Voz de animal, adultos que hablan bajo la piel de un oso

Estaba preparando la reseña de una obra recientemente publicada en España del fabulista americano Arnold Lobel (1933-1987) y alrededor de esta tarea afloran otros asuntos ligados con la voz de los animales a la que hace referencia el título de esta entrada. Así que, aprovechando que la publicación de esta entrada coincide con el sorteo más sonado de la lotería, al bombo van todos estos asuntos y ya irán saliendo al ritmo de la letanía de los niños y niñas de San Ildefonso.

Son temas que no distan entre sí, hay un hilo conductor que les une y que me servirá para enhebrar este texto, por lo que no será muy difícil ovillar la lana y llevar el cabo hacia el centro del ovillo. Empiezo por agarrar el cabo que más apremia, que no admite más demora, pues se trata de una efeméride que celebramos en este mismo año que ya corre avanzado, este 2021 que va camino de agotarse en breve.

400 aniversario del nacimiento de Jean de La Fontaine (1621-1695)

Este es el acontecimiento en cuestión al que hacía referencia y que no quería dejar pasar porque, sin duda, las fábulas de este popular escritor francés forman parte de nuestro imaginario. También allí hay hueco para las historias con moraleja que un siglo después creara el español Félix María Samaniego, al igual que anteriormente lo hieran ya Esopo y Horacio. Un mundo este de las fábulas poblado de lobos y corderos, de gatos y zorras, leones, ratones, cigarras, hormigas, cigüeñas y otras especies.

Un acervo literario, oral y escrito, que, por otra parte, ha estado siempre próximo al mundo de la infancia e influido a buena parte de la creación literaria dirigida a los chicos y chicas. Ciertamente, la voz de los animales se deja oír de forma intensa en la literatura infantil; más allá de las propias fábulas, es ingente la presencia de animales que protagonizan historias escritas para niños y niñas en todos los tiempos. Basta con recorrer los estantes de las secciones infantiles de las bibliotecas públicas para constatar esta afirmación.

Por otro lado, al igual que en las fábulas, la intención moralizante, instructiva y edificante de las lecturas ha impregnado también durante buena parte de su historia la literatura destinada a niños y jóvenes.

Como bien dijera otro francés, gran experto en literatura infantil y juvenil como fue Marc Soriano“Por lejos que uno se remonte en el tiempo, el repertorio popular siempre bulle de animales que hablan. A medio camino entre los dioses y los hombres, los animales suelen saber mucho más que nosotros acerca del universo.»

Las corrientes animalistas en la literatura infantil y juvenil

En la misma obra de la que se extrae la cita, La Literatura Para Niños y Jóvenes. Guía de exploración de sus grandes temas (Colihue, 1995), y en la entrada dedicada a los Bestiarios, Soriano explica cómo saltando desde la oralidad los animales comienzan a poblar la literatura infantil pero no se quedan en los cuentos de advertencia o las fábulas, ni se restringen a las lecturas de los más pequeños sino que exploran otros territorios y adoptan diferentes modos y maneras según la edad de los lectores.

De este modo, nos recuerda Soriano, animales humanizados encontramos en Lewis Carroll en forma de conejos y gatos inquietantes; en Selma Lagerlöf, con sus prudentes gansos, o en la obra de Jean y Laurent de Brunhoff, padres del elefante Babar, por poner unos ejemplos de diferentes épocas y estilos.

Más allá de la humanización del mundo animal, como metáfora o trasunto de lo humano, la naturaleza y lo salvaje abunda en obras emblemáticas dirigidas a los jóvenes de la mano de escritores como Jack London, Edgar Rice Burrough, Rudyard Kipling o en las obras de Horacio Quiroga; en todas ellas los animales tienen una presencia fundamental y adquieren muy diferentes matices.

Esta corriente animalista nunca ha desaparecido, ha seguido desarrollándose desde múltiples facetas y sigue aún muy viva. Las posibles razones de esta constancia y permanencia de las voces de los animales en el corpus literario infantil y juvenil las expresa Anna Juan Cantavella, antropóloga, investigadora y promotora de la lectura, en una entrada publicada en su blog, cuando dice: “En nuestra representación del mundo, parece que los animales no mienten, que encarnan una especie de verdad que en su naturalidad (incluso cuando los vestimos, los ponemos a caminar a dos patas y los dotamos de la palabra), es capaz de mostrarnos, sin rodeos, desde las cuestiones más elementales hasta las más chocantes o subversivas. Nos permiten decir las cosas, expresar hechos que de otra manera serían difíciles de comunicar. Con ellos nos distanciamos -en cierto sentido- de la realidad otorgándoles con este ardid la capacidad de transmitir mensajes que posiblemente no habrían sido tolerados socialmente si hubieran sido dichos por humanos. Es el «decir sin decir» al que hacía referencia Soriano cuando hablaba de las fábulas.”

Arnold Lobel, historias de animales que dan que pensar

Extraemos una tercera bola bel bombo y con ella nos acercamos a un escritor muy personal, entrañable, tierno, conmovedor y una ristra interminable de calificativos que nos evocan sus historias, a caballo entre la tradición oral y sus personalísimas aportaciones.

