Eso no se dice o la censura y los silencios en la Literatura infantil y juvenil

Por segundo año consecutivo, la Asociación LASAL (Salamanca Animación a la Lectura) convocó a los distintos agentes de la creación, la edición, la distribución y la promoción del libro infantil y juvenil, en esta ocasión para debatir y conversar en torno a un tema que, si no nuevo, es muy candente, la censura, lo que se dice y lo que se deja de decir en los libros publicadas por niños/as y jóvenes. De ahí el título elegido para la identificar la jornada: ¡Eso no se dice!

De la primera, Los libros de la Jungla, ya dimos cumplida cuenta en un post publicado hace un año por estas fechas. También el tema de la censura y la lectura se ha abordado de forma recurrente en este blog, desde el ángulo bibliotecario y también desde la perspectiva de la literatura infantil y juvenil.

En relación con esta segunda cita profesional, la organización pretendía dar voz a las personas que crean las obras, escritores e ilustradores, editores, libreros y también a los receptores: familias, docentes, bibliotecarios y mediadores en su conjunto. El propósito, generar un intercambio de puntos de vista entre los diversos profesionales del sector para contrastar visiones sobre estos dos aspectos que se cruzan en la LIJ: el arte y la infancia.

El tema no es nuevo, desde luego, y la literatura infantil no se libra de estas prácticas, por acción u omisión. La censura en la literatura dirigida a niños y jóvenes surge por motivos diferentes según el momento y el lugar donde se ejercen las prácticas censoras. Pueden estar motivadas por razones morales, cuando las obras son objeto de censura debido a temáticas consideradas inapropiadas o que desafían las normas sociales establecidas. La moralidad y las creencias culturales también juegan un papel significativo, ya que algunas narrativas pueden ser percibidas como contrarias a ciertos principios éticos o religiosos. Además, la censura a menudo se relaciona con el deseo de proteger a los jóvenes de contenidos considerados demasiado complejos o perturbadores para su edad. La censura idiomática, así como la imposición de valores políticos o la eliminación de elementos considerados controvertidos pueden estar igualmente en la base de los recortes y restricciones impuestas a determinados textos.

Casos actuales de censura resuenan en nuestros oídos con distintos orígenes y motivaciones, como el revisionismo de ciertos textos, la censura de libros LGTBIQ+ en escuelas de EE. UU. o el debate y las acciones recientemente emprendidas en determinados territorios de nuestro país para que los libros de educación sexual y con enfoque LGBTI no sean accesibles para menores en las bibliotecas públicas

A la vista de todo ello podemos afirmar que la censura en la literatura para niños y jóvenes es un tema complejo, que genera una fuerte tensión entre la libertad artística y la protección de los lectores más jóvenes.

De todo ello se habló en esta jornada profesional en la que se dieron cita cerca de cien profesionales relacionados con el mundo del libro y de la promoción de la lectura, lo que pone de manifiesto el alto grado de interés que suscita el tema. En este sentido, es de destacar la presencia de la representación del ámbito bibliotecario, que fue el 40% del auditorio, así como del educativo, con una presencia destacada de docentes, un 33% de las inscripciones al evento.

¿Dónde viven los niños?

Alba Rico Santiago fue el encargado de la ponencia marco y él nos metió en harina con una interesante y amena intervención que enmarcó este interrogante. Centró su discurso en trazar lindes y proximidades entre la ficción y la realidad en el mundo de la infancia. Para ello, Santiago echó mano del conocido título de Sendak Donde viven los monstruos, o El cerdito valiente de Beatrix Potter, obras en la que se reflejan estos elementos y relaciones entre la realidad y la ficción en la literatura infantil.

Para Alba Rico la relación entre la realidad y la ficción se caracteriza por tres aspectos: la distancia entre una y otra, primero; las reglas que rigen lo que la ficción construye, en segundo lugar; y completando la terna, la autonomía peninsular, la ficción que mira la realidad trazando un istmo.

Otra idea que enfatiza el ponente es que la ficción es performativa, tiene capacidad de cambiar las cosas, de cambiar al que vive dentro de la realidad; aspecto este que sobrevolará a lo largo de toda la jornada y queda patente al abordar el tema de lo que se dice y lo que se oculta, y también del cómo se hace, en las obras de ficción y de no ficción que se dirigen al público infantil y juvenil.

