La última novela de José Ovejero, galardonada con el Premio Alfaguara de Novela 2013, es una narración en la que el lector se encuentra con los dilemas más clásicos y los más contemporáneos (las relaciones gastadas, lo ficticio del amor, la inseguridad en el trabajo, la rutina indolente, la crisis económica y personal, el miedo a la vida, la soledad elegida y obligada o la cobardía ante el compromiso); aderezados con la complicidad que desde las primeras páginas establece con Samuel. Complicidad no exenta de aversión, de fascinación y también, de comprensión. Porque Samuel es el ser humano por excelencia: ni bueno, ni malo; capaz de gestos heroicos y de mantener posturas ruines. Un hombre indolente que se deja llevar por las circunstancias en un momento vital (la cuarentena) en el que la monotonía y la cadencia de las cosas empiezan a antojársele insoportables y repetitivas.
Una llamada de teléfono equivocada preguntando por un Samuel que no es el protagonista de la novela, le informa de un accidente en el que (ese otro Samuel) ha perdido (quién sabe) al amor de su vida: Clara. Lejos de intentar aclarar el malentendido, Samuel se va enredando en un relato que no le pertenece y al que el lector asiste atónito e intrigado: ¿será capaz de llevar la ficción hasta el final? ¿Se desplomará el castillo de naipes de su relación con Clara?
Repaso las caras y los nombres de amigas y amantes, ese álbum de fotografías algo amarillentas que me hace sentir más viejo de lo que soy. Busco también las páginas arrancadas, aquellas de las que estoy seguro de que contenían alguna imagen que he olvidado; hubo otras mujeres, episodios que no dejaron huella ni cicatriz, breves aventuras o amistades, ¿cómo se llamaban?, ¿cómo era su voz?, ¿cómo su risa? Pero aunque me demoro en el pasatiempo de intentar reconstruir mi historia sentimental, ese rompecabezas desordenado, hecho de piezas que no encajan, sé que el esfuerzo es inútil: estoy seguro de no haber conocido nunca a ninguna Clara.
Crítica personal:
No es la primera obra de Ovejero que he tenido el placer de leer, así que su prosa elegante y precisa no me ha pillado desprevenida. El escritor nombra sentimientos y actitudes vitales en frases y párrafos que agitan al lector; el autor no es un narrador complaciente, que busque reconfortar: me atrevería a decir que todo lo contrario. La vida es un claroscuro: un mosaico de mezquindad y de bondad, en el que el género humano persigue una pizca de felicidad o, en su defecto, de bienestar. Samuel, como nosotros, quiere despojarse de la incomodidad de los días iguales que le ensombrecen el ánimo, como las sábanas arrugadas que no se cambiaron cuando tocaba. Una historia original y provocadora, en la que la imaginación cobra especial importancia y que ofrece a los lectores reflexiones esenciales para comentar después. Porque una de las mejores sensaciones que puede proporcionar una obra es la necesidad de conversar sobre ella.
Conociendo al autor:
- Ha escrito poesía, libro de viajes, novela… ¿Qué género literario prefiere?
Ahora mismo, me siento más cómodo con la novela y el ensayo. Me he ido alejando del cuento, que fue el género en el que me sentía más en casa, y no sabría cómo afrontarlo ahora mismo. Quizá por eso me seduce la idea de volver a escribir un libro de cuentos.
- De su obra he leído, además de su última obra, la novela Las vidas ajenas y el libro de relatos Mujeres que viajan solas. Destacaría la soledad que se percibe en los personajes, su doble moral, las preguntas sobre la vida, la muerte, las huellas que dejamos tras fallecer o el amor… expresadas en frases que el lector lee y relee, un poco conmocionado. ¿En esto se refleja su vertiente de poeta?
No me atrevería a definirme como poeta, aunque es cierto que la poesía me atrae por esa necesidad que transmite de expresarse sin perder tiempo en las cosas secundarias. La poesía busca lo esencial -aunque rara vez lo encuentre- y quizá cuando escribo prosa también tengo presente esa necesidad de que una frase realmente llegue al fondo de las cosas. Me alegra que haya párrafos que conmocionen al lector, que lo obligue a releer porque eso significa que estás diciendo algo relevante. El libro es una forma de unir a lector y autor en esos momentos en los que se obtiene la conciencia de experimentar o pensar cosas similares.
- ¿Por qué escribir sobre el amor? ¿Es lo que mueve el mundo, incluso cuando esté salpicado de mentira?
Eso es como preguntarse por qué escribir sobre la muerte o sobre la ambición o sobre la sociedad. Hay temas que nos acompañan siempre aunque vaya evolucionando la forma en la que los percibimos. Pero no creo que sea el amor el que mueve el mundo; el amor suele ser un acto privado que a menudo lo que hace es aislarnos del mundo, al menos en sus primeras fases.
- En La invención del amor, Samuel utiliza Facebook para buscar información sobre Clara, incluso se escriben a pesar de que Clara falleció… ¿Qué relación tiene con las redes sociales? ¿Las utiliza para comunicarse con sus lectores, como herramienta de marketing? ¿Cuál es su preferida?
Sólo uso Facebook; nunca me he animado a entrar en Twitter, que creo me exigiría una atención y un tiempo que no tengo, o si los tengo, prefiero dedicarlos a otras cosas. No quiero estar todo el tiempo en la red, porque mientras estás en la red no estás en otro sitio. Por eso llevo un móvil sin conexión a internet; quiero estar donde estoy, evitar esa presencia continua de la novedad, del acontecimiento, de la información en mi vida. Pero cuando lo deseo, me conecto. Y uso Facebook para comunicarme con los lectores y para anunciar los actos que creo que pueden interesarles. También como forma de propaganda de acciones que creo deben ser difundidas, como algunas campañas de Amnistía Internacional, por ejemplo.
- Sabe que soy bibliotecaria y no puedo por menos de preguntarle su opinión acerca de los clubes de lectura: ¿ha participado en alguno, presencial o a través de internet, en línea, utilizando redes sociales y leyendo en la nube?
Sí, he participado en muchos clubes de lectura, tanto presenciales como virtuales. Y seguiré haciéndolo; de hecho después del verano participaré en dos en Madrid. Suele ser una forma interesante de encuentro con los lectores.
- ¿Nos recomienda una obra suya, (además de La invención…) para leer o releer este verano? ¿Y un autor imprescindible?
Os propondría mi libro de poemas Nueva Guía del Museo del Prado. Y un autor que considero imprescindible es Philip Roth.
Editorial: Alfaguara
Autor: José Ovejero
Referencia bibliográfica: Ovejero, José. La invención del amor. Madrid: Alfaguara, 2013. 242 p.
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