¿Alguien se imagina como habría sido su infancia sin libros, sin bibliotecas, sin imágenes impresas, sin palabras escritas? ¿Y si, además, tampoco hubiéramos tenido suficiente agua, comida, juguetes, ropa…? ¿Y si nuestros mayores nos hubieran contado que el lugar en el que vivimos no es nuestro, sino que estamos de prestado porque alguien los expulsó a ellos y a nuestros abuelos de nuestro verdadero hogar? ¿Y si siguiéramos viviendo todo esto ya de adultos? Pues seguramente seríamos refugiados con una larga trayectoria de exilio en alguno de los campos que desgraciadamente existen a lo largo y ancho del Planeta. Quizá en la hammada argelina, en ese trozo del más despiadado desierto que los refugiados saharauis habitan desde 1975, cuando Marruecos invadió la hasta entonces colonia española y miles de personas huyeron hacia el único lugar que les ofrecía refugio y protección.
Todos nos imaginamos la dureza de la situación y de las condiciones de vida que desde entonces sufren niños, jóvenes, adultos y ancianos: una dependencia absoluta de la ayuda internacional a cambio de mantener su modo de vida y su dignidad. Pero esa ayuda es cada vez más escasa y cada vez son más las organizaciones no gubernamentales que ponen sus medios económicos y humanos para paliar esa situación. La Asociación Escritores por el Sáhara-Bubisher celebra en estos días un feliz doble aniversario: los ocho años de su creación y los dos años de la inauguración de El Nido, la primera biblioteca pública estable en un campamento de refugiados. En todo este tiempo, Bubisher ha ido llenando de libros cada una de las wilayas (campamentos), ya sea alojándolos en las dos bibliotecas estables (Smara y Ausserd) o transportándolos en bibliobuses, como el Bubisher (Smara), el Bubisher II (Ausserd) o el recién llegado Bubisherito (Bojador). La idea nació tras un encuentro del escritor Gonzalo Moure con los alumnos del colegio San Narciso de Marín (Pontevedra), que sugirieron llevar al Sáhara lo mismo que tenían ellos: libros. Y el milagro se produjo, gracias al trabajo y al esfuerzo de mucha gente, principalmente los escritores Gonzalo Moure y Ricardo Gómez, quienes continúan haciendo crecer el proyecto y, lo que es más importante, quienes han logrado la autogestión por profesionales saharauis tanto de las bibliotecas como de los bibliobuses.
reflejan perfectamente el espíritu de Bubisher, el de sus creadores, el de los voluntarios y el de todos aquellos que lo viven, lo mantienen y lo desarrollan a diario, sin ninguna ayuda gubernamental, pero con la convicción de que todo ser humano, sean cuales sean sus circunstancias, tiene derecho a acceder a los libros y al universo cultural contenido en ellos. Y si, además, se tiene una deuda histórica con un pueblo hermano como el saharaui, el esfuerzo es obligado.
El trabajo de los voluntarios en los campamentos es agotador, pero muy satisfactorio. Por las mañanas se trabaja en las escuelas…
Por las tardes, en los clubes de lectura…
Y en los ratos libres, formando a los monitores saharauis en técnicas de animación…
Para personalizar un poco esta información, un vídeo de mi experiencia en Smara en abril de 2011. Nos os preocupéis si os apetece colaborar pero no podéis ir a los campamentos; el trabajo que se puede hacer desde aquí es tanto y tan necesario, que quien quiera formar parte de esta hermosa familia bubisheriana va a ser muy bien recibido en cualquier momento.
Y, como despedida, las últimas imágenes recibidas sobre cómo se está trabajando en estos momentos en el Nido de Smara. Si es que dan unas ganas de volver…
Espléndido artículo, Lucia. Gracias por estar, por ser bubishera y por difundir el proyecto.
Un beso
Palma
Gracias, Palma. Es todo un honor pertenecer a este hermoso proyecto. No siempre se puede dar todo lo que uno quisiera, pero se intenta.
Lucía