El verano es propicio para descubrir nuevos parajes y paisanajes, para explorar espacios desconocidos. Viajes en los que visitar museos, centros y aulas de interpretación forma parte esencial de la agenda turística. Este llamado turismo cultural es una opción que año tras año gana de terreno a la hora de disfrutar las vacaciones estivales. En la Carta internacional sobre turismo cultural adoptada por ICOMOS en 1999 esta opción escogida por muchos viajeros se define como aquella “que tiene por objeto, entre otros objetivos, el descubrimiento de los sitios y de los monumentos”.
Museos de diferente índole jalonan estas rutas urbanas, rurales y de naturaleza y ejercen un papel fundamental para enriquecer la visita del viajero, sea como testimonio, como espacio informativo, educativo, de reflexión, recreo o experimentación. Unos espacios que, aunque con diferentes misiones y objetivos, comparten muchos aspectos comunes con las bibliotecas y un tiempo presente en el que unos y otras experimentan un proceso de evolución con muchos paralelismos y en muchos casos convergente. Además, muchos son los museos que albergan bibliotecas y centros de documentación especializados como parte misma de la institución.
Así, los museos y sus bibliotecas, al igual que el resto de instituciones culturales, viven tiempos de cambio y se transforman poco a poco en espacios más abiertos, transparentes y participativos. En este sentido comparten una misma tendencia con las unidades de información de otros ámbitos, el afán de salir al encuentro del ciudadano y el reto de empatizar y conectar con él.
Al igual que los bibliotecarios, los profesionales que trabajan en estas áreas expositivas se afanan también por hacer que el museo se convierta en una institución cultural viable y atractiva en el actual contexto de la oferta cultural y de ocio. Araceli Corbo es una de estas profesionales, que como responsable de la Biblioteca-Centro de Documentación MUSAC, Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León, tiene una importante presencia en las redes sociales, al igual que la institución en la que desarrolla su labor.
¿Una sociedad de museos vacíos y alejados de la sociedad?
Este es precisamente el riesgo que estas longevas instituciones culturales quieren evitar, por lo que los antiguos y los nuevos museos encaminan sus pasos a proyectarse como lugares más interesantes y participativos que en su concepción tradicional, en los que el visitante se divierta y aprenda.
El museo, como la biblioteca, es una pieza clave en la puesta en valor del patrimonio cultural y un elemento esencial también para conseguir democratizar la cultura. Por el patrimonio que atesoran, por lo que nos enseñan del pasado, del presente y del futuro, y por lo que nos sugieren y provocan, los museos son espacios imprescindibles en la sociedad.
Así, los expertos defienden la necesidad de que el museo renueve, revitalice y consolide un nuevo enfoque en su relación con la sociedad, con la comunidad en la que se asienta, no sólo con el turista o visitante circunstancial. En este sentido, además de transmitir el mensaje de que el museo aporta al ciudadano un mayor conocimiento de lo que somos, las nuevas líneas buscan que éste se involucre más a fondo y participe de las actividades y propuestas del museo, individualmente, en grupo o en familia.
Es la apuesta clara por trazar las líneas de un museo activo y participativo frente a su concepción como institución estática que sólo ofrece opciones de contemplación pasiva al visitante.
Tanto en los foros profesionales como en la literatura profesional, se expresan y debaten estas tendencias de apertura de los museos para darles forma en el presente, con la mirada puesta en el futuro y sin olvidar la herencia y el bagaje que les aporta la historia de estas entidades. Así lo pone de manifiesto Florencia González de Langarica, del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, al afirmar que se trata de «[…] imaginar que el museo se da vuelta como un guante, se vuelva poroso; que permita en sus espacios, a través de sus colecciones y propuestas seguir ensayando otros modos de convivencia social, otras manera de construir el conocimiento, compartirlo, ponerlo a discusión.»
Esa ruptura de la imagen tradicional del museo apartado de la sociedad se va rompiendo al insuflar nueva vida a estos espacios; la simple introducción de cafeterías, restaurantes, tiendas y librerías transmiten al público la sensación de espacios más cercanos, acogedores, funcionales y participantes del contexto actual. Pero como advierte Nicholas Serota, exdirector de la TATE de Londres: “La democratización del espacio museístico debería ir más allá de las oportunidades de adquirir o consumir» y responder realmente a lo que requiere la innovación artística y las demandas de los nuevos públicos.
¿Qué futuro les espera a los museos?
Al igual que en el caso de las tendencias de futuro que se apuntan en las bibliotecas, desde las atalayas museísticas la educación se vislumbra como uno de los principales ejes del futuro de los museos. Así lo creen, por ejemplo, los responsables del área de Educación del Museo Thyssen-Bornemisza, que destacan en este proceso de cambio lo que denominan la socialización de los museos:
“El cambio hacia museos más sociales ha implicado una intensa imbricación con la comunidad de acogida, una mayor permeabilidad hacia los cambios y una disponibilidad absoluta para la conversación. Ante esta situación, y como nunca antes, los museos se han visto en la necesidad de repensarse y los departamentos de educación a jugar el papel de “catalizador” de tendencias por su contacto con el público.”
