Según Oliver Sacks, el objetivo de nuestro cerebro es sobrevivir y para ello utiliza cualquier estrategia. Una de ellas, es adulterar los recuerdos y sustituir la información que le falta, por maquinaciones o fantasías aunque parte de esta información sea inventada. A nuestro cerebro no le puede faltar información, por ese motivo rellena los huecos a su antojo, pero acorde con nuestros recuerdos. Esta es la razón por la que el autor indica que no debemos fiarnos de la memoria.
Quizá el tiempo haya borrado innumerables detalles de aquella visita y posiblemente mi cerebro haya adulterado o fantaseado los recuerdos. Pero hoy, cuando evoco las imágenes de su biblioteca, no importa lo difusas que aparezcan en mi mente porque la huella que dejó, siempre fue precedida por una emoción que ha quedado intacta con el paso de los años. Esa emoción sigue viva y regresa cada vez que cierro los ojos o contemplo una de tantas fotografías; tal vez porque la experiencia en aquellas salas del Ateneo de Madrid no fueron nada usuales.
Una herencia
La palabra Ateneo según la Rae viene del latín Athenaeum y este del griego Αθήναιον, templo de Minerva en Atenas. Dicho término surgió para designar a los templos en honor a la diosa griega Atenea. Durante la época clásica eran centros de reunión donde leían sus obras, poetas, oradores y filósofos. A finales del siglo XVII empezaron a obtener mayor importancia y se convirtieron en centros culturales característicos por difundir una ideología progresista, además de influir en la sociedad y en la política. Durante la Revolución los Ateneos fueron numerosos en Francia.La primera etapa del Ateneo de Madrid fue en 1820; se fundó con el nombre de Ateneo Español y su objetivo era el «discutir tranquila y amistosamente cuestiones de legislación, política, economía y de cualquier materia reconocible como útil para el pueblo». Esta primera etapa se extinguió sobre 1823.
Fue en 1833 y coincidiendo con la muerte de Fernando VII cuando Miguel de los Ríos quiere restablecer la institución proponiendo, como presidente, al duque de Rivas. El nuevo Ateneo surge con el nombre de Ateneo Científico y Literario de Madrid y su inauguración tuvo lugar en el año 1935. Después de varios intentos de cierre, durante los años 1866,1924, 1931, por parte del gobierno, debido al carácter liberal de la institución, fue en 1936 cuando suspenden toda actividad hasta finalizar la guerra civil. En el año 1946 pasó a depender del Ministerio de Información y Turismo y más tarde del de Cultura. En la actualidad es una sociedad privada constituida por socios y cuya dirección y administración atañe a la junta de gobierno, la cual es elegida anualmente por los socios.
[…]los ateneos cumplieron un papel decisivo en la introducción y difusión de las literaturas contemporáneas española y europea así como del pensamiento y la divulgación científica, especialmente proveniente de Francia y Alemania. Esta tarea se hizo tanto en las bibliotecas como en las cátedras. El ateneo simboliza más que cualquier otra institución, la crisis de la cultura oficial tutelada, clásica del Antiguo Régimen, porque, en última instancia, sustituye a la Corona, la Iglesia y la nobleza, por la figura del ciudadano en términos de individualismo liberal, libremente asociado para el debate, la crítica y la producción cultura.
Su biblioteca reúne toda la historia intelectual de la institución, principalmente del siglo XIX y primer tercio del siglo XX. Cuenta con un importante fondo que proviene, la mayoría, de las donaciones de sus socios, además de las publicaciones periódicas, revistas científicas y una importante colección de folletos. A partir del año 2002 se comienza con la digitalización de sus publicaciones, poniendo al alcance de investigadores y de cualquier usuario sus fondos.
