Después de un par de años en los que las ferias del libro han estado agazapadas tras las pantallas por razón de la pandemia, este año recobran plenamente la dimensión presencial que de forma súbita habían visto recortada.
Así, con la primavera vuelven sus casetas a montar a lo largo y ancho de nuestra geografía. Al fin, los libros son libres de salir de su refugio en las trincheras digitales para tomar nuevamente nuestras calles, plazas y jardines. El reencuentro con estos espacios de celebración del libro y la lectura que con los primeros calores afloran en muchas localidades españolas es algo que, sin duda, hemos de celebrar de forma jubilosa toda la ciudadanía por todo lo que estos eventos aportan a la sociedad.
Y para no perderlas de vista, puedes ver las que se celebran en tu entorno próximo a través de este Mapa de ferias del libro en España que ofrece el Ministerio de Cultura y Deporte. En él se ofrece información por provincias de la mayoría de las ferias del libro que se celebran en España, pincha en tu provincia y se desplegarán las ferias del libro registradas que celebran en dicha demarcación.
Un evento comercial y cultural de primer orden
Mañana, precisamente, abrirá la decana, la Feria del Libro de Madrid, que en este año celebra su edición número 81 y que echó a andar en época republicana, allá por 1933. Sus primeros años las casetas se desplegaron en el paseo de Recoletos y no será hasta 1967 que la feria del libro más antigua de España se traslade a su emplazamiento actual, el paseo de coches del Retiro madrileño.
La dimensión cultural de estos encuentros con el libro y los ciudadanos es indudable y de gran envergadura, pero no menos importante es su dimensión comercial. Las transacciones económicas derivadas de la venta de ejemplares en los días de feria sirven de algún modo para tomar la temperatura al sector del libro y son indicadores que también muestran el grado de interés de la ciudadanía en relación con la lectura.
La edición infantil y juvenil, un subsector de peso
Dentro del conjunto de la oferta de materiales de lectura, los libros dirigidos a niños y jóvenes aprovechan también estas fechas para salir al encuentro de sus lectores, desde los que leen sin saber leer, los incipientes y los avezados, quienes de forma progresiva van consolidando sólidos hábitos de lectura, a pesar de tener que sortear las dificultades que surgen en el camino, sean consecuencia de un contexto competitivo que se rifa de manera intensa el tiempo de ocio de los chicos y chicas o derivadas de las turbulentas y agitadas aguas de la adolescencia.
Según se desprende del último informe disponible de la Panorámica de la edición española de libros que publica la Dirección General del Libro y Fomento de la Lectura, según los datos disponibles del último informe referido a 2019, la edición de libros infantiles y juveniles en España presenta estas constantes:
- La producción en este subsector representa el 11,2% sobre la oferta total de la edición y respecto al ejercicio anterior experimentó un crecimiento del 26,1%.
- Como viene siendo habitual en anteriores ejercicios, es un subsector con un alto porcentaje de traducciones, el segundo, con el 27,3 %. Entre los idiomas traducidos predomina el inglés (43,9%), seguido del francés (17,5%), del castellano (17,4%) y del alemán (4,8%).
- Las lenguas de publicación mayoritarias son el castellano (72,3%) y el catalán (15,3%); le siguen de lejos el gallego (3,3%) y el euskera (3,1%).
- En relación con los precios, es el subsector que los mantuvo más bajos: el precio medio se situó en 11,02 euros y el 43,4% de los libros tiene un precio igual o inferior a 10 euros.
- Con cierta lógica en razón del público destinatario, el volumen de los libros por número de páginas fue el menor de todos los subsectores: la media de páginas se situó en 81 y un 75,2% de los libros tenían 100 páginas o menos.
- En cuanto a la edición en otros soportes, supuso el 12,3% del total, correspondiendo al libro digital el 12,2%.
El montante correspondiente a la venta de libros dirigidos a niños y jóvenes es igualmente una parte jugosa del pastel en cada ejercicio. Al respecto, en el informe de Comercio Interior del Libro en 2020 se recoge las ventas de los libros destinados al público infantil y juvenil en España generaron durante el año 2020 alrededor de los 367,1 millones de euros.
La facturación de Infantil y juvenil aumentó un 17,6% en 2020 respecto a 2019. Una cifra que supuso un incremento de alrededor de 55 millones con respecto al año anterior. La evolución anual de los ingresos procedentes de las ventas de libros infantiles y juveniles en España de 2007 a 2020 (en millones de euros) muestra una tendencia al alza en los últimos cinco años tras el descenso experimentado en el quinquenio anterior.
Una producción, pese a lo complicado de la situación, robusta y variada
En cuanto a la caracterización cualitativa de la literatura infantil y juvenil, en el Anuario Iberoamericano sobre el Libro Infantil y Juvenil 2021 podemos encontrar las claves de análisis y reflexiones sobre el panorama y tendencias, tanto en España como en otros países latinoamericanos.
En esta publicación, el escritor y especialista Antonio Orlando Rodríguez se refiere al conjunto del área caracterizando el perfil de la LIJ iberoamericana de 2019 y 2020 como “múltiple y ambicioso, inquisitivo y prometedor, con tantas aristas como lectores potenciales.”
De la creación en este periodo, este analista afirma que “Una buena parte de las obras que llegaron al mercado en este bienio evidenciaron una meritoria voluntad estética y reafirmaron el interés de escritores, ilustradores y editores por estimular la mirada atenta de los lectores a su realidad y el deseo de fomentar en ellos un espíritu cuestionador y el ánimo de transformar sus sociedades para hacerlas más justas, dignas y humanas.”
Leer a, con y ante
Dice el profesor Juan Mata Anaya que “Leer a los hijos, con los hijos o ante los hijos es, finalmente, el modo más aleccionador de defender la importancia de la lectura“, frase que encierra en ese juego de preposiciones y conjunciones las claves de cómo despertar interés y curiosidad por las historias, por los libros y la lectura desde las edades más tempranas.
La pregunta de cómo hacer a los niños lectores ronda en la cabeza de muchas madres y padres, así como de docentes y personal bibliotecario, muchas veces sin reparar que las estrategias básicas están al alcance de nuestra propia mano, y son tres, como en los cuentos: elegir una buena libro, hacer un hueco en el tiempo y compartir la lectura, impregnada de afecto y de forma regular, con nuestros hijos e hijas en casa, el alumnado en la escuela y con nuestros usuarios en las bibliotecas.
En este sentido, las ferias del libro nos ofrecen la oportunidad de encontrarnos con una variedad de obras apta para todos los públicos, gustos y niveles, incluso de conocer y hablar con sus autores, además de participar y disfrutar de un abanico amplio de actividades en torno al libro y la lectura.
Cercanos también al fin del curso académico, es también un momento muy oportuno para recordar que la lectura no se circunscribe al periodo escolar, que las lecturas son también para el verano, cosa que a veces a los adultos se nos olvida. Como mediadores entre el niño y el libro, sea en el hogar, la escuela, la biblioteca u otros ámbitos, debemos favorecer la continuidad del contacto con la lectura de los chicos y chicas, como opción personal y libre, más allá de las tareas y metas académicas.
Es preciso motivar y acercar lecturas que nutran y enriquezcan el tiempo libre de niños y niñas, ¿y qué mejor que acercarnos con ellos y ellas a estas ferias, recorrer las casetas y descubrir esas obras, de ficción o no ficción, que les despiertan interés? Aprovechemos también para que ejerzan su capacidad de elección escogiéndolas ellos mismos entre las que se les ofrecen en mostradores y estantes.
A todos compete animar, apoyar y hacer atractiva la lectura como opción personal y libre. Y buena parte del éxito está en la selección de las lecturas, las que los adultos escogemos para leer en casa, en la biblioteca o en la escuela, y la que los propios niños y niñas hacen en función de sus intereses y apetencias, un sano ejercicio de libertad, responsabilidad y autonomía que debemos favorecer.
Las fechas en las que se celebran estos eventos en torno al libro, de tránsito entre la primavera y el verano, resultan muy propicias para nutrir las lecturas estivales, en las que los niños y niñas, al igual que los mayores, pueden encontrar tiempos para sumergirse en nuevas historias. Igualmente, estos tiempos de vacaciones son propicios para compatibilizar diferentes dedicaciones y aficiones, que no hay por qué confrontar ni enfrentar; siempre es más fácil en vacaciones hacer compatible la lectura con el juego, combinar el papel y la pantalla, las noveles y cuentos con los videojuegos o el visionado de series audiovisuales. Un tiempo, al cabo, en el que alimentar el imaginario de niños y niñas con una dieta amplia y variada de historias, que facilita la inmersión en la lectura, el vivir aventuras, emocionarse, sentir intriga, temblar o compartir afectos con los personajes de las historias.
