«El Bibliobús es, sin duda, el sistema de efectos más rápidos y eficaces para una situación de acusado carácter social con la que es preciso librar una inteligente batalla: la de acortar la distancia que actualmente existen entre el pueblo y el libro…, que, con sólo su paso por las calles o las carreteras, es ya, en sí mismo, la mejor propaganda del libro. El Bibliobús viene a remozar la misión del bibliotecario, a dinamizarla…”
Este párrafo, y otros tantos como él, fueron publicados en el Boletín de la Dirección General de Archivos y Bibliotecas, en 1956 (enero-marzo), como exponente y defensa de la labor realizada desde, hasta ese momento, los seis bibliobuses que prestaban servicio por España.
De todos es sabido que el primer Bibliobús español lo puso en marcha la Generalitat de Cataluña en 1938, mirando por las lecturas de los soldados del frente. La tragedia de la Guerra Civil truncó todos los esfuerzos y esperanzas puestos en él.
En 1951, en un momento en que el régimen de Franco empezaba a ser reconocido por estados tan significativos como el Vaticano y los Estados Unidos, y donde se atisban los primeros rayos del desarrollismo de los sesenta, se cambia el rumbo de la política bibliotecaria de la mano del nuevo ministro de Educación Joaquín Ruiz Jiménez. Con él llegaron novedades estructurales como la reglamentación del Servicio Nacional de Lectura, y el nacimiento de entidades básicas como el Servicio Nacional de Información y Documentación Bibliográfica, el Centro de Estudios Bibliográficos y Documentarios, o las mismas Casas de Cultura (centro integral de servicios).
Se trataba de extender los servicios bibliotecarios por todo el país, mediante la colaboración interinstitucional e interadministrativa, la articulación de nuevos instrumentos al servicio del trabajo diario y de la formación bibliotecaria, y el uso de nuevos medios para la extensión de la lectura fuera de los cauces tradicionales, centrados especialmente en las Bibliotecas Viajeras (préstamos colectivos en maletas renovables) y los Bibliobuses.
Esta nueva orientación dio sus frutos, pues puso la base para el desarrollo de políticas posteriores, y creó la estructura básica del sistema bibliotecario español hasta la llegada del modelo autonómico actual. Y todo ello a pesar de la mirada atenta de los sectores más reaccionarios del Régimen, que aprovecharon las incipientes revueltas estudiantiles para acabar con el ministro y su equipo en febrero de 1956.

En este ambiente renovador, de la mano del Director General de Archivos y Bibliotecas, dependiendo de su entidad, se inaugura el primer Bibliobús en 1953.
Los nuevos Bibliobuses estaban concebidos tanto para cubrir las necesidades del medio rural como para atender al extrarradio de las ciudades, pasando por la visita de fábricas y otros centros de trabajo.
Se diseñaron con una capacidad de unos 1.500 libros, tomando como ejemplo otros extranjeros pero desde criterios propios de nuestros bibliotecarios. Así fueron concebidos como remolques, pensando en su autonomía ante posibles averías mecánicas de la cabeza tractora, que solían ser vehículos todo terreno.
También se aplicó el sistema de doble puerta, así como el aprovechamiento extremo de los huecos entre ruedas para equipamientos audiovisuales, tales como tocadiscos, proyectores, pantalla, magnetofones… con los que completar su oferta cultural; no en vano estaban concebidos como verdaderas casas de cultura rodantes. Asimismo se pensó en espacios para el transporte de Bibliotecas Viajeras destinadas a poblaciones sin otro servicio bibliotecario.
La figura del Bibliobús en estos años fue muy apreciada por el público, como lo demuestran los testimonios de agradecimiento que en forma de carta llegaban a la Dirección General de Archivos y Bibliotecas, o la presencia de un espacio destinado a él, sus colecciones y su personal en los planos de las Casas de Cultura que empezaban a surgir en los principales núcleos de población.
La labor de Ruiz Jiménez y su equipo se truncó en febrero de 1956, momento delicado en que parte de sus integrantes llegó incluso a temer por su vida; sin embargo la semilla ya estaba germinando y, entre otros logros, la flota de Bibliobuses siguió creciendo.
Hola buen dia, soy Luis bibliotecario dw Mexico, actualmente cual seria una cantidad razonable de libros puede contener un bibliobus. Saludos
Hola, José Luis.
En respuesta a tu consulta, todo depende de las dimensiones del vehículo. Para que te hagas una idea, un bibliobús de unos 9 metros de largo viene conteniendo una media de entre 2.500 y 3.000 libros. Luego hay que pensar también en el fondo de renovación depositado en la base, que según la teoría de ser el doble de la colección circulante en el bibliobús.
De todas formas, si estás montando un nuevo servicio móvil, estaré encantado de asesorarte en lo que precises desde sotoarranz@gmail.com.
Un cordial saludo.
Roberto Soto.