También en La coleccionista, el blog de Anna Juan Cantavella encontramos menciones a este autor en cuyas obras habitan sapos, búhos, ratones, elefantes, saltamontes, cerdos y otras especies animales de nuestro entorno próximo:  “Moscas, cucarachas, mosquitos, mariposas o libélulas llenan las páginas de esta fábula contemporánea, donde los animales no son aquellos a quienes estamos acostumbrados a escuchar, pero que en su insignificancia consiguen retratar con ironía y sutileza conductas humanas muy reconocibles.”

Arnold Lobel nace en Los Ángeles en 1933 y muere en Nueva York en 1987, y durante tres décadas escribe historias para los más pequeños e ilustra textos propios y ajenos. Se le describe como una persona un tanto tímida y retraída, que conecta con los niños y niñas a través de su propia infancia, reflejada en sus obras. Los protagonistas de sus historias son animales, personajes sencillos y cotidianos, en torno a los que se plantean pequeños conflictos.

Sus narraciones entroncan con la narración oral, en su estructura, así como en recursos y fórmulas que en ellas introduce. El lenguaje es sencillo, limpio y claro, muy expresivo y poético; también sus ilustraciones, llenas de detalles y a la vez serenas, tienen un extraordinario poder comunicativo. Son historias, además, que tras su aparente cotidianeidad plantean interrogantes de calado sobre el afecto, la amistad o la soledad, pasados por el tamiz de la infancia.

Son historias que “conmueven incluso a los lectores adultos por ese mundo ingenuo y lleno de sabiduría en que se mueven los protagonistas”, como bien dice Ana Garralón al indagar sobre la relación con la infancia de las obras de este autor en un breve pero jugoso artículo publicado hace tiempo en la revista Babar. Para conocer más acerca del escritor y su obra os recomiendo también esta otra entrada que Ana Nebreda le dedica en Biblioabrazo, su blog: Arnold Lobel, o la delicadeza de la sencillez.

Los osos del aire

Llega el momento de extraer la última bola del bombo, que como no podía ser de otra manera, toma forma de historia con animales humanizados como protagonistas y está escrita e ilustrada por Arnold Lobel, completando así el ovillo, la bola que empezamos a formar tirando del hilo de Lafontaine.

La mayor parte de las obras de Arnold Lobel llegaron a manos de los lectores españoles allá por los años 80 en las ediciones de Alfaguara; permanecieron muchas de ellas descatalogadas un tiempo después, pero por fortuna fueron poco a poco rescatadas por editoriales como Kalandraka, Ekaré o Corimbo. También recientemente Blackie Books ha incorporado a su catálogo una obra de este autor que hasta la fecha no había sido publicada en España.

Ponemos el foco al cierre de este artículo en este último título, que aparece en doble versión: Los osos del aire, en su traducción al castellano por Jorge de Cascante, y Els ossos de l’aire, traducido al catalán por Yannick García.

En este caso, cinco son los protagonistas de la historia, los pequeños osos Ronald, Donald, Harold y Sam, por un lado, y su abuelo, por otro. Los cuatro hermanos escuchan con atención pero algo extrañados, lo que el abuelo lee en voz alta de su libro «Cosas que debe hacer un buen oso”.  Pero parece que algo no concuerda pues a los pequeños osos, salir de paseo, dormir siestas, ir a pescar y trepar a los árboles no les parece tan divertido ni se les da nada bien. A ellos les resultaba más atractivo hacer malabares, dar volteretas, hacer lazos, trucos y tocar el violín.

Saberes y habilidades contrapuestos: la tradición y la utilidad frente a la innovación y la creatividad. El conflicto está servido, el choque generacional surge entre ellos. La cuerda se tensa pero no se rompe y finalmente ambas generaciones se reencuentran a través del diálogo y la evidencia de los hechos. Como en otras obras del autor los acontecimientos suceden de forma lineal, el tono de la historia es tierno e ingenuo, y el desarrollo de la trama se plantea en forma de diálogos.

En la propuesta gráfica destaca la opción monocromática de las ilustraciones, en tonos marrones. En la composición de página el texto se integra en la propia ilustración que se presenta a sangre, sin enmarcar, lo que favorece la integración del propio lector en la narración.

Celebremos, pues, el poder disponer de una obra más de Arnold Lobel para ponerla en manos de los primeros lectores. Y aprovechando estos días navideños, demos un toque desde aquí a Papá Noel y a los Reyes Magos para que no olviden meter en su saco y subir a sus camellos este y los otros títulos del autor con los que ya contábamos en la oferta editorial española.

Libros todos ellos para que los niños y niñas los disfruten solos y en compañía, ideales también para una lectura compartida con el adulto, y que no han de faltar en ninguna biblioteca pública ni escolar. Son títulos imperdibles que por fortuna hoy siguen vivos en la oferta editorial en nuestro país y que podemos encontrar en versiones en castellano, catalán y gallego, como los entrañables Sapo y Sepo, las cálidas Historias de ratones, el poético Búho en casa, Sopa de ratón, El cerdito, El libro de los guarripios, Tío Elefante, Saltamontes va de viaje y Fábulas.

 

¡Qué ustedes los disfruten y que 2022 venga cargado de buenas lecturas e historias para tod@s, chicos y grandes!

 

Luis Miguel Cencerrado

Coordinador de reseñas en BiblogTecarios Bibliotecario, formador, asesor y apptekario navegando en los mares de la lectura analógica y digital, su promoción, las bibliotecas públicas, infantiles y escolares.

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