Bibliotecarios… ¡a bailar!

Bailando en la bibliotecaYa se acercan días de grandes festejos y, cómo no, también los bibliotecarios tendremos oportunidades para celebrar esas fechas en reuniones con familiares y amigos, cenas de empresa (aquellos que «tengan» una empresa que se lo pueda permitir en estos tiempos), cotillones de Nochevieja o de Reyes… Y quizá en alguna de esas ocasiones tendremos oportunidad no sólo de comer y beber, de cantar y de reir, sino también de disfrutar bailando con mayor o menor soltura.

Si en algo estamos de acuerdo todos los biblogtecarios que participamos en este proyecto es en la falsedad de la imagen popular de los bibliotecarios como personas aburridas, incapaces de disfrutar con algo que no sean los libros y el silencio. Porque lo cierto es que los bibliotecarios somos personas como las demás, con nuestros gustos y aficiones más allá de la lectura: el cine, la naturaleza, el deporte, el baile…

Hace ya algún tiempo que Jennifer Cyr, bibliotecaria en la Concordia University (Montreal) manifestó públicamente en su bitácora la sorpresa que le había provocado la cantidad de bibliotecarios a los que había conocido que también dedicaban parte de su tiempo al baile (en el London canadiense, en Chicago, en San Francisco, en Los Ángeles) y hasta mencionaba la existencia en Facebook del grupo Swing Dancing Librarians (puede encontrarse alguno más, aunque ciertamente no son muy activos). Algunos de estos bibliotecarios apasionados por el baile se declaran bailarines compulsivos (es el caso de Sean, especializado en contra-danza), mientras que otros se limitan a disfrutar del baile en actos sociales de carácter personal o profesional, como estos participantes en las Jornadas celebradas en Cracovia por la European Association for Health Information and Libraries en 2007, en la reunión del 3M/New Members Round Table en el Congreso de la ALA en 2007, en la conferencia de 2008 de la Country Public Libraries Association of New South Wales o en el Congreso de la IFLA en 2008 (está claro que las tensión de las sesiones hay que descargarla de alguna manera).

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Bailando en la bibliotecaPero no son tanto estos últimos los bibliotecarios que nos interesan como los que compaginan sus tareas bibliotecarias con el baile, en una especie de saludable esquizofrenia. Por extraño que parezca, abundan los apasionados por el mundo de las bibliotecas que lo son igualmente del mundo del baile, como si fueran fieles seguidores de Lemicus, la protectora de las bibliotecas y excelente bailarina en el fantástico universo medieval de Elanthia. Pero son mucho más escasos los que se atreven a combinar públicamente ambas pasiones en su blog personal como hace Mallory,  “the dance librarian”. Lo más habitual es que, fuera de su horario laboral en la biblioteca, se dediquen a impartir clases de baile. Al menos, tal es el caso de Jodi Wittman, profesor de baile en línea en diferentes centros sociales de su vecindario; o de Tatiana, que los jueves enseña ritmos latinos en el Morley College de Londres; o Claire Morgan, bibliotecaria y profesora de baile de salón, latinos y tango en Chippenham (Gran Bretaña).  También Cherie Magnus es profesora de tango, aunque en su caso se ha volcado en esta actividad (hasta el punto de trasladarse a vivir a Buenos Aires) cuando se jubiló como bibliotecaria. En cambio, Mark Mayer encarna a la perfección esa doble vida: Ayudante de Biblioteca en el Mabee Legal Information Center de The University of Tulsa durante el día, por la noche se transforma para disfrutar del tango y enseñar sus secretos a quienes visiten la milonga en que ha convertido el salón de su casa. Ésta es su rutina desde hace más de veinte años, hasta el punto de concebir el tango como algo más que una pasión,  como una filosofía vital. Claro que Laurel “Erin” Fennell apenas llevaba dos años practicando este baile porteño cuando se alzó con el triunfo en la edición de 2009 del USA Tango Stage Championship. Ciertamente, viendo interpretaciones como éstas de Verano porteño o  de Canaro en París —con Ricardo Read como pareja, que hasta el apellido resulta apropiado—, ¿cabe aún la duda de que esta bibliotecaria referencista en el North Campus del Miami Dade College sabe bailar?

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En contra de lo que pudiera parecer, esta combinación de bibliotecarios/tangueros —casi maridaje, que inspira el personaje de Katia, bibliotecaria en la American University de la ciudad en que trascurre la película Last tango in Beirut— no es nada de estos últimos tiempos —pese a que el California Institute of Technology cuente con su propio Caltech Ballroom Dance Club—, pues al parecer Casimiro Aín (afamado bailarín de tango) realizó una demostración ante Pío XI haciéndose acompañar por una señorita apellidada Scotto, que no era sino la bibliotecaria de la embajada argentina ante la Santa Sede.

