Parece que en los últimos meses la inteligencia artificial (IA) se ha apoderado de todo. Es un tema que está en boca de todos e inunda las conversaciones en cualquier ámbito, cotidiano o profesional. Un día sí y otro también se publican artículos que avisan de los peligros o defienden las bondades de su uso, cómo reducirán tiempo automatizando procesos repetitivos o alertan de cómo influirán en la difusión de la información, en la creación de contenidos, en la generación de imágenes. En las últimas semanas hemos visto casos que alimentan irremediablemente la mentira y la desinformación, acrecentando un problema que ya viene haciendo mella en la sociedad y la opinión pública.
Además de leer y de intentar saber más sobre lo que viene, sobre lo que está ya aquí, he probado a “jugar” con Chat GPT , crear imágenes ¿imposibles? en Midjourney o Dall·E 2. Estas aplicaciones se denominan de IA generativa, que se diferencia de aquellas que automatizan procesos. Más adelante iréis viendo de qué hablo.
Lo cierto es que la IA es tan amplía y compleja que se hace inabarcable. Entre esa deriva de intentar entender un poco más que nos deparará el futuro, caí en el número completo de El Profesional de la Información, núm. 2, de 2023. Elegí el artículo que lleva por título: “Sin periodistas, no hay periodismo: la dimensión social de la inteligencia artificial generativa en los medios de comunicación”.
Lo primero que podría llamar la atención es que recoge investigaciones relacionadas con la implementación de la IA en los medios de comunicación durante las dos últimas décadas. Avanzando en la lectura, los autores afirman que hay medios de prensa que llevan casi cuarenta años haciendo uso de este tipo de tecnología. Así pues, la IA está presente desde hace más tiempo de lo que pensáis. En el artículo se presentan varias acepciones de expertos en tecnología que intentan recoger el término “inteligencia artificial” desde diferentes puntos de vista.
Ponen como ejemplos a los medios internacionales The New York Times, The Washington Post, Le Monde y las agencias Reuters y Associated Press, que se han unido a empresas tecnológicas para la elaboración de contenidos automatizados. Habitualmente consiste en la conexión entre plantillas predeterminadas y bases de datos de información meteorológica, financiera o deportiva con la que se generan textos narrativos. De este modo, el tiempo de procesamiento se reduce.
Objetivos y metodología
El objetivo del artículo es evaluar el impacto en los medios de comunicación y ponen el foco en el impacto social que ha tenido en las personas, tanto en los periodistas como el público que forma la audiencia.
Han basado el estudio en la revisión bibliográfica sistematizada de referencias de las bases de datos académicas: Web of Sciences, Scopus; y lo han completado con Dialnet y Google Scholar abarcando un rango temporal, desde el año 2000 hasta la actualidad.
Resultados
1. Dimensión industrial de la producción de noticias
Los medios de prensa escrita han visto cómo en estos 25 años se han producido grandes cambios del paradigma que les han llevado a adaptarse a nuevos modelos de negocio por la aparición de la prensa digital y los nuevos competidores. Este sector ha visto la revolución digital con rigidez y reticencia. Han intentado, no sin dificultades, no perder visibilidad y volumen de negocio.
La implantación de la IA no está muy extendida porque supone una elevada inversión y una responsabilidad legal y ética (la ciudadanía sigue siendo el foco del periodismo) difíciles de mantener en muchas ocasiones. Además, a ello hay que sumar que el uso de la IA generativa trae consigo problemas de derechos de propiedad intelectual, autoría y copyright, que aún no se han solventado legalmente.
2. Impacto sobre los profesionales
Como ya se ha visto en el caso de los medios de comunicación, los periodistas también se han visto afectados por la transformación digital. En esta situación, perciben una pérdida de valor como mediadores entre la realidad y la ciudadanía.
Aunque destacan algunas ventajas, como la que supone la liberación de tiempo en las tareas automáticas que podrían dedicar a la investigación y a profundizar en las características específicamente más humanas del periodismo: la curiosidad, el escepticismo y el pensamiento crítico.
Los más optimistas ven en el uso de la IA un aumento y creación de nuevos perfiles profesionales, así como la ampliación de conocimientos que faciliten la colaboración entre ellos y los profesionales tecnológicos.
Los periodistas concluyen que, a pesar de todo, ven en la IA una buena aliada más que una competencia contra la que luchar. Sin embargo, sienten preocupación por el impacto que tiene la IA en la ciudadanía y prefieren mantener el control a lo largo de todo el proceso.
3. Una IA mediática centrada en el ser humano
En esta parte entra en juego la audiencia, la ciudadanía, el lector de los contenidos emulados de manera automatizada. El estudio demuestra que éstos no distinguen la información objetiva, generada a través de datos. Es más, les suelen parecer más descriptivos, objetivos e informativos y le dan la misma credibilidad que si lo hubiese escrito un periodista.
Sin embargo, en el caso de textos no objetivos, la audiencia resta valor a la credibilidad.
Aún así, destacan que aquellos textos de autoría humana se consideran más atractivos, amenos y agradables de leer y muestran una mayor implicación emocional.
Para afrontar los retos más próximos, en 2020, la Comisión Europea elaboró un Libro blanco sobre la inteligencia artificial de la Comisión Europea: un enfoque europeo dedicado a la excelencia y la confianza [PDF del texto completo]. El documento de la CE hace hincapié en el uso de la IA para mejorar la calidad democrática y la prestación de servicios públicos. Habrá que esperar un poco más para tener un marco legislativo que regule todo ello. Es evidente que la regulación va más lenta que la fulgurante eclosión de la IA.
Quizás tengamos que agarrarnos a la parte más humana de todo ello, a lo que quiera que sea que nos hace únicos, genuinos ante las máquinas. Quizás tengamos que poner un mayor empeño en poner en valor la creatividad, las emociones, la empatía, la persuasión, la capacidad de racionalizar y resolver situaciones complejas y valores éticos, el pensamiento crítico y ser más responsables con aquello que se está comunicando.
Más allá del artículo de EPI encontré esta reflexión de Andy Stalman que sin duda recoge de manera sintética aquello que todavía (y espero que siga por mucho tiempo) nos separa de la IA.
Este post sólo es un comentario personal del artículo. Os recomiendo la lectura y el análisis del original, que viene acompañado de otros datos, retos, desafíos, conclusiones y una amplia lista de referencias sobre el tema. Sin duda, la IA ha llegado para quedarse y vamos a tener que aprender a convivir con ella, intentar sacar lo mejor y poner límites a lo peor de aquellos que nos ofrezca. Tareas difíciles sobre todo en todo lo relacionado con la información, la comunicación y el periodismo.
Cualquier información, experiencia o reflexión que aporte una visión más amplia de éste u otro caso será bienvenida.
Referencia bibliográfica:
Peña Fernández, Simón; Meso Ayerdi, Koldobika; Larrondo Ureta, Ainara; Díaz Noci, Javier (2023). “Without journalists, there is no journalism: the social dimension of generative artificial intelligence in the media”. Profesional de la información, v. 32, n. 2, e320227.