Hoy me vais a permitir que os hable de mi libro, un libro en el que ocho bibliotecas no se acomodan en la constante crisis que supone pilotar una biblioteca municipal, un libro en el que un grupo de profesionales se une para realizar un proyecto común en el que la ilusión, las ganas de trabajar y de dar un buen servicio a la comunidad, son protagonistas. Y es que el proyecto “Ocho bibliotecas y un bizcocho” de mis compañeras y compañeros cántabros, merece uno y mil post.
Ellas (y ellos, aunque numéricamente pesa más el sector femenino), siempre fueron chicas muy guerreras, y desde sus propias bibliotecas revolucionaban al personal con su simpatía, amabilidad, vitalidad y su enorme oferta cultural. Mis compañeras son además un claro ejemplo de que el trabajador del sector público puede ser apasionado, muy currante y un absoluto enamorado de su trabajo.
Una perspectiva común sobre lo que supone trabajar en una biblioteca y una sintonía personal muy clara, llevaron a este grupo de profesionales a emprender, hace algo más de un año, un proyecto de animación a la lectura en el que los cuentos son los protagonistas. En esencia el proyecto consiste en que, cada biblioteca escoge un cuento infantil, prepara una escenografía sobre la historia, lo expone durante un mes y realiza un cuentacuentos y un taller con amplio público. Pasado el mes, esa escenografía pasa a otra biblioteca, donde se realizará la exposición, cuentacuentos y taller, y así ocho cuentos rotan constantemente por la geografía cántabra, para regocijo de bibliotecas y público. Lo que es la cooperación bibliotecaria de toda la vida, vamos.
¿Qué consigue el proyecto “Ocho bibliotecas y un bizcocho”? Pues en primer lugar una programación cultural estable, para casi los doce meses del año, lo que aporta tranquilidad al responsable, y la posibilidad de que los usuarios creen rutinas de acercamiento regular a la biblioteca. En segundo lugar una constante dinamización cultural de la biblioteca, que casi durante todo el año ofrece actividades, al menos, para una franja de edad que en las municipales está muy presente. Y en tercer lugar, y por qué no decirlo, el proyecto “Ocho bibliotecas y un bizcocho” contagia esas gana de hacer, y cada vez son más las bibliotecas de la región que se unen al proyecto.
Y todo a base de mucho, pero que mucho trabajo, y de aprovechar viajes de un municipio a otro para pasarse las unas a las otras los materiales, y de quitarse las vergüenzas y disfrazarse de codrilo, o de Lola, y de descubrir que todas y cada una de ellas y ellos, llevan un gran cuentacuentos dentro.
No puedo sentir más que admiración por todos ellos. Somos una comunidad muy pequeñita, en la que las bibliotecas siempre han importado poco, pero mis compañer@s hacen que todo sea muy diferente.
¡Gracias!
Qué proyecto tan bonito, Noemí, todo un ejemplo de las ventajas de la cooperación. Muchas gracias por contárnoslo.