Códices: joyas de las catedrales gallegas en la edad media

Recientemente pude disfrutar de una interesante visita guiada por la exposición “Códices”, emplazada en el museo de la Cidade da Cultura de Galicia , en Santiago de Compostela. Para esta muestra se han reunido 12 joyas del medievo, pertenecientes a las diferentes catedrales gallegas, bajo rigurosas normas de seguridad.

Cada uno de estos códices son fuentes históricas de valor incalculable que aportan un genuino testimonio de épocas pasadas. Porque entonces como hoy la verdad se conserva en papel y lo que afirma el papel es verdad. Veremos como este axioma era aprovechado por hombres poderosos para conseguir el mayor poder posible aprovechando que en aquellas épocas no era tan fácil confirmar la veracidad de un documento.

Empezamos pues con los cartularios, reproducciones de documentos originales que otorgaban derechos y privilegios a determinada institución. Su objetivo era tanto la conservación como el interés por afianzar el poder por medio de la palabra escrita. Este es el caso del Tumbo A (1130-1140, archivo de la catedral de Santiago de Compostela), el único de una serie inacabada de cartularios mandados confeccionar por el arzobispo Gelmírez. Gelmírez pretendía aunar en varios tomos todos los documentos que fundamentaban el poder de la catedral de Santiago: privilegios, donaciones, … El Tumbo A contenía poderes otorgados por la monarquía y la nobleza, además de algunos de cosecha propia del arzobispo.

De igual manera, el Tumbo Pechado (ss. XIV-XV, catedral de Mondoñedo, Lugo) aglutina documentos que testifican el poder de la catedral de Mondoñedo. Sin embargo en este caso los documentos eran copiados a medida que eran recopilados, sin ordenar ni mostrar diferenciación alguna según de quién proveniese el privilegio. Este tumbo está cerrado, es decir, que tiene un determinado número de páginas que se irían rellenando a medida que se ampliaban los beneficios de la catedra. Gracias a ambos tumbos conservamos todavía algunas parcelas de la historia que de otra manera se habrían perdido irremediablemente ya que multitud de los originales que copian han desaparecido o se han destruido para siempre.

De concepción diferente son el Libro X de Pergaminos Reales (s. X-XV) y el Libro XI de Bulas Papales (s XII-XV), ambos conservados en el archivo de la catedral de Lugo. Se trata de colecciones de manuscritos originales, incluso todavía con los sellos colgantes y con las hojas dobladas para que se adapten a un tamaño determinado, cosidas juntas. Agrupan la misma tipología documental que los cartularios. En este caso el libro X contine privilegios reales, mientras que los del libro XI son privilegios papales.

Resulta muy interesante comprobar que la selección de códices nos permite darnos cuenta más que nunca de la importancia de las dimensiones del soporte en relación con los usos del códice. De esta manera observamos que los libros litúrgicos como el Pontifical de Tui (s XIV, archivo de la Catedral de Tui, Pontevedra), texto que define las labores y funciones del obispo, es de mayor tamaño que los dos breviarios, Breviario Auriense (s.XV, archivo de la catedral de Ourense) y Breviario de Miranda (s XV, archivo de la catedral de Santiago de Compostela). Éstos recogen la liturgia, los rezos. Son libros para llevar al culto y, en el caso del segundo, para ostentar gracias a sus preciosas miniaturas. Han de ser de dimensiones reducidas para poder transportarlos con comodidad.

De igual manera es pequeña la Legenda Maior, (s XIII-XIV, biblioteca del seminario de Mondoñedo, en Lugo) que narra la vida y milagros de San Francisco de Asís escrita por San Buenaventura. Su motivación es poder ser llevado encima como libro de consulta, de inspiración en el camino del día a día gracias al ejemplo de San Francisco. Sin embargo, el Pasionario Tudense (s XIII, archivo de la Catedral de Tui, Pontevedra) que recoge la pasión de San Paio, es muy grande, con grandes letras para leer a la comunidad en determinados momentos de la jornada en los monasterios.

Por otra parte nuestro guía destacó que todos los códices son escritos a mano, excepto uno, el Misal Auriense (1494, museo de la Catedral de Orense), primer libro realizado por una imprenta gallega en Monterrei, impreso a tres colores. De igual manera, todos los libros son de pergamino excepto la Historia Compostelana (s XVI, archivo de la catedral de Santiago de Compostela) libro encargado por el arzobispo Gelmírez.

Entre todos ellos, la joya de la colección es el recientemente recuperado Códice Calixtino (s XII, archivo de la catedral de Santiago de Compostela). Su nombre verdadero es Jacobus. Esto demuestra la plena identificación entre el libro y el apóstol. Consta de varias partes como son la vida y milagros de Santiago, la traslación de su cuerpo, una guía de viajes e incluso un apartado musical. Encabeza además una carta del papa Calixto, de ahí el nombre, por la que se reconoce que todo lo que se incluya en el libro es cierto. Esto era muy importante para dar aún más veracidad al texto y afianzar la tradición.

A modo de colofón me gustaría señalar que se trata de una ocasión excepcional. Los tres meses que estará abierta la exposición, desde el 27 de septiembre hasta el 6 de enero, no se volverán a repetir. Estos doce códices son documentos muy delicados, con muchos años en sus hojas, que han de mantener una condiciones atmosféricas especiales. Y aún a pesar del compromiso de cambiar la posición en que estén abiertos cada cierto tiempo para que no se deformen, el mantenimiento de una temperatura especial, la no admisión de más de 15 personas en la sala, los niveles de luz, etc. es natural que los responsables de estas joyas de la historia mostraran su desagrado ante el traslado. Habremos de aprovechar y verlos antes de que vuelvan de nuevo a los hogares a los que pertenecen.

María Benitez

Bibliotecaria, documentalista y community manager en formación constante. Me apasiona navegar por la red en busca de noticias y nuevos datos acerca del mundo del libro, la edición, las bibliotecas y las redes sociales. A través de este pequeño espacio trato de transmitir mis inquietudes y descubrimientos. Siempre a la caza de aquello que me resulta más llamativo, más curioso y poco conocido.

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