Igualmente, Alba Rico destaca que la vida de los niños tiene dos caras, un día y una noche; en el día se comportan y juegan con el primer juego de la ficción, el «vale, que tú eres». La cara de la noche es el mundo del sueño, de la imaginación. Dos caras que tienen también relación con algo otro doblete que surge en esta primera intervención y que resonará también en otras posteriores, la idea de la ficción como espacio de riesgo, pero a la vez seguro, la isla de los monstruos y la sopa caliente en su habitación, en el caso de la aventura protagonizada por Max.

Finalmente, el ponente apuntó dos peligros que se ciernen sobre la ficción: el nihilismo y el fanatismo. El primero cursa en la narración como una especie de desafección a la realidad, cuando aparentemente nada cuenta nada, no hay mirada en la realidad exterior para trasladarla a la ficción. Y el segundo es síntoma de que la narración alberga el propósito de igualar realidad y ficción, busca que la realidad se adapte a la ficción mediante la transmisión de mensajes de una forma explícita.

En torno a las mesas: creación, edición y mediación

Dos fueron las mesas que se plantearon en la jornada, una dedicada a conversar desde la perspectiva de la creación y la edición, con la participación de Ellen Duthie (Editora de Wonder Ponder y escritora), Nando López (Escritor), Patric San Pedro (Editor de Takatuka), con la moderación de Francisca Noguerol (profesora de la Universidad de Salamanca).

La otra mesa estuvo más orientada a charlar y debatir desde el punto de vista de la medición y la recepción; en torno a ella se sentaron Román Belmonte (Docente y crítico), Ana Garralón (Crítica de LIJ) y Freddy Gonçalves (Mediador), con Sònia Oliveira como moderadora.

La profesora de la USAL Francisca Noguerol abrió la primera mesa reivindicando la “literatura de matices”, las narraciones capaces de representar la realidad como literatura del aquí y ahora y por tanto, problemática. Se trata de elaborar libros que nos hagan sentir y pensar, también aquellos que se dirigen a los lectores y lectoras infantiles y juveniles.

Por su parte, en la segunda mesa Sònia Oliveira lanzó a las personas invitadas interrogantes de calado que suscitaron mucho debate, en torno al concepto de censura, sus modalidades y la implicación en ella, por activa o por pasiva, de los agentes dedicados a la crítica y la mediación.

A partir de ahí muchos fueron los aspectos del tema que salieron a la luz y sobre los que aportaremos algunos apuntes, tratando de trasladar las voces de la conversación entablada, en la que se habló mucho y surgieron muchas preguntas. Y siguiendo los consejos de Ellen Duthie, vamos a presentar esta síntesis en modo interrogativo, centrando la atención en las preguntas que afloraron sin obsesionarnos por las respuestas inmediatas.

Adoptamos el modo interrogativo …

¿La LIJ como ventana o espejo?

Dualidad en torno a la que la editora y escritora Ellen Duthie sostiene que la literatura proporciona diversos mecanismos para observarnos desde la distancia, ofreciendo una perspectiva de extrañamiento. Por otro lado, Nando López, comparte su experiencia personal al afirmar que escribe los libros que no pudo leer en su juventud. Como autor, busca eliminar el estigma y la falta de reflejo que experimentó como niño y adolescente, aspirando a conectar con los lectores actuales. Desde la atalaya de la edición, Patric aboga por libros que faciliten la expresión y el diálogo, sin necesidad de proporcionar respuestas predefinidas. Estas visiones resaltan la riqueza de la LIJ como un espacio que tanto invita a la reflexión desde fuera como a la identificación desde dentro.

 ¿Lo que más se censura en los libros para niños/as y jóvenes?

En la literatura para niños y jóvenes la censura actúa sobre la complejidad tanto moral como formal, socavando tanto la estructura narrativa como el vocabulario utilizado. Se busca eliminar del escaparate la presencia de libros que generan incomodidad entre padres y mediadores, un tipo de obras que hay acuerdo en defender, como expresa Ellen Duthie en relación con su proyecto, al propiciar que los adultos abandonen el enfoque de tener todas las respuestas.

Existe igualmente consenso en que la sexualidad, tanto en la ficción como en la no ficción, es un tema en el punto de mira de la censura, especialmente cuando se abordan manifestaciones que se apartan de la norma, como la diversidad afectivo sexual. Aunque esta diversidad ha ganado visibilidad en personajes, tramas y enfoques, sigue siendo objeto de acoso en ciertos sectores. Asimismo, la religión se mantiene como un tema tabú, especialmente cuando se aborda desde una perspectiva agnóstica y crítica. Estos aspectos, entre los que también podríamos introducir la política, revelan los desafíos que enfrenta la literatura dirigida a jóvenes al explorar temas morales y sociales que pueden generar controversia, pero que son esenciales para reflejar la complejidad del mundo contemporáneo.

