Cuando hablamos de marketing bibliotecario seguramente nos vienen a la mente las campañas publicitarias, los folletos de información de la biblioteca, la gestión de redes sociales, las actividades de extensión bibliotecaria, la promoción en prensa… Hay cientos y cientos de iniciativas que ayudan a que seamos más conocidos y considerados. Sobre todo ahora, que nos hemos rendido definitivamente a la inmediatez audiovisual, las posibilidades son infinitas y hay que aprovecharlas.
Pensando en ello, un día me pregunté: ¿y los peluches? ¿a nadie se le ha ocurrido el increíble potencial que hay en esos pequeños seres inertes y habitualmente adorables de cara a la promoción? No puede ser. Incluirlos dentro de actividades bibliotecarias sería una de tantas otras iniciativas que ayudan a ofrecer una visión diferente a la que tradicionalmente se tiene de nosotros. Por eso mismo me lancé en una búsqueda sin control a través de la red y la verdad es que me impresionó bastante lo que allí encontré:
Exposiciones. La biblioteca en su papel de difusora de la cultura ha de colaborar para que llegue a la comunidad todo tipo de expresiones artísticas y conocimientos varios. Puede que las exposiciones sean algo habitual (sobre todo cuando van acompañadas de una muestra bibliográfica) pero dudo mucho que una de muñecas y peluches pase desapercibida. Oportunidad a considerar para dar a conocer a coleccionistas locales.
Peluches como mascotas. Algo bastante de moda en escuelas y guarderías, todavía no parece haber cuajado en nuestros centros. En el blog 5 minute librarian lo tienen claro: se trata de tu embajador, la cara visible de tu biblioteca, el sustituto de un logotipo triste y anodino. De cara a la publicidad visual, la realidad es que siempre llamará más la atención un adorable peluche de ojos brillantes «haciendo de bibliotecario» en facebook que los propios bibliotecarios (lo siento chicos, llevamos las de perder). Como sentencian en este blog: “¿estúpido? Sí. ¿La gente va a recordarlo? Por supuesto”. Y al final, es lo que nos interesa, que hablen de nosotros. Sigamos entonces el ejemplo de Mark el Mamooth mascota de museo, que hace promoción en Twitter y parece bastante feliz con ello.
Crea tu propio peluche. El auge de las manualidades de los últimos años ha llevado a que muchas bibliotecas se animen a ofrecer diversos talleres para atraer nuevos usuarios imbuidos de dicha fiebre. A menudo dirigidos a los más pequeños, implican llevarse un nuevo amigo a casa y ¿a quién no le gusta eso? Puede tratarse de una temática concreta, como los monstruos, de recrear a personajes famosos “peluchables” o en general de desarrollar habilidades de costura en gente que no tiene experiencia (lo cual, seamos conscientes, también es conocimiento).
Hazle su propia ropa a los peluches. En la misma línea surge esta curiosa iniciativa de “Teddy bears need clothing too” (los ositos también necesitan ropa). La actividad se organiza en colaboración con el Ejército de Salvación, que recoge ositos de peluche para niños necesitados y pide voluntarios para confeccionar la ropita correspondiente. Teniendo en cuenta que la actividad se desarrolla en un país donde existen tiendas online de ropa para peluches, no me sorprende nada. Y mira, seguro que la sonrisa que le sacas a los niños a los que están destinados al ver el muñeco con su vestido merece la pena.
Préstamo de peluches. ¿Creíais que los muñecos servirían únicamente para atraer a los más pequeños a la biblioteca? Pues no. Parece ser que en la Colorado College Library les dio la locura y se lanzaron, durante una semana, a prestar “compañeros de estudio” para sus alumnos. Durante siete días una tropa de personajillos de peluche animarían un poco las salas del “college”. Incluso alguno se quedó medio dormido junto a los apuntes.
Concursos relacionados con peluches. Dentro de otra institución universitaria se organizó un concurso para repartir una serie de peluches promocionales de una conocida base de datos. Tristemente he de admitir que, quizá, más que de una actividad de fomento de la biblioteca o de los peluches, se trate de una estrategia encubierta para librarse de ellos. La vida es dura para todos. Sin embargo, también encontré noticias de un concurso de belleza de peluches. Se repartirán una serie de premios: al más abrazable, al más grande, al más pequeño, al mejor vestido, al más tonto, al más querido… y todos los que los jueces crean necesarios. La vida a veces también es justa.
Música con peluches. Las actividades varían entre conciertos de música más o menos formal que busca alentar la psicomotricidad de los pequeños , donde el acompañante peluche es bienvenido, y otros más “modernos” como éste de hip hop. Supongo que es una manera de fomentar la asistencia (¿quién no quiere ir a un concierto con su mejor amigo?).
