¿Se imaginan una biblioteca sin ninguno de los atributos ni características que tradicionalmente asociamos con las bibliotecas? Un espacio rebosante de voces y de movimiento, al que casi nadie acude en busca de silencio. Un espacio donde los usuarios juegan, experimentan, comparten, arman alboroto. Un espacio donde la arquitectura y el mobiliario abandonan la solemnidad de mostradores, despachos y estanterías ignífugas para adaptarse a los gustos y necesidades de su público. Un espacio que no girase en torno a los libros en papel.
En el año 2018, el bibliotecario valenciano Néstor Mir viajó a Montreal, y el modo de hacer de las bibliotecas de la ciudad canadiense fue una suerte de epifanía. Unas instituciones dinámicas, modernas, hechas por y para sus ciudadanos. ¿Se habían quedado atrasadas las bibliotecas españolas? Se asoció con el arquitecto Javier Molinero y empezaron a desarrollar BED (Biblioteca Expandida y Deslocalizada), un proyecto de reflexión y experimentación ciudadana para definir la “biblioteca del siglo XXI”.
El CCCC (Centre de Cultura Contemporánia del Carme, València) ha sido su principal campo de pruebas. Instalaron en el claustro del centro un mobiliario inicialmente cedido por las firmas Andreu World y Actiu (la idea es que, en el primer trimestre de 2023, la instalación se convierta en algo permanente con un mobiliario diseñado especialmente para el proyecto) y dejaron libertad a los usuarios para que lo dispusieron a su antojo, según sus necesidades. Nadie les pidió guardar silencio. Ni un solo libro a su alrededor.
“La idea es encontrar la definición de lo que va a ser la biblioteca pública en el siglo XXI a partir de la irrupción de la innovación tecnológica, la innovación ciudadana y la transición ecológica. Transformar la biblioteca pública en un lugar atrayente, que cree comunidad, donde se siga ofreciendo acceso universal al conocimiento y para que se supere la concepción ‘libraria’ del servicio bibliotecario”, apunta el teórico del proyecto.
BiBlogTecarios ha entrevistado a Néstor Mir para que nos hable más de BED y nos comparta su visión de los retos y cambios que deben afrontar las bibliotecas públicas de nuestro país.
- Empezando por el principio, ¿cómo es una biblioteca “expandida” y “deslocalizada”? ¿A qué características hacen referencia estos dos adjetivos?
Hay varias cuestiones: biblioteca fuera de los muros, reconsideración de los espacios como mensajes de su uso a la comunidad, espacios donde los mostradores y las estanterías ya no son el eje central de la biblioteca, donde los espacios son adaptables a las necesidades de las actividades propuestas por la comunidad, muebles que invitan a una amplia gama de actividades. Una visión diferente del espacio que transmita a la comunidad una mensaje de uso diferente y participativo.
Otra de las cuestiones que definen la BED es la herramienta con la que se trabaja. Trabajamos mediante el laboratorio ciudadano, es decir, preguntándole a la comunidad cuáles son su necesidades, inquietudes etc. y haciéndoles partícipes y responsables de las propuestas que en la biblioteca se van a poner en marcha. Es una nueva definición de la relación con la institución pública que pasa de ser jerárquica y vertical a horizontal y de tú a tú. La profesión bibliotecaria pasa a ser fundamentalmente la del facilitador de las necesidades de la comunidad.
Por lo tanto, en la BED lo que trabajamos ante todo es una nueva relación con la comunidad, que cree lazos y no barreras y para conseguirlo en la mayoría de los casos hay que dejar de percibir a la biblioteca como un contenedor y pasar a considerar que la biblioteca está en todas las partes del barrio, en tantos sitios como personas podamos conocer.
Es un cambio de paradigma, el servicio deja de estar alrededor del libro para pasar a estar alrededor de las personas y sus necesidades de creación compartida, de conocimiento y necesidades de aprendizaje colectivo.
- ¿Qué observó en las bibliotecas públicas de Montreal en su estancia de 2018 que le pareció necesario importar al modelo español?
