En los últimos años he coordinado diversos clubes de lectura para adultos y en los últimos tiempos, una buena parte de mi jornada laboral la dedico a trabajar en ellos. Soy de la opinión, creo que como la mayoría de los profesionales de las bibliotecas públicas, de que el club de lectura es uno de los instrumentos más efectivos, satisfactorios y duraderos con los que contamos para crear y fidelizar lectores. Todos sabemos que la conversación es el eje que vertebra al club; todos conocemos que el coordinador ha de ser una persona entusiasta, y, por supuesto, lectora. Pero es que además, el bibliotecario ha de asumir una preparación rigurosa de las obras que se van a leer y de las sesiones que se celebren en el seno del club, siempre de acuerdo con los objetivos que se persigan. Un club de lectura puede ser una buena excusa para formarse, para practicar el aprendizaje continuo, para profundizar en una materia o habilidad determinadas. Ha de ser, sobre todo, un espacio para convocar la alegría de leer y la alegría de encontrarse para conversar sobre la lectura. Y es que leer una obra para comentarla en grupo es una experiencia totalmente distinta (y muy enriquecedora) de la lectura solitaria e individual.
Estamos en septiembre, mes en el que las bibliotecas públicas, los centros culturales, presentan su programación a la comunidad. Tradicionalmente, el mes en el que se convocan reuniones, se abren plazos de inscripción y se terminan de enhebrar listas con nombres, correos electrónicos, teléfonos, etc. Posiblemente sea en octubre cuando en la mayoría de las bibliotecas comiencen las reuniones de los clubes: semanales, mensuales o en la nube. Una de las nuevas tendencias (a la que la biblioteca pública y los bibliotecarios no han de sustraerse, sino todo lo contrario) es la de realizar el club en la nube, tanto la lectura como su conversación. Esto es, nada de vernos las caras presencialmente.
Los dispositivos de lectura digital ofrecen nuevas maneras de leer y de compartir, también de conversar; es la denominada lectura social. Y así, se abren magníficas oportunidades para las bibliotecas, los bibliotecarios y las comunidades insertas en el medio rural. Si para conversar con lectores a los que no se ve, a los que puede ser que no se conozca; en definitiva, para dinamizar un club de lectura en la nube, amén de conocer y seleccionar qué herramientas utilizaremos (plataformas, aplicaciones, comunidades de lectores) o las redes sociales especializadas o generales que necesitaremos (Facebook, Twitter blogs), además, el bibliotecario ha de ser proactivo, ha de ser capaz de ponerse en el lugar del lector (porque él, también lo es), ha de saber conectar con el autor si es que éste participa en el club, ha de ser riguroso pero no rígido, y espontáneo pero no impulsivo… En definitiva, ha de dominar el arte de la conversación, el elemento básico sobre la que se sustenta la dinamización y que se da aquí a través de la palabra escrita, privándonos de las ventajas del lenguaje corporal, pues ¿cuántos guiños han salvado un comentario que puede parecer seco o demasiado serio? Algunas veces tendremos que apoyarnos en los tan socorridos emoticones (sin abusar, ¿eh? 😉 ), interjecciones… y acompañar todos nuestros planteamientos de una inseparable sutileza.
Las editoriales, muchas con la participación del autor, desarrollan este tipo de clubes; pero las bibliotecas desde su dilatada experiencia, tienen mucho que aportar en ellos: buscando la calidad y la profundidad en la conversación que alimenta la lectura, practicando, de veras, la lectura social que va mucho más allá de un Me gusta, un RT, unas líneas subrayadas o un número elevado de participantes pasivos.
Hay otro tipo de clubes, que pueden parecer curiosos y con un gran potencial: los que reúnen a personas de diferentes generaciones. Me refiero a los clubes de lectura en familia y los clubes de lectura intergeneracionales (abuelos, padres, niños, jóvenes… sin que se dé, necesariamente, el parentesco). Estos clubes propician el encuentro y la tolerancia, amén de otras formas de diversión en torno a la lectura (entendida siempre en su concepto amplio: música, ilustración, arte, cine, literatura, videojuegos, webs, etc.); e introducen otros elementos como la escritura, la lectura en voz alta o el juego.
Un club de lectura tradicional puede resultar algo endogámico (aquello de solo me apunto si es en el mismo grupo de lectura al que va mi amiga, mi hermano…); pero es posible romper esta característica a través de estas nuevas tendencias. En un club de lectura en la nube se puede propiciar la búsqueda de lectores de otros lugares, que sean usuarios de otras bibliotecas (a través de asociaciones y colaboraciones conjuntas); o en un club de lectura intergeneracional, se puede generar una reunión de lectores de muy diferentes perfiles (mujeres y hombres de sesenta, setenta y más años con niños, adolescentes y adultos de mediana edad) y conseguir que compartan, por ejemplo, la escritura de una carta o de un wasap, la emoción de un microrrelato, de un tuit, o de un álbum ilustrado. O que se arranquen a cantar. Yo lo he visto.
Estoy convencida de que los clubes de lectura son imprescindibles en nuestras bibliotecas públicas y una de las actividades culturales más importantes; el nivel de implicación de estos lectores suele ser mayor que el de otros usuarios, además, constituyen un banco humano de mucho valor, pues participan en otras actividades creando contenidos para compartir, desde la biblioteca. Estoy convencida, así mismo, de la importancia de seguir explorando nuevas fórmulas y tendencias, acordes con la realidad de nuestros usuarios, que permitan reducir brechas generacionales, culturales y territoriales.
He aquí algunos clubes de lectura en la nube que conozco de cerca: Nube de Lágrimas sobre la obra Lágrimas en la lluvia (Seix Barral), de Rosa Montero; Un lugar en la nube en torno a Niños feroces (Destino) de Lorenzo Silva y las conclusiones del proyecto; y TLeo, club de lectura intergeneracional. Además, del programa Territorio Ebook de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, que durante los últimos cuatro años ha experimentado sobre la lectura digital, los clubes de lectura y el papel que juega en éstos la dinamización.
Vuestro turno. ¿Conversamos sobre otros clubes de lectura organizados desde la biblioteca pública y que conocéis muy bien? Completemos entre todos este artículo.