Pioneras de la escritura en lengua castellana

Desde el pasado 30 de enero y hasta el 21 de abril,  en la Biblioteca Nacional de España  podemos visitar  la exposición  El despertar de la escritura  femenina en lengua castellana, exposición comisariada por Clara Janés en la que podemos disfrutar de  tesoros escritos —manuscritos e impresos— y  de    retratos de época,  un homenaje a las primeras  mujeres escritoras que abarca desde el siglo XV al  XVII.

«La Biblioteca Nacional tiene una tradición muy machista desde su inicio»; su fundador en 1711, Felipe V, no dejaba pasar a las mujeres y que éstas solo pudieron entrar, los sábados y de visita, como si fueran «bichos raros», a partir de 1837, comentaba la directora de la BNE en la presentación de la exposición.

Queda patente el florecer de la literatura femenina en los conventos, representados  en poesía (Sor María de la Antigua) y en prosa (Santa Teresa de Jesús) de la que se destaca la carta manuscrita de Santa Teresa de Jesús a Doña Isabel Osorio que abre la exposición, en la que también se exhibe el libro «Camino de perfección» que escribió la fundadora de los monasterios de las Carmelitas Descalzas para sus monjas. De la importancia que tuvo Teresa de Ávila dan prueba las fiestas que se celebraron en toda España en el momento de su beatificación y  se puede ver ahora en la Biblioteca Nacional el libro Compendio de las solemnes fiestas que en toda España se hicieron en la beatificación de Teresa de Jesús.

No solo en los conventos se cultivaba el intelecto. El trabajo de otras mujeres que se presentan a certámenes literarios o suman sus escritos a libros colectivos realizados con motivo de homenajes o celebraciones. En este apartado se encuentran pioneras como Isabel de Villena, Florencia Pinar, Luisa Sigea, Luisa de Carvajal, Juliana Morella, Isabel Rebeca Correa o Cristobalina Fernández de Alarcón.

Dos escritoras destacan por la importancia de su obra y su resonancia: la novelista María de Zayas, de la que se sabe muy poco, hasta tal punto que se llegó a insinuar que bajo éste apelativo se escondía un hombre. Aunque eso no dificultó su carrera literaria: sus Novelas amorosas y ejemplares, conocidos como “El Decamerón español”, fueron objeto de catorce ediciones a lo largo del siglo XVII.

Sor Juana Inés de la Cruz, precoz en sus dones intelectuales: a los tres años aprendió a leer y escribir siguiendo, a escondidas, las lecciones de su hermana mayor. Defendió el derecho de sus congéneres a estudiar y a escribir. Publicó su Carta Atenagórica, que se puede ver en la Biblioteca Nacional, considerada poco devota para las jerarquías eclesiásticas, que la llevaron a juicio y acabó por abjurar y declararse «la peor de todas», viéndose obligada a abandonar la vida pública y a no editar sus escritos.

Hay voces femeninas de las que nos ha llegado muy poco eco y sin embargo tuvieron su peso en el horizonte literario. Entre las autoras teatrales, destaca la galardonada Ana Caro, muy reputada en su momento, en el siglo XVII. Recibió numerosos encargos literarios por parte de la nobleza sevillana y madrileña.

En el campo de la ciencia es extraordinario el caso de Oliva Sabuco. A ella se debe el descubrimiento del jugo cerebral. Recogió su saber en un libro titulado Nueva filosofía de la naturaleza del hombre, no conocida ni alcanzada de los grandes filósofos antiguos. Dedicó la obra al rey y fue publicada en 1587. Ante su éxito, su padre quiso apoderarse de su autoría y reeditarla en Portugal bajo su nombre, pero fue en vano dado que el permiso otorgado por Felipe II era exclusivo para Oliva Sabuco, que mereció sin duda los apelativos que le dieron sus contemporáneos: “honor de España” y “Musa décima”.

Escritoras

El despertar de la escritura femenina en lengua castellana

Museo de la Biblioteca Nacional de España.

Hasta el 21 de abril de 2013.  Sala de las Musas.

Entrada Gratuita.

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