Entre los años 1884 y 1923 la Biblioteca del Ateneo prestó un gran servicio a la cultura siendo, por ello, de gran importancia para la sociedad intelectual española. En aquellos años, en la sala de su gran Biblioteca surgieron libros y artículos de la mano de autores como: Campoamor, Clarín, Pardo Bazan, Azorín, Navarro Ledesma, Ramón Pérez de Ayala, José de Laserna… También acudían reputados políticos como: Canalejas, Moret, Pidal, Morote…En aquellos años era un gran referente, no solo para intelectuales de gran prestigio, si no para estudiantes y opositores que encontraban en sus fondos toda la información que necesitaban. Una Biblioteca que fue el reflejo de la situación social que hervía en ese momento y de las muchas personas ilustres que emprendieron la magnífica labor de estimular y cultivar el humanismo.
El actual panorama social, muy poco alentador, ayuda a mirar con cierta nostalgia el espíritu que se gestaba entre los muros de los Ateneos y sus nobles bibliotecas, las cuales crecieron al calor de unas mentes inquietas y creativas y cuyo valor fue de tal alcance que jalonaron una nueva sociedad del siglo XX. Sobre ese espíritu humano que parece haberse olvidado, escondido (mejor que perdido) nos habla Carlos París Amador (1925 – 2014) Presidente del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid desde 1997 hasta 2014. Carlos París considera que los Ateneos en la actualidad son más necesarios que nunca, destaca la necesidad de despertar el espíritu que un día tuvieron y así despertar a esta sociedad del pensamiento único.
[…]Vivimos en una sociedad tan pobre de ideas como falsamente democrática y que, por añadidura, se ha precipitado en la crisis […] El enriquecimiento de ideas y de cultura innovadora que supusieron los Ateneos, debe recuperarse en la crítica y superación del hermetismo actual.
El espíritu vivo de la biblioteca
El denominador común de las bibliotecas siempre fue ese espíritu integrador que caracteriza a los Ateneos. Las bibliotecas ya sea la de los Ateneos o las públicas siempre han perseguido el mismo fin renovador y propulsor del aprendizaje y la educación que, en consecuencia, son los motores para fortalecer la sociedad y la cultura. Ahora más que nunca se debe aunar el esfuerzo para despertar, como dice París, ese espíritu crítico y enriquecernos con ideas y cultura innovadora, pero siempre, siempre…al amparo de las bibliotecas.
Bibliografía:
- ABELLÁN, José Luis. La razón de ser de los Ateneos: su fundamento filosófico. Biblioteca Virtual de la Asociación de Hispanismo Filosófico [en línea]. Discurso inaugural del año académico 2008-2009 del Ateneo de Madrid, pronunciado el 11 de noviembre de 2008. [Fecha de consulta: 10 de abril de 2014]. Disponible en <http://www.ahf-filosofia.es/index.php/biblioteca-virtual/catalogo/item/download/14_506fec08d432e479e4fb15e851afc237>
- PARÍS, Carlos. Los Ateneos: su actual necesidad y sentido. Carlos París: de la filosofía de la ciencia a una teoría crítica de la cultura actual [en línea]. 30 de mayo de 2009. [Fecha de consulta: 10 de abril de 2014]. Disponible en<http://carlosparis.wordpress.com/2009/05/30/los-ateneos-su-actual-necesidad-y-sentido/
- Enciclopedia Espasa. Madrid: Espasa-Calpe, 1996. Tomo III, p. 1235
- RUIZ SALVADOR, Antonio. El Ateneo científico, literario y artístico de Madrid (1835-1885) [en línea]. London: Tamesis Books Limited, 1971. 186 p. [Fecha de consulta: 10 de abril de 2014]. Disponible en <http://www.ateneodemadrid.com/biblioteca_digital/libros/Libro-00001.pdf
- SAINZ DE ROBLES, Federico Carlos.Breve historia de la Biblioteca del Ateneo de Madrid. Anales del Instituto de Estudios Madrileños [en línea].1971, nº 7, p. 383-400.[Fecha de consulta:10 de abril de 2014].Disponible en< http://www.ateneodemadrid.net/biblioteca_digital/HistoriasAteneo/BreveHistoriaBca.pdf >