El papel o la vida: comunicando en bibliotecas públicas

Las bibliotecas que contamos con presupuesto (aunque sea pequeño) y personal (aunque nunca sea suficiente) para realizar actividad cultural, invertimos mucho tiempo y esfuerzo en programar eventos que intentamos sean del interés de la mayoría de nuestros usuarios. Es por ello que para nosotros es vital que a estas actividades acuda el mayor número posible de personas.

En este escenario la comunicación y el marketing publicitario constituyen un pilar fundamental sin el que la actividad cultural no tendría sentido, y en este campo son diversas las dificultades que nos encontramos.

Vivimos en un mundo que, tecnológicamente hablando, nos exige cada día más y más. El bibliotecario asume desde hace tiempo un papel activo como comunicador ante un público diverso y exigente, y ante un mercado que cada día nos ofrece nuevos productos y nuevas técnicas de transmisión de la información, por lo que se hace cada vez más necesaria la aplicación de herramientas que permitan una mejora en la comunicación y difusión de los servicios y actividades bibliotecarias.

Es por eso que desde hace tiempo las bibliotecas venimos invirtiendo mucho esfuerzo, tiempo y dinero en crear espacios web atractivos con toda la información posible sobre servicios y actividades. También estamos a la última de los nuevos espacios sociales que surgen en la red, y mantenemos los que ya tenemos con mimo y dedicación constante.

Pero, ¿dónde queda todo este trabajo si la mayoría de nuestros usuarios reales están muy lejos de saber manejar todas estas herramientas? ¿De qué sirve tener una página web usable y con un diseño excelente, si la gente no sabe teclear su URL en la barra de direcciones, y atienden al primer resultado de Google que casi siempre es equivocado? ¿De qué sirve cuando a nuestros usuarios todos estos recursos les importan un carajo?

Y es que éste no es únicamente un problema de brecha digital (que también, y muy gordo), sino que por mi experiencia en la biblioteca pública el PAPEL sigue siendo el rey, y no es que eso sea malo, pero es o el papel o nada.

La imprenta es lenta, pero un PDF se puede crear en dos segundos. En otro par de segundos lo enlazas en la web y en tus redes sociales, y con eso ya tienes tu actividad cultural comunicada al mundo entero. Pero no. En la vida real hay dos herramientas muchos más potentes que todo eso:

  1. El periódico local.
  2. Los folletos impresos.

Es grande la frustración que se siente cuando ves el desconocimiento y la falta de interés que tienen la mayoría de nuestros usuarios sobre los medios de comunicación en los que nosotros gastamos mas energías hoy en día. Es necesario formar a nuestros usuarios, hacer mucha pedagogía, enseñar los recursos y cómo manejarlos, y para ello no hace falta diseñar ambiciosos programas de formación de usuarios. Basta con nuestra constante actitud de servicio y vocación formativa, porque en el día a día se hace mucha formación.

Pero mientras enseñamos a nuestros usuarios a hacer búsquedas en el catálogo y les mostramos cómo usar la página web de la institución, podemos seguir buscando fórmulas interesantes para tratar de llegar a más gente y de la manera que a ellos mas les gusta.

Ahí van algunas ideas:

  • AzúcarSobres de azucar de los bares. ¿Cuántos cafés podemos llegar a tomar los españoles al día? Pues bien, ahí tenemos una ventana. En varias ocasiones he visto publicidad de actividades municipales en estos sobres. Quizás sería interesante conocer cómo lo han conseguido, ver presupuestos y pensar en alguna campaña “muy dulce” para promocionar nuestra biblioteca. Estoy segura de que tendría su impacto, y la visibilidad está asegurada.
  • Distribuye los folletos impresos de información (en la medida de lo posible) por centros de salud, oficinas de empleo (por desgracia tan concurridas en estos tiempos), agencias de desarrollo local, oficinas de información juvenil, casas de la tercera edad, oficinas de turismo, etc. Estoy segura que por esta vía podemos llegar a personas a las que no llegaríamos de ninguna otra manera.
  • MarquesinaMarquesinas de las paradas de autobús público municipal. ¿Qué otros espacios públicos aglutinan mayor número de personas y de los más variados estratos de la sociedad? ¿Cuántos minutos de nuestra vida pasamos esperando a que llegue el autobús de nuestra línea? No tengo ni idea de a quién corresponde esta gestión pero puede ser otra vía interesante a explorar. Quizás solo basta con hacer una llamadita al Ayuntamiento.

Puede que estas opciones no sean muy realistas dados los tiempos que vivimos, pero la mente del bibliotecario no para ni un momento, y como de sobrevivir sabemos mucho, no podemos abandonar nuestra razón de ser, o lo que es lo mismo: satisfacer a nuestros usuarios allá donde estén.

Noemi Gómez

Sobre lo que observo y experimento desde mi puesto en una biblioteca pública. Sobre lo que creo que debería ser y no tenemos. Porque por encima de todas las cosas, creo en esta profesión y en que hacemos mucho bien a la sociedad.

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