En este sentido se expresa también Nicholas Serota al afirmar que “El gran desafío es reconocer que el museo no es simplemente un lugar para la observación, la instrucción y la experiencia, también lo es para el desarrollo personal y el aprendizaje a través de la participación. Buscamos reflexionar sobre nuestra identidad, en nuestras relaciones con los demás y con el mundo. Por eso el museo es más como un laboratorio o una universidad. La comunicación digital nos permite enriquecer esta experiencia a través de la utilización de aplicaciones y teléfonos móviles en el sitio; puede preceder a la visita o utilizarse con independencia de la ubicación física. Esto requiere nuevos enfoques, nuevos tipos de publicación y nuevos espacios dentro de la institución preparados para la escucha y la respuesta.”
¿Qué canción suena de fondo en todos los espacios culturales?
La idea de espacio activo, dinámico, de laboratorio de experiencias que busca dirigirse a un público activo, la conversación y la participación… ¿No son acaso formulaciones comunes a las que venimos haciendo en relación con la lectura, la escuela, las bibliotecas o las librerías?
Encajan las piezas y se dibuja un universo armónico en todo lo que vamos viendo. En efecto, todos los espacios culturales participan de este contexto de cambio, experimentan un proceso de transformación en cuyo núcleo motivador están las personas a las que se dirigen. Es común a todos ellos la búsqueda de una nueva forma de relacionarse con los destinatarios y receptores de la labor que en ellos se realiza, ya sean estos alumnos, lectores, visitantes de exposiciones, etc. Y en esencia, el cambio propone pasar de ser meros receptores a ser co-creadores de contenidos y co-diseñadores del tipo de experiencias, bien de aprendizaje, de lectura o artísticas.
¿La tecnología, oportunidad o amenaza para los museos?
El impacto de la tecnología es otro denominador común que une el presente de los museos con el del resto de los espacios culturales. La malla común que constituye la oferta y disfrute de los bienes culturales en la que se encuentra inmersa plenamente la lectura, se teje con parecidas mimbres en unos espacios y otros. En todos ellos caen los muros, se difuminan sus contornos y se hacen más híbridos y polivalentes.
También en los museos la mayor parte de sus profesionales coinciden en percibir el desarrollo tecnológico como una baza que los museos deben jugar a su favor, aprovechando las nuevas tecnologías para crear comunidad.
El esfuerzo que los museos están llevando a cabo para reforzar su presencia y enriquecer su oferta en internet es palpable y los centros se asoman de forma decidida a las redes digitales para estar más accesibles a los ciudadanos y afrontar los retos de la sociedad conectada:
- Proliferan las páginas web de los museos, que constituyen potentes altavoces de difusión de estas instituciones y de sus actividades.
- Hay voluntad de compartirlo todo y de poner las colecciones artísticas al acceso de los ciudadanos través de exhibiciones digitales.
- Se crean también contenidos específicos, ya sean vídeos, audioguías u otro tipo de propuestas que refuerzan la acción educativa que los museos proyectan en la esfera digital.
- También los museos se unen a las redes sociales más conocidas como Facebook, Twitter, Google+, YouTube, Pinterest, Flickr o Instagram.
- Se aprovechan, además, herramientas de geolocalización como Foursquare, una forma ágil y dinámica de facilitar la localización del museo, de aportar información y de establecer contacto con los posibles visitantes.
- Se ofrecen apps para utilizar en las visitas, el teléfono móvil y las tablets son una buena puerta de entrada y guía, se utilizan los códigos QR o la radiofrecuencia para complementar la oferta, se renueva la señalización y se desarrollan propuestas de interacción digitales que contribuyen a potenciar la experiencia de relación del visitante con las obras de arte u otros contenidos expositivos.
Como apunta Agustín Pérez Rubio, exdirector director artístico del MALBA de Buenos Aires y del MUSAC de León:
“En el futuro los museos no van a coleccionar objetos sino experiencias. Y no estoy diciendo que se va a erradicar el arte sino que el punto no será el objeto, sino todo lo contrario, la desmaterialización de la mano de las nuevas tecnologías, las pantallas líquidas, el sonido. Se crearán atmósferas, donde el visitante va a dejar su propia impronta.”
Para cerrar esta breve estampa del quehacer presente de los museos, y como muestra de su afán por conectar con nuevos públicos, valgan estos vídeos que pertenecen a una campaña del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de España para estimular las visitas a los museos estatales. Como podréis comprobar, buscan conectar de una forma fresca y diferente con todo tipo de público:
[youtube alCovOTPWhY]
[youtube cAdzZ3AkZK0]