Hospital de peluches (Teddy Bear Clinic). ¿Tu peluche está malito y no te puedes trasladar al hospital de muñecos más cercano? No te preocupes: pásate por la biblioteca y allí le harán una revisión completa. He de admitir que en este caso tuve que buscar de manera externa hacia dónde se dirigía la actividad. Sabía que tenía que haber alguna trampa (esto no podía ser tan obvio, para coserles agujeros a los muñecos están los padres). Pues bien, parece ser que en países anglosajones suelen organizarse periódicamente estas revisiones médicas de peluches en algunas bibliotecas y hospitales. Es una forma divertida de enseñar a los niños algunos hábitos saludables, al tiempo que ayuda a que pierdan el miedo a ir al médico.
Meriendas con peluches. Existen varias opciones: la elegante y distinguida quedada para el te o Tea Party; el picnic, que puede incluir actividades como el escondite de peluches, concurso de disfraces, manualidades, cuentacuentos al aire libre…; y la acampada, con fuego y tienda de campaña incluidos.
Fiesta de pijamas (Stuffed Animal Sleepover). Mi actividad favorita. El plato fuerte. Una iniciativa que debería ponerse de moda desde ya en nuestro país para conseguir romper de una vez por todas con las estadísticas al acudir los niños en masa a nuestras instalaciones. Básicamente consiste en que los chavales dejen sus amiguitos peludos en la biblioteca para pasar la noche. Cuando regresen a la mañana siguiente a por ellos les daremos un CD o una dirección de internet en la que estarán colgadas las fotos y/o vídeos que plasman todo lo que habrán estado haciendo los peluches esas horas fuera de casa (ya os lo adelanto, de todo menos dormir). Como variantes, la actividad principal sería un cuentacuentos al que los niños acudirían ya acompañados de los peluches, que luego se «quedarían a dormir». Si alguien se anima a organizarla les recomiendo echar un vistazo a éstas y estas otras recomendaciones al respecto, así como a flickr y al canal de la Bellingham Library para encontrar ideas. Una de las que más me gustan es animar a los niños mayores a colaborar con nosotros, que los preadolescentes y adolescentes nos ayuden a preparar los peluches para los posados, hacer las fotos, hacer las etiquetas de identificación de cada participantes, etc. (buena manera de que se sientan útiles y adultos). Todo este circo servirá para que los niños descubran lo que la biblioteca les ofrece. La exploración de los juguetes por las dependencias de la biblioteca es paralela a la que pudieran hacer ellos. Existirá por tanto una identificación entre el niño y el peluche, identificación que podremos aprovechar al poner a los peludos a leer (siempre un libro que se corresponda con su especie, claro) o a lavarse los dientes antes de acostarse. Al final, si el peluche se lo ha pasado tan bien allí, ¿porqué no ir ellos? A continuación os ofrezco un maravilloso vídeo de la mencionada Bellingham Library para mostrar lo que se puede hacer durante la fiesta de pijamas.
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¿Qué conseguimos con todo esto?
A parte de reírnos bastante entre nosotros, el objetivo es que los niños vean la biblioteca como un lugar agradable, lúdico y cercano. Integrar su propio mundo en la biblioteca, no únicamente a sus padres o a los compañeros a través de las visitas del colegio, deriva en complicidad y comodidad.
En principio parece de correr por la biblioteca con muñecajos haciendo el tonto no está muy cercano a nuestros deberes fundamentales. Pero el que el niño se ría y vuelva a la biblioteca porque es divertida, lea porque el peluche lee (el vínculo niño-peluche suele ser importante para muchos de ellos), se acerque al bibliotecario sin miedo porque lo comprende en su propia visión de la realidad, merece la pena sin duda. Los niños de hoy son los usuarios adultos de mañana que dejarán de vernos como las señoras con gafas y moño y se darán cuenta, ya mayores, de que somos los que nos molestábamos no sólo en ofrecerles información y conocimiento, sino también en divertirles a su mismo nivel. Y bueno, los peluches también estarán contentos porque podrán, de vez en cuando, hasta marcarse un Harlem Shake 😉
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Felicidades, el trabajo que hacéis algunos en este blog es magnífico, qué cantidad de recursos e ideas ponéis al alcance de un clic. En este post has dado la clave en mi opinión en el último párrafo, que el niño se divierta y lea porque el peluche lee. Además algunas de las cosas que propones son relativamente fáciles de llevar a cabo, sobre todo el préstamo de peluches. Si estás en la sala infantil y observas que un niño o una niña utiliza al muñeco con herramienta con el libro ¿Por qué no dejarle que le acompañe fuera si se lleva el libro en préstamo?
Antes de nada, muchas gracias por tu cumplido. Se hace lo que se puede 😉
La verdad es que con un poco se puede hacer mucho. Y hay que darle un poco a la cabeza ahora que hay tanto recorte de presupuesto. Pero bueno, gracias a internet llegan a nosotros iniciativas tan interesantes como todas estas que he descubierto. Un saludo!