 ¿Hay mayor apertura en los temas en la LIJ hoy que antes?

A la luz de los debates no hay duda de que así es, se ha incorporado una reflexión más crítica, aunque con matices. Se señala que el capitalismo comercial tiende a absorber los grandes temas, convirtiéndolos en clichés, con la pérdida de autenticidad que esto conlleva. Surge un problema cuando ciertos temas se abordan desde una perspectiva superficial, basada en el «turisteo», el desconocimiento o la impostación.

En este sentido, desde la creación se destaca la importancia de no partir del tema, sino de la historia. Se critican los libros coctelera que presentan personajes acartonados y estereotipados, reduciendo la complejidad de un personaje poliédrico a un único rasgo, lo cual resulta empobrecedor. Estos personajes se convierten en un «tic» frente a la riqueza y complejidad que podrían ofrecer.

Además, se observa que la involución de los movimientos de ultraderecha ha llevado al veto de ciertos temas, limitando la libertad creativa y la exploración literaria. En conjunto, estas perspectivas resaltan la necesidad de abordar los temas con profundidad y autenticidad, evitando caer en simplificaciones y superficialidades impuestas por dinámicas comerciales o agendas políticas.

¿Hay autocensura?

Desde todos los frentes, ya sea en la creación, la edición o la mediación, se pone un claro énfasis en rechazar la impostura, ya que los lectores, especialmente los jóvenes, son capaces de detectar y rechazar la falta de autenticidad. Aunque algunos textos se presentan de manera amable, los propios lectores demandan mayor profundidad, anhelando historias genuinas y auténticas.

Sin embargo, la realidad editorial muestra que muchas obras evitan abordar conflictos en un intento de proteger a la infancia. Esta tendencia también se refleja en la omisión de dificultades y retos que las obras podrían plantear al lector, tanto en su construcción formal como en el vocabulario utilizado.

En el ámbito de la mediación, surge la interrogante sobre hasta qué punto, ya sea en la escuela o la biblioteca, se eluden ciertos caminos para evitar posibles problemas relacionados con los contenidos de las obras. Estas reflexiones resaltan la importancia de equilibrar la protección de los lectores jóvenes con la necesidad de ofrecer experiencias literarias auténticas y enriquecedoras.

¿Qué es lo que no se dice en el terreno de la mediación?

En el ámbito de la mediación literaria, surge la interrogante sobre lo que queda sin decir. La apertura de temas se enfrenta a la asunción de riesgos literarios y experimentación. En este contexto, Garralón destaca que la mediación es una selección argumentada con intencionalidad, centrándose en rescatar la belleza, lo literario y el cómo se expresa el contenido de una determinada obra, de ficción o no ficción; en contraposición se sitúa la censura, entendida como un acto prohibitorio, que limita y obedece a propósitos ajenos a la esencia de la obra.

Se destaca la importancia de valorar lo que la obra provoca en el lector. Estas perspectivas resaltan la complejidad de la mediación, que implica seleccionar obras con criterio, apreciar la belleza literaria y respetar la diversidad de opiniones, incluso cuando se trata de preferencias personales.

Sin embargo, hay quien tiene muy claro su papel, como Román Belmonte, que responde de manera clara y afirmativa, indicando que él sí censura, “A mi no me gustan nada los libros con gatos como protagonistas”, apostilla.

¿Por qué se apuesta?

En el conjunto de intervenciones prima una tendencia a abrazar el valor empático de la literatura frente a su enfoque utilitarista y pedagógico desde la literatura. Frente al interés y la demanda explícita de muchos adultos acerca de los valores que una determinada obra pretende enseñar se destaca la importancia de los finales abiertos, de las lecturas que dan un mayor margen al lector. Sin embargo, se destaca que en la oferta editorial actual se percibe una resistencia a rescatar libros con mayor complejidad, lo que conlleva la pérdida de conversaciones profundas sobre lo literario.