Aguzar la mirada para elegir con buen tino
Así, pues, aprovechemos todas estas ferias y fiestas del libro para llenar nuestras bolsas de la piscina o de la playa, nuestras mochilas y maletas con libros. Acerquémonos a las casetas de las editoriales y librerías para conocer las novedades, para comprar o tomar nota de posibles lecturas, que en ellas tenemos disponibles durante todo el año y que también podremos encontrar en las bibliotecas públicas de nuestra localidad, en los bibliobuses, bibliopiscinas o biblioplayas allá donde pasemos las vacaciones.
Pero, eso sí, agucemos nuestra mirada y preguntémonos acerca de cómo se amasan las palabras e imágenes y de cómo se tejen las historias; refinemos nuestros sentidos para, como advierte la escritora Graciela Montes, separar lo vigoroso y genuino de lo estereotipado e impostado, de lo que “son relatos despojados de resonancias, que consisten en acciones simples y rígidas, lineales, sin reflexión ni humor ni ironía ni critica, ni más que una emoción externa y previsible. En fin, un catálogo de ficciones “ya probadas”, estereotipos ni siquiera revestidos de carne literaria, meros esqueletos, premisas, postulados. Un ejercicio de elecciones binarias sobre la base de “recetas infalibles”. (El corral de la infancia p. 87)
Nada mejor que cerrar esta glosa a las ferias del libro con un somero repaso a determinados valores y calidades que nos pueden ayudar en esta tarea de escoger buenas historias, que le dan cuerpo y valor a una obra de ficción…
Así que, busquemos que nuestras lecturas tengan:
Ritmo y tensión:
Muchas veces nos encontramos una sucesión de acontecimientos anodinos, presentados sin ningún tipo de emoción o intriga que hacen que el libro –o la tableta- se nos caiga de las manos.
Un buen ejemplo de ritmo es esta novela con sabores nórdicos que en torno una niña muy particular escribe Maria Parr: Tania Val de Lumbre. Ilustra Zuzanna Celej; traduce Cristina Gómez-Baggethun. Edita Nórdica Libros. ISBN: 978-84-16440-26-9
Secuenciación y suspense:
Un buen planteamiento de lo que ocurre y de cómo se encadenan las diversas acciones es fundamental para que la historia fluya de forma coherente y sin trompicones.
En esta obra clásica de Edith Nesbit los acontecimientos se suceden con intriga y aventuras que despiertan el interés del lector por saber qué está pasando: Los chicos del ferrocarril. Traduce Cristina Sánchez-Andrade. Edita Siruela. ISBN: 978-84-16280-47-6
La atmósfera:
Aporta cuerpo e intensidad al relato, es el mundo particular que se crea para generar tensión, angustia, ambiente festivo, lírico o misterioso.
Con un rico texto e ilustraciones en blanco y negro, William Steig teje una atmósfera robinsoniana en esta deliciosa historia: La isla de Abel. Traduce María Luisa Balseiro. Edita Blackie Books. ISBN: 978-84-17059-55-2
El conflicto:
Es el desencadenante de la acción, aporta sentido, fuerza y emoción a la obra, nunca puede faltar.
Un buen ejemplo de cómo sostener un conflicto es este relato que Salah Naoura teje con mentiras: Matti y Sami y los tres errores más grandes del Universo. Traduce Eduardo Martínez. Edita Lóguez. ISBN: 978-84-96646-93-3
La metáfora:
No se trata solo de transmitir mensajes, de mostrar acciones sino que hay que construir metáforas en torno a ellos, revestirlos de carne literaria para que no sean meros esqueletos, como dice Graciela Montes.
Buen ejemplo de ese buen hacer es este clásico de Maurice Sendack: Donde viven los monstruos. Traduce Agustín Gervás. Edita Kalandraka. ISBN: 978-84-204-3022-5
La integración de elementos:
Las ilustraciones, resaltes tipográficos, troqueles y otros elementos interactivos son fundamentales en la construcción y comprensión de determinadas obras. Pero es importante que todos ellos estén plenamente interrelacionados, engarzados e integrados con sentido en el discurrir de la historia, que no la estorben ni rompan el ritmo de la narración.
Kveta Pacovská es toda una maestra en estas lides, y como prueba de ello esta obra de extraordinaria belleza: El pequeño rey de las flores. Traduce Esther Rubio Muñoz. Edita Kókinos. ISBN: 978-84-92750-002-3
Ahora es tu turno, anímate a compartir con nosotros y con todos los lectores y lectoras de Biblogtecarios tu propia selección clave, ¿qué lecturas propones?
La literatura infantil es apasionante, también los adultos pueden disfrurarla. No hay limites con ella ❤