Goces en la vida hay muchos. No es cuestión de comenzar a enumerarlos, porque la relación sería interminable y abriríamos un debate por otro lado innecesario. Pero para quienes hayan tenido la amabilidad de seguir mis contribuciones en esta bitácora no es ningún secreto que la gastronomía es uno de los placeres —junto con la lectura y algún otro— de los que me gusta disfrutar, para desesperación y negocio de mi entrenador personal, si lo tuviera (que no es el caso). Me consta que no soy el único profesional con estas inclinaciones, como demuestran un par de buenos amigos, siempre dispuestos a sacrificarse y compartir sus experiencias cada vez que abandonan sus otros quehaceres para mover el bigote (todo un clásico ya).
Hace apenas unos meses estuvimos en este mismo espacio de gira virtual por algunas gastrobibliotecas, pero la relación de la gastronomía con el mundo del libro da para mucho más. Por eso no debe sorprendernos que existan servicios como Eat Your Books, que te permite crear una auténtica biblioteca virtual personal en la que organizar tus recetas y libros de cocina. Pero si realmente hablamos de comer libros, existen algunas opciones. La última en salir al mercado ha sido The real cookbook, el primer libro de cocina que se puede cocinar y comer. Elaborado de forma artesanal con pasta fresca, una vez integrados el resto de los ingredientes siguiendo la receta incluida entre sus páginas, se convierte en una exquisita lasaña, dispuesto para que le hinquemos el diente después de horneado. Lo cierto es que resulta apetitoso, aunque en realidad se trata de un producto elaborado por una agencia de diseño publicitario para la editorial alemana Gerstenberg, especializada en libros de cocina y de arte.
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Si no quedáramos saciados con este libro, siempre podremos recurrir a postres como los que sabe preparar el maestro pastelero José Fernández en su obrador de Nunos, que presentó hace unos años su Biblioteca cremosa en la Feria del Libro de Madrid. Bocados de hojaldre y crema, bombones, pasteles y tartas para paladear la literatura en el sentido más riguroso de la expresión: mousse de queso fresco con crema de cítricos, chocolate de Venezuela con crema de frutas del Caribe, vainilla con caramelo y nueces de Macadamia… Ahora que está tan de moda la decoración pastelera y las magdalenas se visten de gala para convertirse en cupcakes, es inevitable encontrar atractivas imágenes de dulces libros, pero no creo que superen esas propuestas.
Claro que no siempre se trata de comer por placer. ¿Qué ocurriría si, por ejemplo, nuestro vehículo todo terreno se averiase durante una de nuestras habituales excursiones domingueras por el desierto? Afortunadamente, la casa Land Rover creó en colaboración con Young & Rubicam Dubai una magnífica guía de supervivencia en cuyas 28 páginas se pueden encontrar consejos para sobrevivir a las altas temperaturas del desierto y a los animales peligrosos, con instrucciones para construir refugios u orientarse por las estrellas… Cuenta con una envoltura reflectante útil para pedir ayuda y una espiral metálica muy práctica para cocinar. Pero lo mejor de todo es que está elaborado con papel y tinta comestibles cuyo valor nutricional equivale a una hamburguesa con queso.
¿Y si nos encontramos en un lugar en el que escasea el agua potable? Pues también hay un libro para eso. ¿Teníais alguna duda? The drinkable book ha sido ideado para enseñar a purificar el agua. Pero además estas instrucciones están impresas sobre filtros de papel con una tecnología tan avanzada que pueden eliminar incluso bacterias responsables de enfermedades como el cólera o el tifus, logrando una pureza cercana al 99,9%. Cada filtro es capaz de proporcionar agua limpia para 30 días, de modo que el libro puede ser aprovechado hasta durante cuatro años. Desarrollado por la Carnegie Mellon University y la University of Virginia, ha sido diseñado por Brian Gartside para la organización Water is Life.
El caso es que esto de los libros comestibles, por raro que parezca, se ha extendido tanto que algunas bibliotecas universitarias norteamericanas sus festivales de libros comestibles e incluso existe el International Edible Book Festival, con participantes procedentes de lugares tan dispares como Australia, Brasil, India, Italia, Japón, Luxemburgo, México, Marruecos, Países Bajos o Rusia. Este festival se organizó por vez primera en el año 2000 y se celebra en torno al 1 de abril en memoria del jurista y gastrónomo francés Jean-Anthelme Brillat-Savarin (1755-1826), autor de Physiologie du goût.
¿Qué libro estáis deseando comeros? Eso sí: no olvidéis que —excentricidades y marketing aparte— los libros están hechos para ser leídos, no sea que os ocurra como al increíble niño comelibros.
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¡Buen provecho!
¡¡Fabuloso¡¡ ummmm
Me alegra enormemente que te haya gustado. ¡Es lo mejor que se le puede decir a un cocinero!