La LIJ se ve empobrecida por la tendencia a reducir la complejidad de las obras, a etiquetarlas según las modas, lo que contribuye a la pérdida de capas y significado en la literatura actual. Frente a ello se reivindica la dimensión estética del lenguaje, ya sea textual o gráfico, que emerge como un factor esencial. El uso cuidadoso de las palabras y la narrativa, de «ese qué» que no siempre se presenta de manera explícita se convierten en elementos destacados. Lamentablemente, muchos libros contemporáneos no resisten un análisis estético literario, muestran deficiencias en estructuras, vocabulario y en su dimensión simbólica. Todas estas reflexiones subrayan la necesidad de preservar y valorar la complejidad en la literatura, tanto desde la creación como desde la apreciación crítica.

¿A qué estrategias se puede recurrir para promover la lectura y entrar en el mercado con los libros incómodos?

Para adentrarse en el mercado con libros considerados incómodos, se proponen estrategias reflexivas y enfocadas en la autenticidad. En su conjunto, sugieren que no es necesario entrar en el juego convencional del mercado, sino tener claridad sobre los objetivos y apostar por ellos con convicción. En la misma línea, se subraya la importancia de buscar la complejidad, confiando en que el público entenderá el mensaje, evitando caer en la competición comercial y siendo conscientes del impacto de obras diferentes.

Desde todos los ámbitos, también el de la promoción, se hace hincapié en la necesidad de desvincularse de las presiones comerciales y se aboga, tanto por una aproximación más centrada en la esencia de las obras como por un acercamiento desde el respeto y la honestidad  a los destinatarios de dichas obras. Además, destacan que el discurso en torno a la promoción de la lectura ha experimentado cambios significativos, sugiriendo que la autenticidad y la conexión genuina con los lectores son fundamentales en la era actual. Estas estrategias apuntan hacia una dirección más reflexiva y orientada a la calidad en la entrada de libros considerados incómodos en el mercado actual.

Se destaca, en esta misma línea, la importancia de acercarse a los lectores, tanto en el plano analógico como en el digital, a las comunidades de lectores activas para desde la creación, la edición y la mediación se dialogue e interactúe con el público lector.

Y a modo de síntesis y despedida …

Entresancando de lo dicho y anotado a lo largo de esta nutritiva jornada, corta pero jugosa, podríamos destacar que tanto en las mesas, debates y corrillos hablamos de:

  • La masificación en la edición, que arrasa con el tema y deja poco espacio al libro que es más rico y complejo; muchas obras se pierden en la masa de “los libros sobre…” que crecen al ritmo que marca el mercado.
  • La prevalencia de los temas y de cómo ello eclipsa los componentes de la obra, su constructo literario, la construcción de los personajes, la coherencia y consistencia de las tramas.
  • La falta de crítica, de la escasa visibilidad que tiene la literatura infantil y juvenil, una queja que viene de lejos; esa presencia esporádica, casi anecdótica, de los libros para niños en los medios generalistas, que denota cierto ninguneo por la producción literaria dirigida a los niños/as y jóvenes.
  • La mediación acrítica que se pliega al mercado y a las tendencias para buscar resultados inmediatos y de índole cuantitativa.
  • El humor como elemento de ruptura e irreverencia, una de las maneras más potentes de reflexionar, también de descolocar, una herramienta útil para evitar el moralismo. Se puede reír de casi todo…

Esto es lo que dio de sí la mañana, pero la conversación no paró ahí, siguió activa en le refrigerio del Café Alcaraván y en los talleres que en la tarde se desarrollaron: «Eso ya se dijo», con Ana Garralón; «Eso no se lee», con Freddy Gonçalves y «Eso no se pregunta», con Ellen Duthie.

 Y más allá de estos espacios de reflexión, debate, conversación y acción, un nutrido grupo de participantes en la jornada siguió conversando en torno a “Lo que las piedras no dicen”, recorrido por Salamanca a cargo de Fernando Saldaña con el que se cerró esta segunda jornada profesional organizada por la Asociación LASAL (Salamanca Animación a la Lectura), con el apoyo de la Dirección del Libro, del Cómic y de la Lectura del Ministerio de Cultura y Deporte y la colaboración del Excmo. Ayuntamiento de Salamanca a través de la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes, así como de la Red Municipal de Bibliotecas.

 

Luis Miguel Cencerrado

Coordinador de reseñas en BiblogTecarios Bibliotecario, formador, asesor y apptekario navegando en los mares de la lectura analógica y digital, su promoción, las bibliotecas públicas, infantiles y escolares.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *