El hecho de que utilicemos servicios bibliotecarios móviles para atender aquellas localidades o grupos sociales que no disponen de una biblioteca estable, no significa que debamos renunciar a la igualdad en la calidad y cualidad de los mismos con respecto de los de ésta.
En ese proceso largo de las bibliotecas públicas por su constante adaptación a la sociedad cambiante a la que se deben, se vienen creando nuevos servicios como el denominado Library Lab, o la oferta de espacios creativos de interacción, y creación e intercambio de conocimiento.
Ya se ha hablado repetidas veces en Biblogtecarios del tema, adelantando definiciones, características, descripciones y ejemplos (Elvira Caneda Cabrera, Ana Carrillo, María Antonia Moreno…), y también cómo es un fenómeno especialmente extendido y exitoso en Estados Unidos, de más lenta introducción en nuestro ámbito.
Si la sociedad demanda este tipo de espacios-servicios las bibliotecas están obligadas a cubrir esas necesidades, lo que de por sí supone también otro nuevo recurso para nuestros centros por aumentar su acervo documental y cognitivo en un proceso continuo de retroalimentación.
La biblioteca móvil no puede quedarse al margen de todo ello, y debe cumplir con el principio básico de procurar las mismas oportunidades y prestaciones a sus usuarios que las proporcionadas por las bibliotecas estables a los suyos.
En este sentido, ya contamos con ejemplos de Library Lab dispensados desde bibliobuses adecuadamente diseñados y equipados para ello, como el caso del A47M, o lo que es lo mismo, la biblioteca móvil de la Fundación Alumnos 47.
En 2011 la Fundación mexicana Alumnos 47 empezó a trabajar en el A47M como su brazo móvil para acercar el arte contemporáneo entre la población, a partir de propiciar espacios de encuentro y socialización desde los que despertar el aprendizaje, el debate y la reflexión sobre la realidad artística de nuestro tiempo.
Para ello se valió de un vehículo literalmente abierto, cuyo interior se proyecta de forma directa sobre un exterior que también se aprovecha para el desarrollo de sus talleres. La posibilidad de hacer desaparecer las paredes y su suelo escalonado en varios niveles le convierten en un instrumento tremendamente válido para la consecución de sus objetivos. A todo ello hay que añadir la presencia continua de una colección de 1.200 volúmenes, también especializada en arte contemporáneo.
El A47M, de forma periódica, organiza talleres para niños, jóvenes y adultos, en las distintas comunidades de la Ciudad de México. Sus actividades están marcadas por la institución que acoge cada visita, de manera que tanto los medios como la misma programación de la biblioteca móvil se adaptan a las necesidades y objetivos de cada entidad receptora.
Entre sus actividades se encuentran talleres dirigidos por artistas sobre distintas técnicas, estilos y personalidades del arte contemporáneo, así como charlas de historiadores, interacción con poetas, prácticas de fotografía, proyección de audiovisuales e incluso un estudio móvil de radio que emite desde el mismo bibliobús.
Aunque el arte contemporáneo como disciplina de especialización es una buena oportunidad para extender hasta lo impensable los servicios del tipo Library Lab, también éstos están presentes en los bibliobuses con el carácter universal propio de las bibliotecas públicas, pero de ellos hablaremos en otra ocasión.
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