Filtros fotográficos y redes sociales están causando un gran revuelo en la Red en las últimas fechas. Desde que la pasada semana Instagram (propiedad de Facebook) decidiese bloquear la visualización de sus fotos en Twitter, los acontecimientos se han precipitado. Ejemplo de ello está en la presentación realizada en el día de ayer por parte de Twitter de su propia herramienta de edición fotográfica, integrada en su aplicación móvil. Ocho filtros fotográficos que representan el inicio de una nueva batalla en las redes sociales.
Instagram es una aplicación móvil que permite a los usuarios compartir fotos a las que pueden aplicar filtros fotográficos con un toque retro. Disponible desde octubre de 2010 en el AppStore de Apple, no ha dejado de crecer hasta alcanzar los más de 100 millones de usuarios actuales, desbancando a Flickr como servicio preferido para compartir fotos en Internet. Su éxito no ha pasado inadvertido y es por ello que Facebook adquirió la aplicación el pasado mes de abril por 1000 millones de dólares.
Pese a la gran popularidad del servicio y su sencilla integración con otras redes sociales, parece que las bibliotecas no han mostrado ningún interés en experimentar con esta herramienta. ¿Quizá son ya las bibliotecas lo suficientemente vintage como para usar Instagram?
Bromas aparte, la explicación a esta ausencia o falta de interés puede estar en el desgaste producido por la presencia en otras redes sociales. El mantra tantas veces repetido en la web social de Estar presentes donde están nuestros usuarios puede perder su fuerza cuando estos se encuentran dispersos cada vez en más servicios, y son cada vez más difíciles de captar. Sin embargo, Instagram tiene la peculiaridad de haber nacido en el contexto móvil, un tren para el que las bibliotecas aún no han comprado billete de largo recorrido. El poder viral de la imagen sumado a la inmediatez que proporcionan este tipo de aplicaciones móviles pueden suponer una nueva oportunidad de acercar los servicios a los usuarios más jóvenes.
Recientemente Ellyssa Kroski recogía en su blog 10 interesantes formas de usar Instagram en la biblioteca. Entre ellas, además de la promoción de fondos, servicios, actividades… cosa que podemos ver habitualmente en otras redes sociales, es interesante la invitación a difundir imágenes tanto del personal como de los usuarios. A través de los sutiles filtros de Instagram podemos comenzar a dar la cara y hacer que nuestros usuarios también lo hagan mientras usan las instalaciones.
Lo cierto es que es realmente difícil encontrar ejemplos de uso efectivo de Instagram en bibliotecas. Hay que bucear lejos para encontrar algunos casos:
En el apartado de promoción del personal no cabe sino destacar la gracia de los bibliotecarios del servicio de referencia virtual Ask a librarian en el estado de Florida, que no tienen complejos a la hora de posar ante la cámara.
En la batalla que ahora comienza por la conquista de la fotografía social puede que no haya ni vencedores ni vencidos, ya que Instagram pese a ser una red social propiamente dicha no juega en la misma liga que Twitter y se integrará de una forma más directa en Facebook, que quiere así potenciar la visualización de contenidos. Esto último, sumado a la próxima posibilidad de utilizar Instagram a través de web puede que despierte el interés por usar herramientas donde la imagen sea la protagonista a la hora de difundir los servicios bibliotecarios.
Y vosotros ¿estáis experimentando con Instagram o servicios similares en vuestra biblioteca? Vuestros usuarios ya lo están haciendo.