Al poco de escribir este post, iniciaré mi viaje a Badajoz, camino del VII Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas, que nos reunirá a unos cuantos centenares de profesionales a orillas del Guadiana. “Conectados contigo” ha sido el lema elegido por la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales y de Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, a través de la Subdirección General de Coordinación Bibliotecaria, para amparar un programa en el que se incluyen cuestiones como la participación ciudadana o el impacto social y económico de las bibliotecas, temas de candente actualidad no sólo en el ámbito profesional.
Y es que ya desde sus inicios se ha intentado que esta convención atendiese a la actualidad más inmediata y —sobre todo— sirviese de plataforma para el intercambio de opiniones, ideas y experiencias que facilitasen la evolución de los servicios bibliotecarios al ritmo de los cambios sociales. Parece que hasta el momento se ha alcanzado dicho objetivo, pues resulta evidente que —como se afirma en la actual convocatoria—
“La biblioteca pública se ha hecho más participativa, más solidaria, ha sabido dar respuesta a las necesidades adquiridas por unos usuarios con cada vez más competencias tecnológicas y poner en valor su valiosa tarea en la realidad que nos rodea.”
Pero, ¿cuál ha sido el camino recorrido en los 12 años transcurridos desde que se celebrara la primera reunión?
La biblioteca pública: Portal de la sociedad de la información se convocó en 2002 como acción prevista en el Plan de Impulso de las Bibliotecas Públicas en España puesto en marcha en marzo del año 2000 y de acuerdo con el Plan de Fomento de la Lectura 2001-2004, con el propósito de fomentar a participación de las Corporaciones Locales en este programa de animación lectora y generar nuevas ideas y proyectos. Celebrado en Valencia, ya se planteó en sus sesiones el papel de las tecnologías de la información en las bibliotecas públicas, algo que se ha venido repitiendo —como si de un mantra se tratase— desde entonces. Aún no se había fundado Facebook, pero ya entonces escuchamos hablar a Maija Berndtson — de la Biblioteca Municipal de Helsinki—del poder de las conexiones en red, de la biblioteca híbrida y hasta del riesgo que Internet podía suponer para la supervivencia de las instalaciones bibliotecarias, aunque afortunadamente con un talante abiertamente optimista.
Dos años más tarde, en Salamanca, se abordó el compromiso de futuro de las bibliotecas públicas con el desarrollo de la biblioteca virtual. Lógicamente, los profesionales reunidos analizaron otros asuntos recurrentes como las políticas bibliotecarias y su articulación, los nuevos servicios o el respeto a la propiedad intelectual, mientras Birgitta Modigh —del Swedish National Council for Cultural Affairs— planteaba las estrategias de cooperación, entre sí y con otras unidades de información, como vías fundamentales para la supervivencia de las bibliotecas.
Cuando en 2006 se celebró la tercera edición del Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas en Murcia, este encuentro ya se había asentado como una cita ineludible para los profesionales, ampliándose su programa merced a la creciente participación. A vueltas con la proyección futura de las bibliotecas, Chris Batt señaló la creatividad de los bibliotecarios como un elemento que debía añadirse a la tradicional confianza en la filosofía del servicio bibliotecario, mientras Barbara Clubb —de la Biblioteca Pública de Ottawa (Ontario, Canadá)— destacaba el papel de la biblioteca pública en la construcción de comunidades con mayores capacidades de alfabetización y aprendizaje.
Las sesiones del Congreso celebrado en La Coruña en 2008 se organizaron en torno a tres grandes núcleos temáticos: las estructuras de cooperación bibliotecaria —oímos hablar entonces de Europeana, el sueño de «un portal que hará accesible todo el contenido digitalizado de las instituciones europeas a través de un único interfaz»—, la imagen y proyección de las bibliotecas públicas —Anthony Calnek expuso la gran experiencia de marketing bibliotecario de la Biblioteca Pública de Nueva York, despertando no pocas envidias(sanas)— y la accesibilidad de sus servicios, prestándose ya especial atención a la web 2.0, entonces en plena ebullición.
Sobre esta base, será en la convocatoria de 2010 cuando se defina la exigencia de convertir las bibliotecas en líderes de la sociedad digital, favoreciendo la “transalfabetización” —es decir, capacitando al usuario para usar todos los dispositivos y medios y cambiar rápidamente de unos a otros— y contribuyendo con todos sus medios a la reducción de la brecha digital. Reunidos en Gijón, los profesionales de las bibliotecas públicas españolas reclamaron ante la aparición del libro electrónico —que, junto con otros avances tecnológicos libera al bibliotecario de trabajos mecánicos para centrarse en la atención al público y en labores más creativas— “un cambio de actitud en los sectores implicados, incidiendo especialmente en la recepción positiva de las nuevas formas de lectura, siendo proactivos en la exploración de la nueva sociedad lectora, para favorecer una oferta editorial interesante en los nuevos dispositivos electrónicos”, anticipándose así a las necesidades ante las que hoy se encuentra el mercado del libro.
En los últimos años la crisis económica planeó sobre el Congreso, que finalmente se celebró —con una importante reducción del programa respecto de convocatorias anteriores— en Burgos en el otoño de 2012. Ya nos ocupamos entonces de sus contenidos y desarrollo, de modo que no vamos a reiterar lo que ya entonces hicimos constar. Aquellas bibliotecas que en las primeras reuniones —La Coruña, Cartagena, Barcelona…— iniciaban sendas innovadoras, hacían balance de sus esfuerzos y planteaban nuevos retos, apostando todas en su conjunto por la creación de contenidos digitales como uno de los nuevos cometidos fundamentales de las bibliotecas.
Durante los próximos tres días volveremos a debatir sobre el papel de las bibliotecas y los bibliotecarios, los nuevos retos sociales y tecnológicos. Nos reencontraremos con viejos amigos y conoceremos a nuevos colegas, aprenderemos juntos; pero, muy especialmente, asentaremos firmemente los pilares —o tensaremos los tirantes, que tanto da— para tender un nuevo tramo de ese puente que —sobre dudas, dificultades y problemas— nos permitirá avanzar hacia el futuro, tan esquivo como inexorable.