 al 20 de octubre de 2019, la Asociación de Profesionales de Bibliotecas Móviles (ACLEBIM), celebró la novena edición de sus congresos bajo el lema del título del presente post. En él se dieron cita, aparte de miembros de servicios móviles de España, Portugal, Colombia y México, otros agentes activos directamente implicado en este problema como el Comisionado del Gobierno para el Reto Demográfico, o PRESURA, la Feria de Nacional para la Repoblación de la España Rural. De todo ello se extrajeron sustanciosas conclusiones.
Mientras que la media de densidad de población en la Unión Europea está en 117 habitantes por km2, en España contamos con 92 habitantes por km2. Pero ya dentro de nuestro país, el 88 % de la población se encuentra distribuida exclusivamente por el 30% del territorio, preferentemente en las zonas costeras, de forma que alarmantemente, el 70% de nuestro país está ocupado sólo por el 12 % de sus habitantes.
El interior de nuestro territorio va camino de la desertización, pues a los índices actuales de despoblación hay que apuntar la clara inversión de la pirámide demográfica, donde la falta de nacimientos es fruto, en otras razones, de la merma galopante del nivel de vida juvenil, y del éxodo generacional de las personas en edad de procrear a otras regiones, incluso del extranjero. A lo que hay que añadir el envejecimiento dominante que dirige la evolución demográfica hacia una irremisible fecha de caducidad. Baste conocer que, Castilla y León, la comunidad autónoma más grande del país, apenas sobrepasa los 26 habitantes por km2.
Desgraciadamente España aún no cuenta con ningún plan nacional ni integral para resolver este gran problema, sino con medidas puntuales y sospechosamente cercanas a las últimas convocatorias electores.
La despoblación no se combate sólo con cultura, pero sin ella ninguna medida conseguirá el objetivo final de todo plan en favor de la repoblación, que no es otro que conseguir que la gente perpetúe su residencia en estas zonas ahora desfavorecidas y maltratadas tanto en la dotación de servicios como en la generación de igualdad de oportunidades.[pullquote]La despoblación no se combate sólo con cultura, pero sin ella ninguna medida conseguirá el objetivo final de todo plan en favor de la repoblación[/pullquote]
En este contexto es conveniente recordar como los bibliobuses españoles vienen trabajando en primera fila contra la despoblación desde principios de los años 70 del S.XX, habiéndose convertido en testigos privilegiados del deterioro de nuestro medio rural, y cómplices de esa población que heroicamente ha ido resistiendo para no abandonar definitivamente su forma de vida y su hogar de siempre.
La campaña desarrollada en torno al Día del Bibliobús en 2018, bajo el lema “Bibliotecas para los más vulnerables”, estaba basada en la invitación que se hacía a los usuarios de los bibliobuses para resumir en un palabra lo que era para ellos el servicio del Bibliobús; y sus respuestas fueron tan contundentes como “futuro”, “cultura”, “aventura”, “oportunidades”, “alegría”, “entusiasmo”, “diversión”, “disponibilidad”… Nuestros usuarios nos demostraron con sus contribuciones su conocimiento de lo que pueden ser capaces los servicios móviles si cuentan con los medios y recursos adecuados, y de lo relevantes que son en sus vidas.
Aparte de sus servicios habituales, propios de cualquier biblioteca pública, los bibliobuses españoles cuentan con un rico catálogo de servicios “especiales” de gran impacto en el medio rural y, por tanto, de gran potencialidad para luchar contra sus problemas, especialmente la despoblación, al generar, gracias a su flexibilidad, soluciones puntuales a situaciones concretas, donde la humanización, el empoderamiento de lo propio, la dinamización social, la fidelización población, la introducción de nuevas tecnologías y la formación en su uso están cada vez más presentes.
Pionero en este tipo de prestaciones es el Bibliobús Escolar de Zamora, que desde 1985, suple con su presencia la ausencia de verdaderas bibliotecas escolares en Castilla y León. Cuenta con una elaborada programación anual, que desarrolla una labor bibliotecaria especialmente inclinada a la motivación lectora entre los más jóvenes, y al auxilio de los docentes en estos menesteres. Desde 2005 se le sumó el Bibliobús Escolar de Burgos, bajo unos planteamientos similares.