Lógicamente, no es el tango el único baile que ha captado la atención de los bibliotecarios. Melanie Axel-Lute terminó abandonando su trabajo como bibliotecaria infantil para coreografiar contradanza inglesa, mientras que la estudiante de Biblioteconomía Natalie Hoyle se ha especializado en bailar salsas. Aunque, desde luego, lo más llamativo es la cantidad de bibliotecarias norteamericanas dedicadas a la danza del vientre.

Bailanbdo en la bibliotecaCon este interés por el baile entre el personal bibliotecario, cabría pensar que el baile social —fuera de salón o latino— ocuparía su merecido lugar entre las actividades de animación cultural de las bibliotecas, pero lamentablemente parece que no es así. Varias pueden ser las causas —el tradicional binomio biblioteca/silencio no será ajeno a la resistencia a convertir la biblioteca en una pista de baile—, pero resulta muy significativo que la mayoría de estas actividades se realicen empleando ritmos latinos (véase un chachachá interpretado por Lizzy, bibliotecaria en la Barrington Area Library (Illinois), dentro del programa “Dance at the Library”, una salsa en la Park County Library (Wyoming) interpretada por la bibliotecaria Carmela Conning durante la “Teen Read Week” de este mismo año 2011 o este reportaje sobre las clases de salsa y bachata programadas durante las noches de los lunes en la West Orange Public Library (New Jersey) dentro de su programa de animación juvenil “One World, Many Stories”) o danzas más o menos populares (clases de baile en línea en la Carnegie Free Library of Braddock (Pennsylvania) o de cueca en la Biblioteca Viva Oeste de Santiago de Chile…).

Más allá de la habitual resistencia a ciertos cambio, tal vez esta escasez de actividades de animación en torno al baile social se deba a la carencia espacios adecuados en las instalaciones bibliotecarias como el salón con el que cuenta la Provo City Library (Utah), en la que incluso se organiza anualmente un baile de media gala en la noche de San Valentín (si queréis sorprender a vuestra pareja, los tiques ya están a la venta por importe de 25 $ cada uno). Pero si algunas bibliotecas como la Earl Gregg Swem Library del College of William and Mary en Williamsburg (Virginia) se han convertido por una noche en discoteca, ¿por qué no utilizar siquiera puntualmente nuestra biblioteca para difundir el baile de salón entre nuestros usuarios? Al fin y al cabo, el papel de la biblioteca como instrumento de sociabilidad y bienestar emocional no está tan alejado de los frutos que proporciona este tipo de baile, que por otro lado forma parte desde antiguo de nuestras tradiciones sociales, como prueban los dos centenares de manuales de baile de salón que la Library of Congress ha puesto a disposición de los internautas bajo el título An American Ballroom Companion.

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Aún nos queda mucho por hacer si queremos que se nos deje de ver como bichos raros, aburridos, apáticos. Quizá por eso resulte tan llamativo este vídeo con el que trata de promocionarse el Fred Astaire Mamaroneck Dance Studio (New York) y en el que se asiste a la transformación de una supuestamente aburrida bibliotecaria tradicional en una sexy bailarina en brazos de su apuesto partner al ritmo de dos piezas musicales bien diferentes, pues el número “Marion the Librarian” del musical The Music Man da paso al Achilipú popularizado por intérpretes tan dispares como Dolores Vargas, La Húngara, Las Grecas, Fruko y sus Tesos o El Gran Combo de Puerto Rico.

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Habrá, pues, que desprenderse de algunos prejuicios. Los bibliotecarios sabemos divertirnos como los que más, y muchos disfrutamos bailando con nuestras parejas al son de un vals o una bachata, un bolero o un foxtrot, un pasodoble o un quick-step, un swing o una salsa. ¿Por qué no lo intentáis vosotros? ¿Os lo impide la timidez? Haced entonces, al menos, uso de las nuevas tecnologías como los miembros del grupo Infomanaics en Second Life, que se divierten bailando “Message fron the City” de Mysterious Traveller. Ya lo dice nuestra compañera biblogtecaria Myrna Lee en su bitácora: “No tengo una fijación con el baile, por que no baile bien en la vida real (RL), pero me gusta y aquí en SL bailo como una profesional”.

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Voulez-vous danser avec moi?

Rafael Ibáñez Hernández

Colaborador en BiblogTecarios Bibliotecario en la Biblioteca Municipal. Curioso de las nuevas tecnologías (aunque ya no sean tan nuevas), pero empeñado en mantener los pies sobre el suelo.

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