Libros enchufados

Libro con enchufeEn apenas unos días, las bibliotecas públicas de Castilla y León pondrán en marcha el servicio de préstamo de libros electrónicos a sus usuarios. Sin tanta parafernalia y con menos alharacas que en otras comunidades autónomas —como es el caso de Navarra, que lo confirma ahora pese a que lo anunció para el pasado mes de abril, o Madrid—, este hecho no es sino la lógica consecuencia del proyecto impulsado por el Ministerio de Cultura, al que corresponde la responsabilidad sobre el proyecto (sin por ello desdeñar las que correspondan a otras administraciones). Matizo esto porque comienzan a proliferar los portamedallas que quieren lucir como propios méritos que no son suyos, obviando —claro está— los defectos del sistema, incluso aquellos que se perciben con suma facilidad.

Catálogo ebiblioY es que el sistema pergeñado por el Ministerio dista mucho de ser perfecto. Podría mencionar la suma escasez de títulos seleccionados —es significativo que bajo la etiqueta “Estilo de vida digital” no se ofrezca ni un solo título en un servicio como éste—, la organización de los fondos según criterios ajenos a la práctica bibliotecaria —más propios de la estrictamente comercial— o la parcelación de las licencias adquiridas en función de la población censada en cada comunidad en lugar del número de usuarios registrados. Pero apenas voy a detenerme brevemente en dos aspectos que afectan muy directamente a la experiencia del usuario.

El primero de ellos es un viejo conocido: la gestión digital de derechos de autor. No me refiero, claro está, a las restricciones legales sobre los usos de las obras ofrecidas mediante esta plataforma —sobre lo que, no obstante, habría mucho que hablar—, sino a la adopción de Adobe Digital Editions para la gestión del DRM. Es cierto que se trata de la tecnología más implantada y, por tanto, la más cómoda para los beneficiarios del concurso en su día convocado al efecto. Pero plegándose a esta conveniencia, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte ha bendecido —esperemos que no definitivamente— un procedimiento más complejo y no por ello más seguro que otras fórmulas, y que exige nada menos que la descarga un software en cada uno de los dispositivos que empleemos vinculados a un Adobe ID determinado. En definitiva, la plataforma está hipotecada a terceros, Adobe, sin que ni el ministerio y el proveedor del servicio pueda realmente controlar la herramienta de gestión digital de derechos.

Siendo este detalle un tanto preocupante, no es menor el problema de la no integración de los títulos y licencias asignados a cada sistema bibliotecario autonómico en su correspondiente catálogo colectivo. Hoy por hoy, el préstamo de ebooks se realizará a través de una plataforma independiente, sí vinculada al perfil del usuario registrado en el SIGB de cada sistema bibliotecario autonómico —mayoritariamente, AbsysNet—, pero en todo ajena al catálogo bibliotecario. Esto significa no ya que no exista un sistema único de control de la colección bibliográfica, sino incluso que para localizar obras concretas —independientemente del soporte y acceso— será necesario recurrir a diferentes instrumentos descriptivos, como antaño ya ocurriera, cuando de algún modo se normalizó la existencia de material no librario —grabaciones sonoras, películas…— en las bibliotecas públicas.

Evidentemente estos aspectos —especialmente el segundo— son susceptibles de mejorarse poco a poco. Esperemos que así sea.

Rafael Ibáñez Hernández

Colaborador en BiblogTecarios Bibliotecario en la Biblioteca Municipal. Curioso de las nuevas tecnologías (aunque ya no sean tan nuevas), pero empeñado en mantener los pies sobre el suelo.

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