Los libros no son productos perecederos. Necesitan tiempo, lectores y mediadores

No soplan buenos tiempos para la edición en su conjunto que de forma repentina e inesperada se ha dado de bruces con la crisis sanitaria de la COVID19 y sus graves consecuencias económicas.

Como expresa Manuel Gil, director de la Feria del Libro de Madrid, el sector en 2019 no se había recuperado de la crisis de 2008, seguía en estado de encefalograma plano. En una reciente entrada en su blog Las cifras del libro: retorno al pasado Gil analiza los datos del impacto de esta nueva crisis en el sector del libro, concluyendo que se trata de “Una debacle absoluta que retrotrae al sector a cifras de hace 20 años”.

En dicha entrada Manuel Gil habla de la pequeña edición como un colectivo que sufrirá especialmente el rigor de crisis desatada. Una apreciación sobre la vulnerabilidad de las pequeñas editoriales que algunos representantes del subsector del libro infantil y juvenil no comparten totalmente. Es el caso de Fernando Diego García, presidente de ¡Álbum! y director de la editorial Libros del Zorro Rojo que en manifestaciones al diario El País considera que los grandes grupos editoriales “tienen más músculo financiero y más posibilidades de conseguir financiación”, pero que los pequeños, en cambio, tienen otras ventajas para hacer frente a la situación como “una estructura más pequeña y una partida de gastos fijos no tan pesada”.

En relación con este marco y con el colectivo de las pequeñas editoriales traemos aquí parte de la conversación que hace un tiempo mantuvimos con Raquel López Royo, una de las dos editoras de Los Cuatro Azules, un pequeño pero jugoso sello cuyo catálogo está fundamentalmente dedicado al álbum y el libro ilustrado dirigido al público infantil. No hace mucho publicamos la reseña de una obra de esta editorial colaboradora de Biblogtecarios que acompañamos con parte de la entrevista realizada a una de sus editoras. Rescatamos ahora las preguntas que quedaron entonces pendientes de publicar para una segunda entrega.

Si bien en la primera parte de la charla abordamos aspectos relacionados con el origen y el quehacer propio de la editorial, en la presente planteamos a nuestra invitada cuestiones relacionadas con el contexto general en el que se mueve la edición de literatura infantil en España. Dadas las características de Los 4 azules se incide de manera especial en algunos de los aspectos comentados y que tienen que ver con cómo se bandea una editorial independiente en el proceloso presente que atraviesa el sector.

 Panorama y proyección de futuro

¿Cómo veis el panorama actual de la LIJ en España?

RLR: La edición de libros para niños ha crecido desmesuradamente, al espejismo de una oferta variada se suma la saturación y el mercado no asimila este número de títulos. A este mercado le sobran libros, le faltan compradores, lectores y un aparato crítico que permita discernir, que otorgue valor y que proponga referencias.

¿Qué pensáis que pesa más para que un libro para niños y jóvenes cale, se lea y se venda más?

RLR: Para nosotras, por un lado sería imprescindible poner libros al alcance de todos los niños y niñas y eso se hace fundamentalmente a través de las bibliotecas escolares y de las bibliotecas públicas. Campañas de lectura de calado, largas en el tiempo, que no se queden en cartelería, donde haya inversión, que inviten a leer y desde luego apostar por la diversidad de los títulos frente a la uniformidad, las modas… Hay muchos libros que pasan desapercibidos pues no entran en el circuito escolar de las grandes editoriales y por tanto se pierden. El apoyo a las librerías y a las bibliotecas es el apoyo al libro.

 La lectura y su promoción en el contexto digital

¿Estamos ante una crisis de lectores o ante una crisis de poder adquisitivo de los lectores?

RLR: Ambas cosas. No se puede animar a leer si el libro no está en la mano de los lectores. Los recortes en compras a las bibliotecas públicas, la inexistencia de las bibliotecas escolares o sus exiguos presupuestos, la carencia de verdaderos apoyos a las librerías hacen que las compras de libros queden reducidas al consumo privado de los hogares y con la que se nos viene encima… el dinero irá a cubrir otras necesidades. Creemos que se lee cada vez más, pero que hay una gran parte de la población infantil que no accede a los libros.

¿Cómo os planteáis el contexto digital, qué planes tenéis al respecto?

RLR: No hemos barajado nunca hasta ahora, con la crisis del coronavirus, la posibilidad de la digitalización de nuestro fondo. Nos ha gustado siempre el formato papel y lo que conlleva. Creemos que la lectura en otro medio vehicula unas destrezas y relega otras. Puede ser el momento de replantear esta cuestión, analizar y sopesar nuevos formatos para tiempos en los que no sea posible tocar el objeto.

¿Qué relación mantenéis con las bibliotecas?

RLR: No mucha. En algunas bibliotecas se narran nuestros libros y algunas compran algunos de los títulos de nuestros catálogos. En este momento formamos parte de un grupo llamado ¡Álbum! que reúne a varias editoriales que publican álbum ilustrado, bajo este paraguas se están realizando actividades en bibliotecas y librerías. Nuestros libros no son muy comerciales, no deslumbran por sus coloridos ni destacan especialmente, necesitan de mediadores que los destaquen, los acerquen, los descubran.

El trabajo de editor

La cara y la cruz del oficio de editor, ¿qué es para vosotros lo mejor? ¿Y lo peor?

RLR: Siendo muy sinceras podríamos decir que no dominamos bien la complejidad del oficio. En una empresa tan pequeña como la nuestra ya no vale solo tener gusto y criterio por la literatura infantil, hay que maquetar, saber legislación sobre derechos, llevar las cuentas, dominar el marketing, visitar librerías y bibliotecas, hacer presentaciones…Se ha convertido en otra cosa muy diferente de la que imaginamos. Nos gustaría tener tiempo para diseñar proyectos, para leer mucho y elegir lo que queremos publicar, pero la parte comercial devora a la parte más creativa.

Como estamos en terreno de cuentos, podéis frotar la lámpara y formular tres deseos para el sector.

RLR: Apoyar la lectura desde la sociedad (campañas de promoción, bono cultural para la compra de libros, apoyo a las bibliotecas públicas, a las escolares y a las librerías, valorar la lectura como un derecho). El apoyo no solo son subvenciones, es presencia en los medios, premios, otorgarle valor a la literatura, ponerla en la mesa como una parte esencial en la educación de los niños y las niñas. Otorgarle un lugar clave en la formación de los ciudadanos y de los seres humanos.

 ¿Cuál es vuestra apuesta fundamental a corto y medio plazo?

RLR: Mantenernos sin renunciar a nuestras ideas. Los libros no son productos perecederos. Necesitan tiempo, lectores y mediadores.

 

Luis Miguel Cencerrado

Coordinador de reseñas en BiblogTecarios Bibliotecario, formador, asesor y apptekario navegando en los mares de la lectura analógica y digital, su promoción, las bibliotecas públicas, infantiles y escolares.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *