Sally Salinger, abandonada por su marido hace cuatro años, mantiene abierta la agencia de detectives en la trastienda del salón de manicura. Ha estado practicado tiro y ahora es sólo cuestión de esperar a que las cosas se compliquen. Siempre lo hacen.
Anthony Pastor recupera en Caramelos Atómicos a los personajes de Castilla Drive (premio al Mejor Polar en el Festival de Angoulême 2013), en una historia negra, muy negra, contada en viñetas a todo color. Los personajes, con sus claroscuros son inolvidables: desde la detective Sally (aún sin licencia), pasando por su novio el poeta atormentado Osvaldo, sus hijos adolescentes Jason y Lynn o su amiga Patt; hasta el todopoderoso Douglas Sweet, creador de los adictivos caramelos, su hijo Gabriel, carismático y rebelde con causa. O Ray, el poli de turbios deseos y pasado oscuro; los adolescentes perdidos que pueden llegar a ser crueles; el trío de esposas abandonadas por sus maridos; el ausente marido de Sally, la misteriosa Gabriela. Todo el paisanaje que puebla el municipio de Trituro es un muestrario de lo mejor que podemos encontrarnos en un relato de intriga con la fuerza añadida del cómic.
La trama principal gira en torno al nuevo caso de Sally: averiguar si Douglas Sweet es infiel a su mujer Camila con la enigmática Gabriela; una joven que acaba de contratar para que organice el Atomic Rock Contest, un festival que busca promocionar los peligrosos caramelos energéticos. A partir de aquí, las tramas se entrelazan y se complican: alguien quiere ver muerta a Gabriela; cada vez hay más jóvenes de Trituro enganchados a los caramelos; Gabriel no soporta a su padre; los triángulos amorosos se multiplican y los hijos del poli le salen rana.
Crítica personal (o algo así)
Se trata de la segunda entrega de la saga iniciada con Castilla Drive, y como explicita la contracubierta de la obra, se trata de una sombría intriga coral en la que Pastor recupera buena parte de los personajes de la primera entrega. Sin embargo, esta parte puede leerse de manera independiente, teniendo solamente un peligroso efecto secundario: querrás leer el primer libro, porque te enamorarás de Os, de Lynn, de Sally… te sentirás prendado de Trituro, un municipio áspero en el que los adolescentes hacen skate en la vieja central nuclear abandonada; y los jóvenes caen en las redes de las bandas y en las alucinaciones provocadas por los caramelos. Hay deseos insatisfechos, huidas, abandonos, violencia, mujeres fuertes que son capaces de llevar adelante familia y trabajo, hombres débiles que se dejan llevar por sus pasiones más bajas, mujeres dependientes, hombres cariñosos y atentos, jóvenes con ideales y jóvenes embrutecidos… En definitiva, Pastor ha creado un mundo creíble y atractivo, con gentes capaz de lo mejor y de lo peor, un mundo que no es rosa, es ferozmente gris. La fuerza de los dibujos se aprecia desde la cubierta, con esa Gabriela que oculta sus secretos tras las gafas de sol, esa Sally con gesto apenado y perplejo, y ese Gabriel que aparece al fondo, cayéndose (y no es casualidad su nombre de ángel) mientras practica skate. Altamente recomendable y adictivo; para muestra, unos cuantos caramelos.
Conociendo al autor
De madre gala y padre español, nació en 1973 en Francia, aunque nunca se quedó mucho tiempo en el mismo sitio. El dibujo y los tebeos le apasionaron desde muy pequeño y ya le iban a acompañar siempre, primero durante su adolescencia en Madrid, antes de volver a cruzar Los Pirineos para matricular se en la Escuela de Artes Decorativas de París, y más tarde mientras se ocupaba en trabajos teatrales y otros oficios en Inglaterra. Durante esos años maduró las historias que llevaba en su cartera … (seguir leyendo la biografía de Pastor en el catálogo de Ediciones La Cúpula).
Referencia bibliográfica:
Pastor, Anthony. Caramelos Atómicos. Madrid: La Cúpula, 2014. 255 p. ISBN: 978-84-15724-68-1