En las bibliotecas de Montreal vimos que todo el planteamiento anterior era posible llevarse a cabo, que no era ni una utopía ni una entelequia. Todas nuestras actividades, desde la primera en la BED en la Marina de Valencia en mayo del 2019, hasta las dos experiencias de los años 2021 y 2022 en las BED del CCCC y de la Biblioteca Pública de Beniferri, han perseguido mostrar y sensibilizar a la profesión bibliotecaria, a la comunidad, a las instituciones públicas y a los políticos de que un nuevo concepto de biblioteca pública es posible. Y lo es porque en otros países ya existen. Recientemente han abierto la biblioteca García Márquez en Barcelona, año 2022. En el 2018, cuando fui por primera vez a Montréal, había al menos seis bibliotecas de similares características, bibliotecas donde podrías quedarte a vivir.
Cabe mencionar también que en Tabakalera de San Sebastián desde antes del 2018 existe una propuesta de biblioteca del siglo XXI, aunque tal y como nos pasaba a nosotros en la BED del CCCC, era una propuesta dentro de una institución mayor y no era una biblioteca exclusivamente pública como las bibliotecas que visitamos en Montreál.
- Las bibliotecas públicas españolas, ¿se han quedado ancladas en el pasado?
Hay muchas bibliotecas que están dando pasos para hacer frente al cambio de paradigma bibliotecario, pero este cambio, como sucede en la ciudad de Barcelona, debe ir respaldado de un plan. Por lo tanto, podemos decir que sin un plan claro de acción y remodelación de las bibliotecas públicas la mayoría de ellas quedarán, en el mejor de los casos, ancladas en el pasado, y en el peor de los casos, desaparecerán, sustituidas por nuevas instituciones como los Citylabs. Aunque también es verdad que es posible que las bibliotecas acaben mutando en bibliolabs o directamente en Citylabs. No está claro el futuro, muchos profesionales están pensando en este sentido. En mi último viaje a Canadá visité la ciudad de Quebec. También allí estuve visitando bibliotecas, y una de ellas, también moderna y afrontando el cambio de paradigma bibliotecario, se había centrado en la literatura, de hecho se llama así, “Maison de la littérature”. Es una biblioteca donde todo gira entorno de la literatura, tanto en la lectura como en la escritura, pero aun así, sus actividades ya no giran sólo en torno a los libros en formato papel, sino en las personas que tienen algún conocimiento que ofrecer vinculadas al mundo de la literatura.
- ¿Cree que siguen siendo instituciones culturales relevantes para los ciudadanos?
Las bibliotecas públicas tienen una reputación impecable entre los ciudadanos, pero eso sí, si preguntas a cualquier persona por la calle cuánto hace que no van a una biblioteca, te contestarán que desde que el colegio o el instituto les obligó a visitar una.
Muchas veces la buena reputación de la biblioteca pública no va acompañada de un uso general y normal por parte de la sociedad civil de dicha institución. Y aquí abro un espacio para la polémica: en un país donde hay índices de lectura bajos es normal que muchas de esas personas que no leen asocien las bibliotecas únicamente con la lectura y que por lo tanto no vayan. Es un círculo vicioso que en otros países, sin dejar de lado las campañas de animación lectora, se ha solucionado potenciado que la sociedad civil entendiese que en las bibliotecas públicas, además de ir a leer, se puede ir en busca de conocimiento y, por qué no, de ocio cultural, con una oferta más amplia que la que ofrece el formato libro (ya sea en papel o digital), y que esta nueva oferta viene de la mano de la participación ciudadana en el diseño de las políticas de su propia biblioteca.
- ¿Qué parte de responsabilidad les corresponde a los profesionales que trabajan en las bibliotecas, las administraciones públicas que las financian y los ciudadanos que las utilizan?
Es una responsabilidad compartida. Existen ya indicaciones del espacio futuro que deben cubrir las bibliotecas si quieren subsistir y seguir siendo una herramienta importante de cohesión social. Pero está claro que al mensaje le está costando calar. Como todo cambio importante, los procesos son lentos. La buena noticia es que la sociedad civil cada vez es más consciente de lo que espera de las instituciones públicas, está cansada de esa relación jerárquica y muchos ciudadanos quieren ser considerados de tú a tú por las instituciones públicas en general y por las bibliotecas públicas en particular. Cada vez hay más profesionales que son conscientes de que el funcionamiento de las bibliotecas públicas ha de cambiar si quiere subsistir. De que su comportamiento ha de ser más proactivo, más comunicativo. Va a ser cada vez más complicado que en una biblioteca pública los profesionales se parapeten tras las paredes de los despachos, centrados en el proceso técnico, y puedan prescindir de conocer en profundidad a sus usuarios.
Y aquí se abre otro debate, el papel de las bibliotecas durante la pandemia: si las bibliotecas públicas, en vez de ser pasivas con respecto a sus usuarios, hubiesen sido activas, habrían jugado un papel importantísimo de acompañamiento y atención en tiempos complicados a su comunidad. Atención que no se hubiese limitado únicamente al préstamo del libro digital. Se perdió una oportunidad para explorar todas estas posibilidades de acompañar a la comunidad en momentos difíciles que fuese más allá del préstamo de libros. Por ejemplo, se podría haber llamado a los usuarios para ver si estaban bien, si necesitaban algo, etc.. Crear un vínculo más cercano con los usuarios de la biblioteca que fuese más allá del préstamo del libro, preocuparse por ellos en toda su amplitud. La buena noticia es que ahora, sin pandemia, podemos hacerlo, preocupándonos por ellos más allá del interés lector que tengan.
En cuanto a las instituciones públicas que financian a las bibliotecas públicas, estarán más predispuestas a dedicar sus presupuestos a las bibliotecas públicas conforme vayan viendo en la modernización de la biblioteca un reclamo de la sociedad civil.
- ¿Es necesaria también una “revolución” en la formación y desempeño profesional de los bibliotecarios españoles?
Creo que es necesario una revolución en la formación sobre todo en lo que respecta a la biblioteca pública, que es mi campo de conocimiento y de lo que puedo hablar.
Y es necesario porque como he explicado en las preguntas anteriores, el tiempo en que el centro de la biblioteca pública es el proceso técnico ha llegado a su fin.
El proceso técnico que ha sido el santo sanctorum del ser bibliotecario, se acabó. No entiendo cómo no hay ya una APP que catalogue libros pasando el código de barras del propio libro. Más aún cuando, si utilizáramos herramientas bibliométricas para extraer información de los documentos, podríamos, en la nube, hacer clasificaciones del conocimiento entrelazando palabras de interés para el lector.
Pero no es solo esta la cuestión, el cambio fundamental es qué espera la comunidad de los bibliotecarios/as hoy en día. Y lo que está claro es que se espera algo más que una atención tras el mostrador o desde los despachos. Más diálogo, más herramientas, más campos de acción, más creación colectiva, más acceso colectivo al conocimiento, más preguntar, más práctica, más empatía con los usuarios y sus problemas diarios, etc..
- Una biblioteca del siglo XXI construida “por y para la comunidad”, ¿debe ajustarse a los intereses manifestados por dicha comunidad o debe también mantener sus servicios tradicionales, aunque estos cada vez se demanden menos?
Una biblioteca construida por la comunidad deberá ajustarse a las necesidades de dicha comunidad, ya que será ésta la que hará uso de ella. Los servicios tradicionales no son ni buenos ni malos de por sí, la cuestión es que surjan como algo que preocupa a la comunidad. Estoy seguro de que la lectura preocupa a una parte de la comunidad y por lo tanto seguirá teniendo su espacio en las bibliotecas públicas, y como esta inquietud otras muchas inquietudes que no por ser tradicionales dejan de ser necesarias. El único cambio es que dejarán de ser hegemónicas y dictatoriales, como el caso de los estudiantes. Las bibliotecas no van a dejar de ser espacios perfectos para que vayan los estudiantes a estudiar, pero tendrán sus espacios apartados y en silencio, para que el resto de la biblioteca pueda estar viva, y por qué no, ser bulliciosa, y no al contrario, como pasa ahora.
- La Biblioteca Expandida y Deslocalizada instalada en el CCCC no tenía libros. ¿Considera que las bibliotecas públicas deben dejar de centrarse en las colecciones y el fomento de la lectura?
Creo que de alguna manera he contestado ya a esta pregunta, la BED del CCCC no tenía libros, pero no por ello dejó de fomentar la lectura. El libro físico no es la única herramienta para fomentar la lectura. Y además, y aquí abrimos otro debate: qué es leer. En un mundo tan visual como el que vivimos, ¿sabemos leer el lenguaje visual? ¿Y el lenguaje musical? ¿Y todo lo que aprendemos lo aprendemos leyendo o lo aprendemos también haciendo? ¿Dibujar es aprender? Y pensar ¿qué es aprender?, y ¿qué es aprender colectivamente?, ¿qué es compartir conocimientos haciendo cosas? Como ves en la BED del CCCC no había libros pero las actividades que pusimos en marcha no dejaban de estar centradas en la función primordial de una biblioteca pública que es la de ofrecer el acceso universal libre y democrático al conocimiento, y este objetivo, en esta nueva era digital, ha dejado de pertenecer al libro en papel.
- En la era de Internet y las redes sociales, ¿la biblioteca como referente de búsqueda de información sigue teniendo sentido?
Sí, porque además de ser una garante de la información veraz, contará además con el plus de ofrecer información y conocimiento generada y necesitada por la propia comunidad. Se pueden hacer grupos de búsqueda de información. Se puede formar a las personas para saber qué, cómo y para qué buscar, se pueden exponer experiencias de búsqueda, etc.. La biblioteca ha de saber qué es lo que quiere encontrar su comunidad y poner a su disposición las mejores personas de su entorno cercano para conseguirlo. Hay mucho trabajo en ese sentido, y muy interesante.
- ¿Cuáles son, a su parecer, los cambios más urgentes que debe acometer el sector bibliotecario en España?
Lo primero es tomar conciencia de que las cosas han cambiado y que ya no volverán a ser como eran antes.
No tiene sentido basar la red de bibliotecas públicas de España en el almacenaje de libros en papel y en cubrir las necesidades de aularios de los estudiantes españoles.
Tampoco puede ser la política principal el fomento lector. Es una de sus políticas más importantes, pero debe aprender a compartir su peso con otras necesidades de conocimiento de la ciudadanía tan importantes como ella. Esto, claro está, es un terremoto, tiemblan los cimientos, mira el nombre bajo el cual se dictan las políticas bibliotecarias de este país: Dirección General del Libro y Fomento de la Lectura. Un primer paso sería cambiar el nombre de esta dirección general y llamarla Dirección General de las bibliotecas, o Dirección General del Acceso Universal, Democrático y Gratuito al Conocimiento. Una vez cambiemos ese chip, podemos empezar a cambiar todo lo demás.
Si me preguntas por un cambio concreto, te diría que quitaría todos los mostradores y despachos cerrados de las bibliotecas públicas. Y que todo el equipo de las bibliotecas atendiera a los usuarios circulando por la biblioteca donde un mobiliario cómodo, divertido, confortable y flexible invitase a ese trato horizontal entre trabajadores públicos y la ciudadanía.
Entrevista coordinada por Raquel Moraleja
Muy interesante la entrevista y muy interesantes las propuestas.
Por mi parte sigo pensando que aunque el formato papel debe compartir el protagonismo con otros formatos y otras maneras de acceder a la información, su función sigue siendo fundamental, y más en un mundo tan dominado por las pantallas. Los beneficios que aporta leer en formato papel, ya sea por placer o por adquirir conocimiento, son enormes.
Excelente esta concepción de la biblioteca pública del siglo XXI como Biblioteca Expandida y Deslocalizada. Es un nueva instancia que debe aplicarse a cualquier tipo de bibliotecas: especializadas, escolares, universitarias, etc. independiente de su carácter público o no.
El acceso universal al conocimiento, democrático y gratuito, ha ingresado con más fuerza. Las organizaciones bibliotecarias internacionales y las específicas de los derechos humanos bregan por esto desde hace mucho tiempo. La iniciativa OAI 2022 manifestó: que el acceso abierto es un medio para la equidad, la calidad, la usabilidad y la sostenibilidad de la investigación. coincido con lo vertido sobre enseñanza de la disciplina y la revisión del concepto ¿Qué es leer?. Muchas gracias, disfrute de esta lectura.