Yo recomiendo, tú recomiendas, todos nosotros, los mediadores de lectura, recomendamos…
Esta es, en efecto, una de las principales tareas que desde las bibliotecas públicas y las escolares desempeñamos como promotores de lectura, la prescripción en materia de lectura. Y en estas épocas estivales queda patente en el ir y venir de selecciones y sugerencias de todo tipo de lecturas que las bibliotecas ofrecen a sus usuarios para aplacar el calor y aprovechar los tiempos de ocio que las vacaciones de verano nos proporcionan.
Esta función es, por otra parte, una de las variables constantes que debe contemplar toda acción, campaña o programa de promoción de la lectura. Nuestra labor de promoción de hábitos lectores debe asentarse firmemente sobre el valor y riqueza de las sugerencias de lectura que propongamos. Así, el valor de las colecciones de la biblioteca pública o escolar, así como de las bibliotecas personales que ayudemos a construir dependerá fundamentalmente de la calidad de las lecturas y de las informaciones que contienen los documentos que la conforman, pertenezcan éstos al terreno de la ficción o sean obras y recursos de carácter divulgativo o informativo.
¿Qué supone desarrollar esta labor prescriptora?
Nada más y nada menos que asumir el reto de recomendar, de orientar, de sugerir y compartir lecturas, ya sea en el hogar, la escuela, la biblioteca, la librería u otros espacios. En este sentido, conviene tener presente que:
- El buen desempeño de este cometido es la mejor forma de tejer un ambiente de confianza, intercambio y complicidad con nuestros hijos, alumnos, usuarios o clientes.
- Esta función es inherente a toda labor de promoción de la lectura y genera un flujo permanente de nutrientes de lectura que refuerzan los hábitos lectores y enriquecen los itinerarios de lectura personales.
- Requiere una actualización constante y una profunda revisión con objeto de tomar posiciones en el nuevo contexto social y tecnológico.
¿Recomendar con qué objetivo?
El de abrir nuevas vías de relación con los lectores, de tú a tú y de forma colectiva, explorando nuevos canales y formatos de comunicación efectivos.
En el contexto digital ni la escuela ni la biblioteca pueden competir en términos de cantidad con los buscadores y la infinidad de recursos que ofrece Internet pero sí tienen mucho que ofrecer en términos de selección, de personalización y de buen hacer.
Esta capacidad de analizar, valorar y escoger es nuestra gran baza, aportar valor añadido a la gran cantidad de información y de materiales de lectura de los que disponemos hoy. Y de cara a ejercer cabalmente esta labor de selección es importante que procuremos:
- Mantener una atenta mirada sobre la oferta de materiales de lectura para conocer lo que hay disponible para cada una de las edades y niveles de competencia lectora, ficción y no ficción y en todo tipo de soportes.
- Conocer de manera directa o indirecta el valor de las obras que ponemos al alcance de niños, jóvenes y adultos.
Aprovechemos las oportunidades que brinda hoy el desarrollo tecnológico y saquemos provecho de todo ello en favor de la lectura y la escritura. Sin olvidar nunca que… sea cual sea el escenario, antes, ahora y en el futuro, esta función ha de ser ejercida con el ánimo de compartir, sin imposiciones ni dogmatismos, de forma bidireccional y colaborativa, fomentando el intercambio de opiniones y comentarios y respetando los particulares gustos y preferencias de los lectores a quienes se dirige la acción.
Algunos consejos para encarar la tarea con éxito
El desarrollo de esta labor de análisis y selección en la biblioteca supone asumir nuestro papel como lectores críticos, un papel que gira principalmente en torno a tres ejes y propósitos:
- Identificar el material que vamos a analizar.
- Describir los elementos más relevantes de la obra.
- Realizar una valoración de los mismos.
Las consideraciones que siguen son fruto de la experiencia en los distintos grupos de lectura en los que he participado, unos en el ámbito laboral y otros en la esfera personal. Tener presentes estas pautas a mí me ha ayudado a orientar y mejorar estos cometidos y con ese ánimo las redacto y comparto.