En Barcelona y Lleida, fruto del Plan >3000, se implementaron en 2008 pequeñas bibliotecas sin bibliotecario, dependientes del bibliobús de la zona para sus funcionamiento, dotación bibliográfica y programación de animación lectora y extensión cultural. Conocidos en la provincia como biblioacceso y en la ilerdense bajo el nombre de PIL (Puntos de información y Lectura), algunos de ellos llegaron a evolucionar hacia verdaderas bibliotecas, dejando libre al bibliobús para ocuparse de otras poblaciones.
Velar por el patrimonio inmaterial de las zonas que visitan es un cometido que algunos bibliobuses se han tomado muy en serio. Así, desde diferentes puntos de vista, es de destacar la labor puesta que ahora mismo desarrollan los Bibliobuses de Guadalajara, con sus campañas de participación y divulgación de todo lo relacionado con el agua o la miel, en las comarcas que sirve. Otro ejemplo son los Bibliobuses de Barcelona, que no solo han recogido conocimientos y datos etnográficos, sino que han destinado un espacio de su web para su divulgación. Cabría también el ejemplo de concursos de los Bibliobuses en pro de la gastronomía tradicional. Y cómo no citar al Bibliobús de Castellón con sus calendarios participativos e integradores sobre los paisajes, monumentos, cocina, profesiones y animales domésticos de las poblaciones que visita.
El trato cercano, inmediato incluso, de confianza y complicidad, es uno de los puntos fuertes en los bibliobuses, con servicio como el de la Biblioneta del Proyecto Berragu (Navarra), que visita a sus usuarios en su misma casa, puerta a puerta. Con el mismo espíritu, en Taramundi y San Tirso de Abres (Asturias), los servicios bibliotecarios móviles están especialmente diseñados para la atención de las personas mayores, como un elemento más del Programa Rompiendo Distancias, cuya pretensión es tocar todos los aspectos de su vida diaria.
Los clubes de lectura, la lectura colectiva, también en los bibliobuses constituyen una de las fórmulas más efectivas de conseguir nuevos y continuados lectores, al tiempo que se estrechan lazos entre ellos, afianzando aún más la colectividad. Ejemplos como los de Madrid, Barcelona, Castilla- La Mancha y León, entre otros bibliobuses, son el exponente más claro de que este modelo funciona, a pesar de la variedad de métodos y recursos empleados (reuniones presenciales, con coordinador propio o proporcionado por el bibliobús, y/o participación virtual por plataformas, redes sociales…)
Las nuevas tecnologías también están presentes en los bibliobuses, en su doble vertiente de acercar aún más sus servicios a los usuarios, y como instrumentos para la educación digital y la creación de conocimiento.
Las aplicaciones móviles integrales, aquellas destinadas a los teléfonos inteligentes y a las tabletas, son elementos especialmente diseñados para conseguir hacer perennes determinados servicios, y reducir al tiempo los períodos de ausencia. Desde el estreno de la app “Bibliobuses de León” en 2015, se ha sumado dos más, las de los Bibliobuses de Soria (2017) y la BiblioAPP de los Bibliobuses de Segovia (2018).
Asimismo, la creación de conocimiento también es un campo que los bibliobuses ya ponen a disposición de sus usuarios, facilitando el uso y la formación en las últimas tecnologías a la vez que aglutinan en su torno a diferentes sectores sociales, con ejemplos como los Bibliobuses de Barcelona, con sus “Laboratorios ciudadanos” o los talleres de robótica e impresión en 3D impartidos desde los Bibliobuses de León.
Sólo hay una vía para arremeter contra la despoblación con unas mínimas garantías de éxito, los planes integrales en los que, por ende, se vean contemplados todos los aspectos que conforman la vida cotidiana de las personas. La presencia de acciones culturales de calado es, por tanto, obligada, donde las bibliotecas, como la red cultural más extensa y accesible, tienen mucho que aportar, y no digamos los bibliobuses, como la solución más sostenible en zonas de baja densidad poblacional. Estamos ante una oportunidad que no podemos desaprovechar, por el bien de los ciudadanos y por el de nuestros propios servicios.