Cuando leemos una obra:
Asumir de forma regular las lecturas nos servirá para dosificar esfuerzos y hacer acopio de materiales de forma graduada, sin prisas y sin agobios.
- Cada obra es diferente y requiere distinto esfuerzo por lo que hay que darle a cada una el tiempo que necesite para su lectura -y relectura si es preciso-, de cara a poder reflexionar sobre ella, valorarla y reseñarla.
- Tratar de abordar cada lectura sin prejuicios de ningún tipo, respecto al tema, al autor, el género, etc., nos ayudará a ser lectores más imparciales y objetivos.
- Consultar los paratextos de la obra previamente nos permitirá conformar una idea de conjunto de la obra previa a su lectura.
- Volver a revisar los paratextos una vez realizada la lectura nos permitirá comprobar si realmente reflejan de forma acertada el contenido, su tratamiento, las calidades y los destinatarios de la obra a los que habitualmente se alude en ellos.
- Plantearnos preguntas a medida que avanzamos en la lectura es la mejor forma de mantener despierta la mente y de profundizar en las obras.
- Tomar notas sobre los aspectos más destacables de la obra nos será de gran utilidad llegado el momento de hacer la valoración de cada uno de los aspectos que la componen y de redactar la síntesis valorativa final.
- Complementar la lectura directa de la obra con otras fuentes de información externas es una buena oportunidad para contrastar nuestra lectura con las de otros lectores; puede aportar respuesta a alguna de las cuestiones que han ido surgiendo, aportar puntos de vista diferentes o reforzar nuestra propia lectura.
Cuando analizamos la información recogida:
- Utilizar fichas de análisis adecuadas al tipo de obra y formato nos dota de buenas y útiles herramientas, tanto como guía para la observación como de cara a organizar la información recogida en la lectura de la obra, las notas, referencias, citas, etc.
- Analizar cada uno de los aspectos de la obra de acuerdo a los parámetros de observación previamente establecidos nos asegura pasar revista a todos los componentes de la obra.
- Valorar estos aspectos de cada obra a partir de las observaciones recogidas y de acuerdo a determinados criterios e indicadores nos proporciona información sobre el comportamiento individual de sus componentes y la relación que se establece entre ellos.
- Dar un paso más y valorar la obra en su conjunto, a partir de las fases anteriores de análisis de las partes, nos devuelve la mirada hacia el todo con objeto de realizar la síntesis valorativa final valiéndonos de los criterios de calidad que hayamos establecido.
Cuando preparamos el informe o la presentación:
- Recoger de forma precisa los datos identificadores de la obra: Título, Autor, traductor, ilustrador, editorial, colección, año.
- Reflejar en el informe o de forma oral los aspectos más relevantes del análisis en cuanto al contenido, los aspectos formales y los aspectos materiales. Si en la recogida de datos es importante ser prolijo, en este momento es necesario ser conciso y preciso, sin perderse por las ramas y separando bien el trigo de la paja.
- Presentar de forma razonada los puntos fuertes y débiles de la obra, fundamentando y argumentando las conclusiones en virtud del análisis realizado.
- Comprobar que la información esté organizada, agrupada y resulte clara, que se estructura de forma lógica, que hay coherencia en el discurso y en las relaciones que se establecen entre cada uno de los puntos que lo vertebran.
- Redactar la conclusión del informe, la síntesis valorativa de la obra como la esencia argumentada del informe, la síntesis del análisis, en la que se recoge de forma sucinta y conclusiva el balance final de los puntos fuertes y débiles desgranados anteriormente. La capacidad de argumentación es la que sustenta el juicio final de valor sobre el conjunto de la obra.
En un contexto de amplio crecimiento de la oferta, como mediadores podemos aportar valor añadido a nuestra tarea asignando a cada obra el grado de valor que le corresponda. Esto nos permitirá diferenciar aquellos materiales fiables de los que contienen errores, los que se proponen informar de los que pretenden crear o modificar opinión, los que aportan valor en su estética o contenido de los que carecen de esta dimensión, en definitiva, identificar los que presentan buena factura de aquellos descuidados e inconsistentes.